Sacerdotes neotestamentarios del evangelio, Lospor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-3970-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En el Antiguo Testamento el hombre adoraba a Dios en el templo. En la era del Antiguo Testamento, cuando un hombre deseaba adorar a Dios, tenía que ir al templo. Pero la adoración en el Nuevo Testamento no se lleva a cabo en el templo, sino que más bien, se efectúa en Cristo, ya que Dios está en Cristo.
Hoy en día, aunque nuestro Dios es el mismo que el que adoraban los judíos, hay una diferencia con respecto a la era y también con respecto a la forma. El Dios que los judíos adoraban en ese entonces era únicamente Dios; no era un hombre. Él sólo poseía divinidad, no tenía humanidad. Pero en el Nuevo Testamento, el Dios que los cristianos adoran es tanto Dios como hombre; Él es un Dios-hombre. Cuando adoramos a Dios hoy, estamos adorando a tal Dios. Todos aquellos que no adoran a este Dios-hombre no están adorando a Dios. Hoy en día Dios es el Dios encarnado, un Dios que está mezclado con el hombre. Cuando lo adoramos, disfrutamos no solamente a Dios, sino también al Hombre. Esto es maravilloso.
Durante los tres años y medio que el Señor estuvo cumpliendo Su ministerio en la tierra, algunas veces estuvo en Galilea, lejos de Jerusalén. Pero en otras ocasiones subía a Jerusalén y hasta le llegaron a encontrar cerca del templo. En el templo había muchísimos sacerdotes que servían debidamente a Dios, según los preceptos del Antiguo Testamento. Pero Jesús no estaba allí. Quizás podría estar en una casita cerca del templo, donde podríamos ver un grupo de galileos, algunos sentados y otros de pie. Allí se encontraban hasta algunos recaudadores de impuestos y rameras. Todos ellos eran galileos humildes. En ese momento, ¿Dios estaba siendo adorado en el templo, o Jesús estaba siendo adorado? ¿Iríamos a adorar a Dios al templo o a aquella pequeña casa?
Podemos ver claramente que en aquella época, Dios estaba en aquella casita. Esto se debe a que Jesús estaba allí y a que Dios estaba dentro de Jesucristo. La mayor dificultad que encontramos cuando les predicamos el evangelio a los judíos es que ellos todavía piensan que Dios está en el templo. Ellos no creen que Dios está en Jesucristo. Tenemos que decirles a los judíos que Dios abandonó el templo hace dos mil años. Hoy en día no podemos hallar a Dios fuera de Cristo. Tenemos que ir a Cristo. Una vez que usted esté en Cristo, encontrará a Dios.
Aplicando el mismo principio, hoy en día cuando adoramos a Dios, no debemos dejarnos atraer por las hermosas capillas. Estamos buscando a Cristo, y estamos adorando a Cristo. Así que debemos ir adonde Él se encuentra. En esto consiste la adoración del Nuevo Testamento. Al principio, nos reuníamos en grandes salones de reunión donde había pianos y se daban sermones muy solemnes, pero después fuimos guiados a tener reuniones de hogar y reuniones de grupos pequeños. Ahora cuatro o cinco familias se reúnen juntas en los hogares. Algunos hogares se ven muy bien, pero otros son feos, pues las sillas están quebradas, las bancas torcidas, y no hay separación entre la cocina y el comedor. Como resultado, a algunos hermanos y hermanas se les hace imposible aceptar tales reuniones y, no están dispuestos a asistir a ellas.
Sin embargo, es necesario que veamos que para adorar a Dios en el Nuevo Testamento, tenemos que descubrir dónde está Cristo. No debemos menospreciar un lugar que se vea rústico, pues es posible que Jesús esté morando allí. Hoy en día Su nombre aún no es el Cristo glorificado. Su nombre hoy todavía es Jesús de Nazaret. Por consiguiente, es importante que todos veamos por qué tenemos que cambiar la vieja manera, la cual concuerda muy bien con nuestros conceptos naturales humanos. Pero en la Biblia, la manera ordenada por Dios concuerda con Su economía. Por esta razón, tenemos que regresar al Nuevo Testamento, y adorar y servir conforme al Nuevo Testamento. Sólo entonces podremos satisfacer el deseo de Dios.
La adoración en el Nuevo Testamento no tiene ninguna forma. Si tuviera alguna forma, fácilmente llegaría a ser un servicio de adoración. Sin embargo, incluso hoy en día, después que conducimos a las personas a la salvación, ellas aún tienen el concepto natural de asistir a servicios de adoración. Los domingos, ellos buscan capillas que estén cerca, a fin de asistir a tales servicios. De acuerdo con el programa por lo general se canta un himno al principio. Luego el predicador ofrece una oración. Después de esto, el pastor da su sermón y expone algo de la Biblia. Cuando el servicio está por terminarse, se canta otro himno, después de lo cual se ora y se da la bendición. Es preciso que veamos que no hay nada malo con adorar a Dios; pero sí estamos completamente errados si seguimos el camino que acabamos de mencionar. Un programa y un procedimiento fijos acabarán por completo con el espíritu que está en los santos. No debemos introducir jamás este tipo de servicio de adoración en las reuniones de hogar, en las reuniones de los grupos pequeños ni en las reuniones del día del Señor por la mañana. El resultado de ello es desastroso. Tenemos que cambiar completamente nuestros conceptos para que podamos tener la adoración del Nuevo Testamento.
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