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Era del nuevo hombre, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-8421-6
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CAPÍTULO UNO

ESTAR AL DÍA
CON LA ERA DEL NUEVO HOMBRE

LA HISTORIA DE LA DIVISIÓN
Y DISPERSIÓN DE LA HUMANIDAD CAÍDA

La Biblia revela que la intención de Dios cuando creó al hombre era obtener un vaso que le expresase y gobernase en Su nombre (Gn. 1:26-27). Los que estudian la Biblia reconocen que en Génesis 1, hombre se refiere a toda la humanidad. Dios no creó un hombre individual; Él creó un hombre corporativo en un solo hombre, Adán. Por tanto, según la intención de Dios, la humanidad debería considerarse como un solo hombre.

Sin embargo, después del diluvio, la humanidad caída fue dividida y esparcida por la tierra conforme a sus familias y lenguas en sus tierras y naciones (10:5, 20, 31-32). Después que la humanidad se rebeló contra Dios en Babel, la lengua del hombre fue confundida, y el hombre fue disperso (11:9). La historia del hombre caído es una historia de división y dispersión. Las naciones de la tierra se volvieron independientes y entraron en conflicto unas con otras.

EL ESTABLECIMIENTO DEL IMPERIO ROMANO
PREPARÓ EL CAMINO
PARA LA PROPAGACIÓN DEL EVANGELIO

Unifica el mundo judío, el griego y el romano

Hace dos mil años el mundo conocido se limitaba a tres continentes —Europa, Asia y África—, teniendo como centro el mar Mediterráneo, y las naciones que rodeaban el mar Mediterráneo estaban divididas. Cerca del año 27 a. C., César Augusto unificó las naciones que rodeaban el mar Mediterráneo y estableció el Imperio romano. La religión hebrea, la filosofía y la cultura griegas, y la política y la ley romanas eran tres elementos predominantes antes del establecimiento del Imperio romano. Cuando el Imperio romano unificó los territorios alrededor del mar Mediterráneo, se fusionaron la religión hebrea, la filosofía y la cultura griegas, y la política y la ley romanas. Cuando el Señor Jesús fue crucificado en la cruz, “escribió también Pilato un rótulo, que puso sobre la cruz, el cual decía: JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS” (Jn. 19:19). Este rótulo estaba escrito en hebreo, en latín y en griego (v. 20). El hecho de que estos tres idiomas se utilizaran nos muestra que el Imperio romano había unificado los mundos judío, griego y romano como un solo imperio.

El Imperio romano se estableció antes que el Señor Jesús naciera. Ello preparó el camino para que el evangelio se propagase a todos los pueblos de la tierra. Después que el Señor Jesús murió en la cruz para efectuar la redención según el plan de Dios, el evangelio estuvo listo para ser propagado. Debido a que el Imperio romano había unificado todos los territorios alrededor del mar Mediterráneo y fusionado la política romana, la cultura griega y la religión hebrea, se allanó un camino amplio para que el evangelio se extendiera alrededor del mar Mediterráneo.

El griego es establecido como el idioma común

El Imperio romano estableció el griego como el idioma común entre las naciones que rodeaban el mar Mediterráneo. Tener un idioma unificado contribuyó sustancialmente a la predicación del evangelio y la verdad. ¿Cómo podrían los apóstoles predicar el evangelio si el Imperio romano no hubiese sido unificado y si cada nación alrededor del mar Mediterráneo tuviese su propio idioma? Bajo la soberanía de Dios, antes que el Señor Jesús naciera y mucho antes que fuesen enviados los apóstoles, el Imperio romano estableció el griego como el idioma común entre las naciones que rodeaban el mar Mediterráneo. Esto preparó un camino amplio para que el plan de Dios se llevara a cabo, es decir, para la propagación y difusión del evangelio de Dios.

Fusiona las naciones que estaban
alrededor del mar Mediterráneo

Además, debido a que el Imperio romano unificó los territorios que estaban alrededor del mar Mediterráneo, los romanos podían ir a las regiones judías, y los judíos podían ir a las regiones griegas y romanas. Había judíos en casi todas las ciudades que estaban alrededor del mar Mediterráneo. Esto se puede ver en lo que se relata en Hechos 2. Durante Pentecostés, judíos devotos de toda nación vinieron a Jerusalén para la fiesta. Puesto que habían sido dispersados desde hacía mucho tiempo, ellos olvidaron el idioma de los judíos y sólo podían hablar sus lenguas locales. Mientras los judíos estaban en la fiesta en Jerusalén, el Espíritu Santo fue derramado sobre los discípulos y la iglesia fue producida (vs. 1-4, 37-41). Según los versículos del 9 al 11, los judíos que estaban presentes vinieron de al menos quince naciones, representadas por quince dialectos. El establecimiento del Imperio romano fusionó las naciones que estaban alrededor del mar Mediterráneo.


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