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Levantarnos para predicar el evangeliopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-8726-2
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CAPÍTULO SIETE

CÓMO TRAER PERSONAS
A LA VIDA DE IGLESIA

Lectura bíblica: 1 Ti. 2:4; 3:15; 2 Ti. 2:2, 15

EL SIGNIFICADO DEL BAUTISMO

Según la dirección fresca que hemos recibido del Señor, nuestro primer paso consiste en aprender a visitar personas al llamar a sus puertas. Esto no significa golpear a las puertas, sino llamar a las puertas. Golpear a las puertas implica una actitud áspera, mientras que llamar a las puertas indica una visita cordial. El primer asunto relacionado con llamar a las puertas es hablarles a las personas acerca del Señor, predicar el evangelio, guiarlas a orar y recibir al Señor y luego bautizarlas. Antes que alguien sea bautizado, necesitamos decirle claramente que, mientras lo bautizamos, estaremos sumergiéndolo en agua, lo cual significa que lo estamos sumergiendo en el Señor (Gá. 3:27). Por medio de esto, experimentará el morir y ser sepultado juntamente con el Señor (Ro. 6:3-5). Anteriormente estaba fuera del Señor, pero ahora, por medio del bautismo, llega a ser alguien que está en el Señor. No sólo eso, sino que también lo introducimos en el Dios Triuno por medio del bautismo, es decir, en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo (Mt. 28:19), así como en la iglesia, el Cuerpo de Cristo (1 Co. 12:13). Este Cuerpo está unido al Señor como un solo espíritu (6:17). Por ende, mediante el bautismo, lo introducimos en la muerte del Señor, en el Señor mismo, en el Dios Triuno y en la iglesia, que es el Cuerpo de Cristo. Por fe él recibe al Señor; por fe nosotros lo bautizamos. Éste es el significado sencillo del bautismo.

CREER QUE HEMOS GANADO A ALGUIEN,
Y DE ESA FORMA GANARLO

Muchas veces cuando les predicamos el evangelio a las personas, no son los oyentes quienes no creen, sino nosotros mismos. En nuestros corazones posiblemente decimos: “Esto es demasiado rápido; no va a funcionar”. Ciertamente, entonces, no funciona. Ésta es la manera en que la fe opera. Cuando la fe dice: “Hecho está”, Dios dice: “Amén; hecho está”. Nuestro Dios es asombroso. A veces Él no dice amén de inmediato. Quizás Él espere cinco días antes de decir: “Hecho está”. Sin embargo, esto no significa que nada ocurre durante esos cinco días. Más bien, Él obra continuamente hasta que esté hecho. En esto consiste traer personas a la salvación y al Señor. Por lo tanto, todos tenemos que aprender a sólo creer y no temer.

EL EVANGELIO TOMA TODA LA FAMILIA
COMO UNA UNIDAD

Después de ayudar a alguien para que sea salvo, tenemos que aprovechar la oportunidad para establecer un tiempo con este nuevo creyente a fin de tener otra reunión. La próxima vez que lo visitamos nuestra meta es establecer una reunión en su hogar. Esto se debe a que el objetivo de nuestro evangelio no es ganar el individuo por sí solo, sino más bien toda la familia como una unidad. La multiplicación por familias es inagotable. Un proverbio chino dice que los primos abarcan cuatro mil ochocientos veintiocho kilómetros. Hay casos de personas chinas que emigran a los Estados Unidos, obtienen su ciudadanía en cinco años y luego traen a sus esposas, sus hijos, sus padres, sus hermanos y otros parientes. Con el hijo vienen sus padres y sus hijos, con la nuera, sus padres, y con los hermanos, sus esposas. En unos pocos años, toda la familia ha inmigrado a los Estados Unidos. Tenemos que predicar el evangelio del mismo modo, es decir, no solamente a un individuo, sino a toda la familia. Tan pronto como su hogar se abra, todos sus parientes cercanos y distantes vendrán con él. Por ende, la multiplicación del evangelio no tiene fin.

Por esta razón, después de ayudar a una persona a tener reuniones en su hogar, necesitamos recordarle, después de una o dos ocasiones, diciendo: “Hermano, usted ha recibido la gracia del Señor y está rebosante de gozo y bendición. Sin embargo, Dios no quiere bendecirlo a usted solamente. Él también desea bendecir a su familia. Él no ha derramado Su mismo Ser sobre usted solamente; Él desea fluir hasta alcanzar a toda su familia también. Esto es maravilloso, así que usted no debe acaparar esta gracia celestial para usted solamente sin dejarla ir. Debería propagar esta gracia a toda su familia, incluso a todos sus parientes lejanos, enviándola a sus hogares”. Necesitamos exhortarle de esta manera. Sin embargo, no deberíamos esperar resultados al día siguiente. Por supuesto, tampoco deberíamos ser incrédulos, sino que debemos exhortarle de forma perseverante y continua hasta que él sea conmovido. De esta manera, dentro de sólo dos o tres años, sus parientes y amigos llegarán a estar vinculados a nosotros y llegarán a ser nuestros blancos para recibir el evangelio.


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