Cristo maravilloso en el canon del Nuevo Testamento, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7796-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En los capítulos anteriores vimos lo que es el bautismo en el Espíritu Santo. Es sencillamente la introducción, por parte de Cristo, de Su Cuerpo en el Espíritu, es decir, en Él mismo. Él hizo esto una vez para siempre. Por supuesto, conforme al relato del libro de Hechos, Él lo hizo en dos partes. La primera parte se llevó a cabo en el día de Pentecostés con los creyentes judíos, y la segunda parte en la casa de Cornelio con los creyentes gentiles. Sólo estos dos casos en la Biblia son llamados el bautismo en el Espíritu. Todos los demás casos son una experiencia del bautismo que ya se había efectuado en el Cuerpo. Ellos lo recibieron por medio de la transmisión que procede del Cuerpo mediante los miembros que representan el Cuerpo.
También vimos que el bautismo en el Espíritu Santo es un hecho consumado. Se efectuó una vez para siempre, así como los otros pasos que Cristo dio. La encarnación es un hecho consumado; asimismo lo son la crucifixión y la resurrección. Al leer 1 Pedro 1:3, vemos que la resurrección de Cristo se efectuó una vez para siempre: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según Su grande misericordia nos ha regenerado para una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos”. Estas palabras nos dicen claramente que todos los santos fueron regenerados por Dios mediante la resurrección de Cristo. Esto no significa que cada vez que un hijo de Dios nace de nuevo, Cristo tiene que resucitar nuevamente. La única resurrección de Cristo es suficiente. Las regeneraciones son muchas, pero la resurrección de Cristo es una sola. De la misma manera, las experiencias del bautismo son muchas, pero el bautismo en el Espíritu Santo se cumplió una vez para siempre. Todos los pasos que Cristo dio para llevar a cabo el propósito de Dios se efectuaron una vez para siempre.
Otro punto que debemos ver es que el bautismo en el Espíritu y el bautismo en agua son dos aspectos de una misma cosa. El bautismo en el Espíritu es la realidad, y el bautismo en agua es la expresión. La expresión sin la realidad no significa nada. Romanos 6 nos dice claramente que somos bautizados en Cristo siendo sepultados con Él en el bautismo. Algunos dicen que Romanos 6 se refiere al bautismo en agua; y otros dicen que se refiere al bautismo en el Espíritu. Sin embargo, en condiciones normales el bautismo en agua debe ser la expresión del bautismo en el Espíritu. Comparativamente, el bautismo en el Espíritu es mucho más importante que el bautismo en agua, pues uno es la realidad mientras que el otro es la expresión. Si la expresión es meramente un rito, eso no significa nada. Nosotros creemos que en la Palabra pura la realidad del bautismo pertenece al Espíritu, pero que necesitamos tener una expresión, como vemos en el bautismo en agua, a fin de expresar la realidad de la inmersión en el Espíritu Santo.
Hay muchos conceptos en cuanto al bautismo en el Espíritu Santo, y muchas divisiones han sido creadas debido a todos estos conceptos. El problema más grande lo han causado los así llamados cristianos pentecostales. Entre ellos hay principalmente dos corrientes de opinión. La primera dice que si usted no habla en lenguas, no ha sido regenerado. Por supuesto, esto es totalmente equivocado, pues conocemos a muchos gigantes espirituales que nunca hablaron en lenguas. La segunda escuela de opinión dice que si usted no habla en lenguas, no ha experimentado el bautismo en el Espíritu Santo. Afirmar esto es pasar por alto la historia. ¿Qué diríamos acerca de C. H. Spurgeon y D. L. Moody? ¿Creen que hombres como ellos no experimentaron el bautismo? Sin embargo, ellos nunca hablaron en lenguas.
El avivamiento más grande de este siglo ocurrió en Gales a inicios del siglo. El líder de este avivamiento fue un hombre llamado Evan Roberts. El avivamiento fue tan prevaleciente que todas las personas en Gales creyeron en el Señor. Sin embargo, no se practicó el hablar en lenguas. ¿Significaría eso que ellos no tenían el bautismo en el Espíritu? Evan Roberts más tarde laboró con Jessie Penn-Lewis, quien estaba totalmente en contra del así llamado movimiento pentecostal. Hubo muchos gigantes espirituales en la historia que causaron gran impacto, pero nunca hablaron en lenguas. Esto demuestra que la segunda corriente de opinión está también equivocada.
Los que están en el movimiento pentecostal insisten en que todos tienen que hablar en lenguas. Pero según la Biblia, no es así en absoluto. Algunos hablan en lenguas y otros no. Ésta es la revelación apropiada que nos presentan las Escrituras. Decir que ya ha pasado la época de hablar en lenguas es irse a un extremo, pero igualmente lo es decir que todos tienen que hablar en lenguas. Esto obliga a las personas a producir algo de invención humana. Es difícil que la gente crea que esta clase de lengua inventada sea genuina. Se supone que hablar en lenguas es algo milagroso. Si en verdad es así, ¿por qué tenemos que aprender a hablar en lenguas? Si tenemos que aprender a hacerlo, eso no sería milagroso. Es claro que el asna de Balaam en el Antiguo Testamento no tuvo que aprender a hablar en un lenguaje humano. Eso fue algo completamente milagroso; fue una lengua auténtica. ¿Cree usted que Pedro y Juan y todos los demás que estaban allí el día de Pentecostés aprendieron a hablar en lenguas? Entre los que hablan en lenguas hay muchos que dicen que uno tiene que mover la mandíbula y ejercitar un poco la lengua, diciendo algo como “alabado sea Jesús” de modo muy rápido. ¿Deberían creer semejante cosa los hijos del Señor?
Si decimos que todos deben hablar en lenguas, esto ciertamente desalentará y decepcionará a algunos de los santos. Algunos jamás podrían hablar en lenguas, ni siquiera de manera fingida. Sin embargo, sí pueden creer en el Señor Jesús y pueden alabar al Señor. Es por eso que el supuesto movimiento pentecostal ha causado tanta división. Debemos aprender a ser genuinos. No nos oponemos a las lenguas genuinas. Mientras ellos no insistan en que todos tienen que hablar en lenguas, debemos estar abiertos a ellos. No debemos oponernos, pero tampoco debemos imponernos. Varias veces en las reuniones de las iglesias algunos han hablado en lenguas e incluso han dado la interpretación, y nosotros no se lo hemos impedido. Debemos adoptar tal actitud general a fin de incluir a todos los creyentes. Una iglesia local es todo-inclusiva; no obstante, nosotros quisiéramos pedirles a los santos que hablan en lenguas que no impongan nada ni insistan en que todos deban hablar en lenguas.
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