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Estudio-vida de Ezequielpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6480-5
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Actualmente disponible en: Capítulo 3 de 6 Sección 2 de 4

Pone Su Espíritu en el espíritu de ellos

Ezequiel 36:27 dice: “Pondré dentro de vosotros Mi Espíritu”. Aquí vemos que el Señor no solamente dijo que Él nos daría un corazón nuevo y un espíritu nuevo, sino también que Él pondría Su Espíritu en nosotros al poner Su Espíritu en nuestro espíritu. No debemos descuidar nuestro espíritu, pues nuestro espíritu es el vaso que contiene al Espíritu divino. Cuando los creyentes oyen la palabra espíritu, ellos suelen pensar que se refiere al Espíritu Santo; muy rara vez consideran que ellos tienen un espíritu humano. Sí, tenemos necesidad del Espíritu Santo, pero debemos comprender que el Espíritu Santo está en nuestro espíritu humano regenerado. “El Espíritu mismo da testimonio juntamente con nuestro espíritu” (Ro. 8:16). ¡Alabamos al Señor por tener un corazón nuevo y un espíritu nuevo y porque tenemos al Espíritu Santo en nuestro espíritu para fortalecernos todo el tiempo!

Esto nos permite cumplir los mandamientos de Dios. Los mandamientos de Dios se conforman a Su naturaleza, y nosotros tenemos la naturaleza de Dios en nuestro interior debido a que tenemos Su Espíritu en nosotros. Ahora hay algo en nuestro interior que corresponde a la ley de Dios. El Espíritu de Dios que está en nuestro interior contiene la naturaleza de Dios, y la naturaleza de Dios corresponde con la ley de Dios. Debido a que tenemos la naturaleza de Dios en nuestro interior, es fácil para nosotros guardar su ley. Anteriormente nos era difícil amar a los demás, pero ahora es fácil amar a los demás y difícil odiarlos debido a que poseemos una nueva naturaleza, la naturaleza de Dios, en nuestro interior.

LA TIERRA ES HECHA SEMEJANTE
AL HUERTO DEL EDÉN

En 36:34-36 el Señor prometió que los lugares desolados y desiertos se convertirían en lugares semejantes al huerto del Edén. Allí el plantío de renombre (34:29), Cristo como árbol de la vida, sería su rico suministro. Las iglesias locales tienen necesidad de alcanzar una condición tan elevada a fin de que sean semejantes al huerto del Edén. Incluso en la actualidad, con frecuencia en las reuniones de la iglesia tenemos el sentir de que estamos en el huerto del Edén.

LA CASA DE ISRAEL SE MULTIPLICA
CON HOMBRES COMO UN REBAÑO

Ezequiel 36:37-38 dice: “Así dice el Señor Jehová: Además, acerca de esto seré consultado por la casa de Israel, para que les haga esto; multiplicaré sus hombres como un rebaño. Como las ovejas santas para sacrificios, como el rebaño en Jerusalén en sus fiestas señaladas, así las ciudades arruinadas serán llenas de rebaños de hombres; y sabrán que Yo soy Jehová”. Aquí el Señor prometió que traería rebaños de gente. Aunque Él ha prometido hacer esto, todavía es necesario que nosotros se lo pidamos. Esto significa que debemos orar pidiendo el incremento numérico y decirle: “Oh Señor, trae rebaños de gente. Tú nos prometiste esto”.

En el pasado, siempre que orábamos por un incremento numérico, el Señor respondía. Me parece que debemos orar más. El Señor ha prometido esto, pero todavía requiere que le pidamos. Él prometió darnos el incremento numérico multiplicando los hombres como un rebaño, pero es necesario que nosotros oremos por esto y le pidamos que lo haga. Espero que todos los santos en todas las iglesias locales oren de manera definida y específica por el incremento numérico. Jamás debiéramos sentirnos contentos con la presente cantidad de personas; más bien, debemos tener la aspiración a ser el doble en cierto período de tiempo. Por tanto, debemos orar: “Señor, trae rebaños de gente”.

En 1963 en Los Ángeles, éramos apenas unas veinte a treinta personas, pero después que oramos por seis meses, el número aumentó grandemente. En Elden Hall también oramos pidiéndole al Señor que trajera rebaños de gente. Oramos: “Señor, trae rebaños de gente”, y el Señor oyó esta oración. Siento que en la actualidad debemos orar aún más, basándonos en Ezequiel 36:37-38 y reclamando esta palabra acerca del incremento numérico.

No debiéramos decir que no nos importan los números y que éstos no significan nada. No debiéramos consolarnos así respecto a cualquier fracaso en cuanto al incremento numérico. Ciertamente necesitamos el incremento numérico. Debemos orar por tal incremento, reclamando la promesa hecha por el Señor en Ezequiel 36. Cuando algunos escuchen esto, tal vez dirán que a ellos no les importa la cantidad, sino la calidad. Sin embargo, la calidad viene de la cantidad. Por tanto, debemos orar al Señor para que nos dé el incremento numérico y para que Él añada hombres como rebaños.


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