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Ejercicio del reino a fin de edificar la iglesia, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3898-1
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Actualmente disponible en: Capítulo 4 de 8 Sección 4 de 4

DEBEMOS RENUNCIAR A NUESTROS GUSTOS

Sin embargo, en el recobro del Señor algunos santos han tratado de escoger libremente en cuanto a la iglesia. Después de estar en cierto lugar por determinado tiempo, se sintieron descontentos con la iglesia de ese lugar, especialmente con los hermanos que ejercen el liderazgo. Por esta razón, se mudaron a otra localidad y permanecieron allí por otro periodo de tiempo; pero, como se sintieron descontentos allí, volvieron a mudarse a otro lugar. En cada localidad sucedió lo mismo. Esto ejemplifica el hecho de que ninguna iglesia puede satisfacer sus gustos; en vez de ello, lo que usted necesita es estar dispuesto a llevar la cruz. No escoja por usted mismo, puesto que todas las iglesias son iguales. Si usted no puede sentirse contento en un lugar, no estará contento en otro. No trate de cambiar la iglesia, sino más bien, renuncie a sus gustos.

SIN TENER PREFERENCIAS

Muchos no tienen problema con la iglesia, pero no pueden llevarse bien con algunos santos. Si ése es su caso, está acabado en lo referente a la edificación. Debemos tomar la cruz. Si elige las iglesias, usted será una puerta abierta de par en par por la cual Satanás saldrá. Por consiguiente, tiene que usar la segunda llave: tomar la cruz. Debemos decir: “Señor, Tu voluntad es que haya una sola iglesia en el universo y una sola iglesia en cada ciudad. Señor, también Tu voluntad es que yo sea uno con todos mis hermanos y hermanas. Mientras se trate de un creyente, debo aceptarlo sin considerar mis gustos o preferencias. Lo que me agrada o desagrada no significa nada”. Ésta es la manera única en que podremos ser juntamente edificados. De lo contrario, comprobaremos que nuestras preferencias y nuestros gustos constantemente fluctúan. Hoy me cae muy bien usted, pero es posible no me caiga bien mañana. Tanto en la vida de iglesia como en la vida matrimonial no debemos fluctuar. Lo único que puede hacer que nos mantengamos estables e inconmovibles es que llevemos la cruz. Ésta es la segunda llave práctica que necesitamos para la edificación de la iglesia.

En el mensaje anterior vimos que la primera llave es negar el yo. Ahora hemos visto que la segunda llave es tomar la cruz. Negar el yo está relacionado con algo negativo, mientras que tomar la cruz tiene que ver con algo positivo. La única manera de cumplir la voluntad de Dios es tomar la cruz. No culpe a los hermanos y hermanas, ni tampoco se culpe a usted mismo; más bien, tome la cruz. No se permita la libertad de escoger ni de elegir. Su destino es la voluntad de Dios, lo que Dios ha dispuesto. Debemos aceptar la única iglesia y a todos los hermanos y hermanas como la voluntad de Dios. Sin embargo, en lo profundo de nuestro ser podemos abrigar ciertas preferencias. Es posible que nos gusten ciertos hermanos y otros nos caigan mal. Debido a que somos personas naturales y humanas, todos tenemos nuestras preferencias. Sin embargo, si actuamos conforme a nuestras preferencias, no habrá ninguna edificación.

UN TESTIMONIO DE LA UNIDAD GENUINA

Todos los demonios y ángeles malignos están observándonos y examinando nuestro testimonio. Por lo tanto, nuestro testimonio no sólo se exhibe ante los hombres, sino ante todo el universo. ¡Cuán vergonzoso sería si hablamos acerca de la edificación, pero sin que haya ninguna edificación entre nosotros debido a nuestras preferencias naturales! Debemos orar, diciendo: “Señor, ayúdanos y concédenos la gracia suficiente. Queremos llevar la cruz para que ningún ángel maligno tenga nada negativo que decir de nuestro testimonio. Estamos aquí como el testimonio de la edificación, y no queremos dar lugar alguno para que los demonios y los ángeles malignos digan nada”. Tal vez el hombre no sepa lo que está sucediendo, pero todos los demonios y los ángeles malignos sí entienden lo que estamos haciendo. Ellos saben cuáles son nuestras intenciones y si estamos dispuestos o no a tomar la cruz. Si estamos dispuestos a llevar la cruz, entonces seremos un verdadero testimonio.

Hoy se está librando una batalla, no simplemente ante los hombres, sino ante todas las potestades de maldad. Por lo tanto, no debemos tener preferencias ni gustos personales, sino únicamente la voluntad de Dios; y debemos tomar la cruz, es decir, tomar la voluntad de Dios. Si hemos visto la visión de una sola iglesia y de que todos los santos son los miembros del único Cuerpo, entonces no nos dejaremos llevar por nuestras preferencias ni por nuestros gustos personales. No prestaremos atención a nuestros gustos, sentimientos ni percepciones, sino que nos preocuparemos únicamente por la voluntad de Dios, a fin de tener la unidad genuina, la unidad que resiste la prueba del escrutinio de todos los demonios, principados y potestades. Queremos tener delante de las potestades malignas, el testimonio de que somos un pueblo que posee la unidad genuina porque todos estamos dispuestos a tomar la cruz. No sufrimos como criminales, sino que somos personas que alegremente llevan la cruz. Yo creo que en estos postreros tiempos en toda la tierra habrá un pueblo que exhibirá este testimonio.


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