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Ser liberados de los ritos religiosos y andar conforme al Espíritupor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-8302-8
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CAPÍTULO TRES

CRISTO ES PRESENTADO
FUERA DE LA RELIGIÓN

El Señor Jesús nació fuera de la religión, las personas le buscaron fuera de la religión, y las personas le sirvieron fuera de la religión. Las personas sirvieron al Señor, le siguieron y anduvieron con Él fuera de la religión. Antes que el Señor Jesús comenzara Su ministerio, fue presentado por Su precursor, Juan el Bautista, lo cual también ocurrió fuera de la religión. El Señor Jesús fue presentado fuera de la religión.

EL VIVIR DE JUAN FUE CONTRARIO A
LA RELIGIÓN Y LA CULTURA

Mateo 3:1-6 dice: “En aquellos días Juan el Bautista apareció en el desierto de Judea predicando, y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. Pues éste es aquel de quien se habló por medio del profeta Isaías, cuando se dijo: ‘Voz de uno que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; enderezad Sus sendas’. Este mismo Juan tenía un vestido de pelo de camello, y un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y su comida era langostas y miel silvestre. En ese entonces salía a él Jerusalén, y toda Judea, y toda la región de alrededor del Jordán, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados”. En el versículo 11 Juan dijo: “Yo os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, a quien yo no soy digno de llevarle las sandalias, es más fuerte que yo; Él os bautizará en el Espíritu Santo y fuego”.

Juan el Bautista presentó a Cristo. Según la Biblia, Juan era sacerdote de nacimiento. Los sacerdotes eran figuras centrales en la religión judía. Ellos vivían en el templo, usaban vestiduras sacerdotales y comían el alimento sacerdotal, los sacrificios. La obra que los sacerdotes llevaban a cabo también era especial. Además de ofrecer sacrificios y poner en orden el pan de la Presencia, ellos encendían las lámparas, quemaban incienso y vivían en la presencia de Dios. Ésta era la vida de un sacerdote antiguotestamentario. Quien presentó al Señor Jesús fue un sacerdote. Normalmente, un sacerdote debería vivir en el templo, vestir ropas sacerdotales, comer la comida sacerdotal y llevar a cabo la obra sacerdotal. Sin embargo, Juan el Bautista presentó al Señor Jesús de manera contraria a la religión. Él dejó de lado la religión. No sólo eso, sino que también fue en contra de la cultura que estaba vinculada a la religión. Los sacerdotes vivían en el templo, pero Juan vivía en el desierto. El desierto no se compara con el templo. El templo era el centro de la religión judía y era un lugar de cultura, mientras que el desierto estaba completamente fuera de la religión y la cultura. Si se nos diera a escoger, ¿escogeríamos el templo o el desierto? Me temo que aunque muchos de nosotros exclamamos que queremos el desierto, en nuestro corazón preferiríamos tener el templo.

¿Qué representa el templo y qué representa el desierto? En el cristianismo, especialmente en el catolicismo, a las personas les gusta construir capillas con torres altas y vidrio de color. Hay una lógica detrás de esta clase de arquitectura. Cuando vamos a un estadio abierto o a un campo, nos sentimos liberados, pero cuando entramos a una capilla, somos llenos de una sensación de respeto y no nos atrevemos a actuar de forma casual. Ésta es la cultura del templo. El ritual de la adoración en el templo es muy solemne y serio. Primero un pastor sube a la plataforma y dirige la congregación a cantar, luego un director musical lleva el coro a cantar una armonía de cuatro partes, y luego una joven canta un solo. Luego de cantar, un ministro dirige la congregación en la lectura de las Escrituras, seguido por la oración. Después de todo esto, un doctor en divinidad da un mensaje. Finalmente, la congregación es despedida luego de una bendición: “Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté con todos vosotros. Amén”. Esto es religión. Éste es el templo de hoy en día.

Estar en el desierto significa estar sin regulaciones, ceremonias ni reglas establecidas, es decir, hacerlo todo conforme a la dirección del Espíritu. Los fanáticos religiosos dirían que tal adoración no puede considerarse como adoración a Dios, pues no hay ninguna atmósfera religiosa. Éste es el significado de estar en el desierto. Para el siglo XVIII, la Iglesia Anglicana llegó a ser la iglesia estatal de Inglaterra, y toda persona que nacía en Inglaterra nacía en la Iglesia Anglicana. La Iglesia Anglicana enseñaba que la palabra de Dios es santa y, por ende, no debería ser predicada fuera de un lugar sagrado, tal como una capilla que ha sido consagrada y santificada. La palabra santa de Dios sólo podía ser predicada en una capilla, y en ningún otro sitio. Cualquier persona que predicara la palabra de Dios fuera de una capilla cometía una ofensa grave. Pero Dios levantó a John Wesley como Su siervo en Inglaterra. Así como Juan el Bautista, John Wesley predicó en el “desierto”. Él no predicaba en una capilla; más bien, predicaba en la calle. Cuando él hablaba, sus oyentes eran conmovidos, algunos incluso lloraban, y miles se arrepintieron.

