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Pláticas para los ancianos sobre asuntos prácticospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4948-2
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La mezcla

Probablemente a partir de 1950 empecé a recibir la luz acerca de la mezcla. En las enseñanzas de la vida interior de los pasados siglos, la palabra que principalmente se usó para describir nuestra relación con Dios fue la palabra unión. Sin embargo, por medio de la experiencia de la revelación divina en la Biblia acerca del Dios Triuno como nuestra vida, descubrí que nuestra relación con Dios no es simplemente una unión, sino una mezcla.

Luego empecé a ver que este pensamiento estaba presente en la tipología. Levítico 2:4 nos dice que la ofrenda de harina era hecha de flor de harina mezclada con aceite. Cuando por primera vez empecé a ministrar sobre el tema de la mezcla, no me había percatado de que esta palabra se mencionaba en la tipología; yo pensaba que éste era un término nuevo que estaba usando en mi mensaje. Fue más tarde que vi que esta noción de mezcla se hallaba en la tipología.

Cuando experimenté oposición por decir que nosotros estamos mezclados con Dios, intenté averiguar por qué algunos se oponían a esto. En los primeros siglos hubo algunos maestros que vieron en la Biblia, y creo que también tuvieron la experiencia de esto, que existía tal cosa como la mezcla. Pero debido a que su enseñanza suscitó muchos debates, esta expresión fue desechada y la palabra unión fue la que resultó usándose todo el tiempo. Creo que algunos de los que se nos oponen también se basaban en este acontecimiento histórico.

Cuanto más ministraba sobre el asunto de la mezcla, más fortalecido me sentía. El hecho de que el Señor sea comida y bebida para nosotros claramente implica la noción de mezcla. Todo lo que usted come y bebe se mezcla con su cuerpo físico. El hecho de comer del árbol de la vida y beber del río de agua de vida que sale del trono de Dios ejemplifica la mezcla de Dios con Sus redimidos a lo sumo por la eternidad. Así que, creo con toda certeza que el pensamiento de la mezcla es bíblico; éste es un ministerio que se necesita.

EL RESULTADO DEL PASADO MINISTERIO

El resultado de estos más de veinte años de ministrar la Palabra desde la perspectiva del Espíritu ha sido el asunto de la impartición divina.

La mezcla se basa en la impartición. Si Dios no se impartiera a Sí mismo en nosotros, no habría ninguna mezcla. Esta impartición es efectuada por el Padre, el Hijo y el Espíritu. En esta impartición, el Espíritu como la consumación del Dios Triuno es muy crucial. El Padre está corporificado en el Hijo; y el Hijo se hace real a nosotros como el Espíritu. Por lo tanto, estos tres alcanzan su consumación en el Espíritu.

¿Cuál es el propósito de que el Espíritu sea la consumación del Dios Triuno? El propósito es que el Dios Triuno pueda impartirse a nosotros. Esta acción de impartirse se efectúa en conformidad con Su dispensación (gr. oikonomía, administración o plan); es decir, no ocurre por causalidad. Él lo hace conforme a lo que ha dispuesto, conforme a Su sistema, Su administración doméstica. Dios, según tal dispensación, se imparte continuamente a nosotros.

Los medios por los cuales
Dios se imparte a Sí mismo

A fin de hacer esto, Dios usa dos medios, dos instrumentos. El primero es externo: la Biblia, esto es, la Palabra. El segundo es interno: el Espíritu, que es nada menos que Dios mismo. Éstos son los dos dones excelentes que Dios nos ha dado.

Hay dos pasajes análogos escritos por Pablo en el Nuevo Testamento. Efesios 5:18 dice que debemos ser llenos en el espíritu, y Colosenses 3:16 dice que debemos ser llenos de la Palabra (“La palabra de Cristo more ricamente en vosotros”). Éstos son pasajes análogos que nos dicen que debemos ser llenos del Espíritu y de la Palabra.

A fin de ayudar a los santos a experimentar la impartición de Dios debemos recalcar dos asuntos: el don interno, esto es, el Espíritu, y el don externo, esto es, la Palabra, la Biblia. Especialmente nosotros, quienes llevamos la delantera en las iglesias debemos tener suficiente experiencia del Espíritu interior. De hecho, el Espíritu que está en nuestro interior es simplemente el Dios que está en nosotros en términos prácticos. Dios no podría estar presente ni sería práctico para nosotros si no fuera este Espíritu procesado, todo-inclusivo, vivificante, compuesto que mora en nosotros. Si Dios no hubiera llegado a ser este Espíritu para nosotros, entonces Él sería simplemente objetivo, algo fuera de nosotros; es decir, no sería práctico ni le podríamos experimentar.


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