Estudio-vida de Génesispor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-1420-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Las estrellas son Cristo y los santos. Aunque Cristo es el verdadero sol, El no aparece como el sol durante esta edad nocturna. El resplandece como una estrella, como la estrella resplandeciente de la mañana (Ap. 22:16b). Cristo mismo es una estrella. Los santos vencedores también son estrellas. En 2 Pedro 1:19 se nos exhorta a prestar atención a la Palabra segura hasta que se levante dentro de nosotros la estrella de la mañana, la cual es Cristo. Apocalipsis 1:20 no sólo declara que las iglesias son los candeleros que brillan con el Espíritu, sino que también los ángeles de las iglesias, es decir, los que tienen el liderazgo o los mensajeros, son las estrellas que brillan. Daniel 12:3 afirma que aquellos que vuelven a muchas personas del camino incorrecto a la justicia resplandecerán como estrellas. En Mateo 5:14, descubrimos que los creyentes hoy en día son la luz del mundo; y Filipenses 2:15 dice: “En medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo”. Todos estos versículos muestran que los santos que están en el camino correcto y tienen la posición adecuada son estrellas.
Las lumbreras del cuarto día gobiernan para que haya discernimiento. El discernimiento procede de la luz. Sin las luminarias del cuarto día, resulta difícil discernir los objetos. Todos necesitamos este discernimiento para crecer en vida. Los jóvenes necesitan el discernimiento para saber adónde deben ir, qué deben decir y hacer, qué procede de Dios y qué es de Satanás, qué está en el espíritu y qué está en el alma. Incluso los jóvenes de secundaria necesitan discernir con cuáles compañeros de clase deben relacionarse y a quiénes deben evitar.
El discernimiento procede de la luz. Cuando la luz resplandece, gobierna. Si estoy en un cuarto oscuro, tropezaré. Sin luz no hay dirección ni gobierno ni discernimiento. Pero si me encuentro bajo el resplandor de la luz, puedo discernir el camino que debo seguir.
Ustedes los jóvenes que están cursando la escuela secundaria, son diferentes de todos los demás estudiantes porque ustedes son hijos del día. Los demás alumnos siguen en las tinieblas. Cuando usted hable con su maestro, sabrá qué decirle. Usted tiene discernimiento. Para los padres, la mejor manera de cuidar a sus hijos es ponerlos en las manos del Señor. Entonces tendrán la luz, y ésta los gobernará. Esta dirección que les da la luz, proporcionará a los hijos el mejor discernimiento. Nunca caerán en la tentación de consumir drogas. El discernimiento es la mejor protección.
Repito que este discernimiento procede del resplandor, y el resplandor de la luz no es más que el gobierno. Si usted lee Génesis 1:14, 16, 18 y Efesios 5:8-11, 13-14 y ora al respecto hasta que estos versículos entren en usted y hasta que la luz brille sobre usted, sabrá lo que debe reprobar, lo que debe aceptar, lo que debe recibir y lo que debe rechazar. La Primera Epístola de Juan 1:5-7 constituye una porción que nos indica con claridad que Dios es luz, que si tenemos comunión con El estamos en la luz, y que cuando andamos en la luz conocemos la diferencia entre las tinieblas y la luz. Así, tenemos el gobierno con el discernimiento.
El sol, la luna y las estrellas son señales. Estas señales sirven principalmente mientras viajamos. Antiguamente los marineros navegaban guiados por las estrellas. Hoy en día, conducimos nuestros automóviles conforme a las señales de tránsito. Por lo tanto, las señales sirven para viajar.
Los fariseos y los saduceos acudieron al Señor Jesús, y le pidieron que les mostrase una señal del cielo (Mt. 16:1-4). El Señor [llamándolos necios,] les dijo: “Al atardecer, decís: Hará buen tiempo; porque el cielo tiene arreboles. Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque el cielo tiene arreboles y está sombrío. Sabéis discernir el aspecto del cielo, mas las señales de los tiempos no podéis”. [Dándoles a entender:] “Yo soy la señal; soy como Jonás. Vosotros no veis la señal porque no tenéis la luz”. Los discípulos también acudieron al Señor en el monte de los Olivos y le preguntaron acerca de la señal de Su venida, la señal del fin de esta era (Mt. 24:3).
No sólo tenemos estos versículos, sino que también vemos en Apocalipsis 12:1 una gran señal en el universo: la señal de una mujer con el sol, la luna y las estrellas. Para poder movernos apropiadamente por este universo, tenemos a esta mujer como una gran señal. Esta mujer está relacionada de alguna manera con la iglesia. No estoy diciendo que la mujer sea la iglesia, sino que la iglesia constituye una parte importante de esa mujer. Si hemos de conducirnos y actuar en este universo, necesitamos conocer a esa mujer.
Ella tiene su origen en Génesis 3. En la Biblia vemos muchas mujeres. Satanás entró en el linaje humano por medio de una mujer, y el Señor Jesús también entró en el género humano por medio de una mujer. Finalmente la Biblia tiene su consumación en la Nueva Jerusalén, la cual es una mujer, la novia de Cristo. ¡Aleluya! Todos formaremos parte de esa mujer. Por consiguiente, todos debemos conocer la mujer de Apocalipsis 12. Ella es una mujer bíblica, una mujer universal que abarca toda la Biblia. En realidad, ella empezó en Génesis 2 con Eva, no en Génesis 3, y luego va de Génesis 2 a Apocalipsis 22. Si usted conoce a esa mujer, conocerá las señales. Ella es una señal muy prominente. Constituye una señal para que el pueblo de Dios sepa si debe continuar o detenerse. Por carecer de esa mujer, muchos cristianos no saben qué hacer. No tienen la manera de seguir adelante. Necesitamos una señal, una señal que proceda de las lumbreras del cuarto día.
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