Estos ejemplos nos deberían ayudar a entender el significado del templo y del desierto. Cuando nos sentamos en silencio en una reunión, estamos en el templo. Supongamos que un hermano se pone de pie y dice: “Tengo un testimonio. ¡Aleluya! No estoy en el templo; estoy en el desierto. ¡Estoy liberado! ¡He sido liberado de la religión!”. Luego, otro hermano también se para y dice: “¡Amén! ¡Aleluya!”. Si ésta es la manera en que nos reunimos, entonces no estamos en el templo, sino en el desierto. Que el Señor nos conduzca fuera de la religión, las ordenanzas y la vejez.

Hay muchos santos experimentados, piadosos y bien educados. Ellos son algo mayores en edad y desaprueban esta manera de reunirse. Un hermano de edad avanzada me dijo una vez: “Hermano Lee, usted necesita balancear a los jóvenes. Ellos son muy estrepitosos. Apenas podemos soportarlo por más tiempo”. Yo le dije: “Quizás los jóvenes son demasiado ruidosos. Quizás no deberían ser tan estrepitosos o quizás incluso deberían estar callados. Sin embargo, permítame decir que usted necesita que el Señor lo balancee a usted. Usted necesita ser un poco más ruidoso. Usted debe tomar la delantera para ser más ruidoso y más fuerte que los jóvenes. No sé si los jóvenes deberían ser ruidosos o no, pero sé que usted necesita ser ruidoso”.

Si un hermano está a favor de ser ruidoso, ser ruidoso será su templo. Los santos más jóvenes están a favor de ser ruidosos. Ellos insisten en ser ruidosos y no están contentos cuando deben estar callados. Cuanto más estrepitosos son, más contentos están; por tanto, ser ruidosos ha llegado a ser su templo. A los santos de edad más avanzada les gusta estar callados; por ende, estar callados ha llegado a ser su templo. Sin embargo, el Señor no quiere que estemos en la religión. Su dirección muchas veces es lo contrario a lo que queremos. Si deseamos ser ruidosos, es posible que Él nos diga que no lo seamos. Si deseamos estar callados, Él podría decirnos que debemos ser ruidosos. Cualquier cosa que queramos hacer podría llegar a ser nuestro templo, pero no es lo que el Señor desea. Lo que no nos agrada muchas veces es nuestro desierto, y eso es lo que el Señor desea.

Ahora que estamos claros en cuanto al significado del templo y del desierto, deberíamos preguntarnos cuál es mejor. Los jóvenes deberían considerar cuál es su desierto. Si su templo es ser ruidosos, entonces su desierto es estar callados en una reunión. Los santos de mayor edad también deberían considerar cuál es su desierto. Su desierto podría incluir no sólo el ser ruidosos, sino también el saltar. Cuando ellos son ruidosos y saltan, están en el desierto, y están en contra de la religión. Juan el Bautista nació como sacerdote. Él debió haber vivido en el templo, usado una vestidura sacerdotal, comido el alimento sacerdotal y llevado a cabo la obra sacerdotal que consistía en ofrecer sacrificios, poner en orden el pan de la Presencia, encender las lámparas y quemar el incienso. Sin embargo, a fin de presentar a Cristo, él fue en contra de la religión al vivir en el desierto y usar un vestido de pelo de camello. Levítico 11 habla de las ordenanzas acerca de tener contacto con animales limpios e inmundos, y acerca de ser contaminados por ellos. El versículo 4 dice que los camellos son inmundos y que los israelitas no podían tocarlos. Sin embargo, Juan el Bautista usaba vestidos hechos de pelo de camello. Esto estaba en contra de las regulaciones religiosas, pero al Señor le agradaba. Que el Señor nos conceda misericordia para ver que Él no está a favor de la religión. Juan el Bautista comía langostas y miel silvestre, lo cual iba en contra de la cultura y tradición judía. Juan el Bautista no fue un accidente. ¡Cristo había venido! Él siempre está en contra de la religión y no permanece en una atmósfera religiosa. Por tanto, aquellos que presentan a Cristo están en contra de la religión. Ellos viven en el desierto, se visten con pelo de camello, y comen langostas y miel silvestre.


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