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Cómo estudiar la Bibliapor Watchman Nee

ISBN: 978-0-7363-0539-6
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XXIII. LIBRO POR LIBRO

También podemos estudiar la Biblia libro por libro. Podemos estudiar el Pentateuco, los libros de historia, los Salmos y los libros de los profetas. Debemos memorizar el contenido de cada libro. Al estudiar los libros de los profetas, debemos encontrar cuántos profetas vivieron antes de la deportación, cuántos vivieron durante la misma y cuántos después. El estudio del Nuevo Testamento se debe conducir también de la misma manera. Necesitamos conocer la parte histórica del Nuevo Testamento, las epístolas enviadas a las iglesias, las epístolas dirigidas a individuos, y las profecías. Un hijo de Dios tal vez no tenga que explicar todos los libros de la Biblia, pero sí debe, por lo menos, conocer el contenido general de cada libro. Debemos dedicar por lo menos dos años para tener una idea de los sesenta y seis libros de la Biblia. Si queremos tener un conocimiento profundo, necesitamos cinco o seis años. Una vez que nos familiaricemos con el contenido de cada libro, conoceremos su carácter y podremos relacionarlos entre sí. Por ejemplo, podemos vincular nuestro estudio del Antiguo testamento con Romanos, Efesios y Colocenses. Esta es una capacitación básica, y debemos prestarle atención.

XXIV. EL ESTUDIO PROFUNDO
DE ALGUNOS LIBROS

Después de tener una idea general de todos los libros de la Biblia, debemos escoger algunos de ellos y estudiarlos a fondo. Esto requiere una investigación intensa de nuestra parte.

En el Antiguo Testamento debemos estudiar, por lo menos Génesis, Daniel y Cantar de cantares. Si es posible, podemos agregar a esta lista otro libro del Pentateuco, ya sea Exodo, Números o Levítico. En las profecías, si queremos podemos agregar Zacarías. Isaías por su parte tiene un valor especial, aunque la mayoría de sus profecías ya se cumplieron. Zacarías es parecido a Daniel en el hecho de que muchas de sus profecías no se han cumplido todavía. Por eso sugerimos estos libros.

En el Nuevo Testamento podemos tomar, por lo menos, cuatro libros: Mateo, Romanos, Efesios y Apocalipsis, los cuales son básicos. Si tenemos tiempo, también debemos estudiar el evangelio de Juan y 2 Corintios. Si primero nos familiarizamos con cinco o seis libros y luego agregamos paulatinamente más a esta lista, obtendremos un conocimiento profundo de diez o veinte libros en diez o veinte años.

XXV. CRISTO

Muchas personas dicen que la Biblia trata específicamente de Cristo y que el propósito de la Biblia es guiar a los hombres al conocimiento de El. En todo el Antiguo Testamento y el Nuevo, hay una línea continua que sigue a Cristo. Podemos encontrar a Cristo en Génesis. En 1:26 hay una conversación en la Deidad para decidir la creación del hombre. El versículo 27 presenta al hombre y a la mujer creados a la imagen de Dios. Puesto que el versículo 26 dice: “Hagamos”, el versículo 27 debería usar el pronombre nuestra. Sin embargo el versículo 27 usa el pronombre singular su, el cual indudablemente se refiere a Cristo, porque El es el único de la Deidad que tiene imagen. Por consiguiente en la existente creación, el hombre fue creado en su imagen.

Génesis 3 habla de la simiente de la mujer. Mateo 1 nos muestra que el hijo de María era la descendencia de la mujer. Vemos a Cristo en Génesis, Exodo, Levítico, Números y Deuteronomio; le vemos en la historia de David, en los libros de los profetas que estaban antes de la deportación, como por ejemplo, Isaías y Jonás; los libros de los profetas escritos durante la deportación y los que se escribieron después de que el pueblo regresó, también están llenos de Cristo.

No solamente encontramos a Cristo en las profecías, sino también en todas las leyes ceremoniales. Tanto Génesis como Levítico hablan de las ofrendas. Inclusive después de la edificación del templo continuaban las ofrendas. Primero, vemos a Cristo en las ofrendas y sacrificios. Segundo, vemos a Cristo en la ley de la purificación del leproso, la limpieza que hacían las cenizas de la vaca alazana, y la purificación de los sacerdotes. Tercero, vemos a Cristo en el sacerdocio, en las vestiduras sacerdotales y en las tareas que se hacían en la presencia de Dios. Cuarto, vemos a Cristo en todas las fiestas.

Muchas personas también tipifican a Cristo. Algunas lo tipifican explícitamente, otras lo tipifican por su relación con él. ¿Qué significa tipificarlo explícitamente? El Señor Jesús dijo: “He aquí más que Salomón en este lugar” (Lc. 11:31). Esto nos muestra que Salomón tipifica al Señor Jesús. El Señor Jesús también dijo: “Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches...” (Mt. 12:40). Esto declara específicamente que Jonás también tipifica a Cristo. Gálatas 3 dice explícitamente que Isaac es un tipo de Cristo; sin embargo, José no lo es. Aunque algunas partes de la experiencia de José corresponden a la de Cristo, no hallamos ninguna cita que diga que José tipifica a Cristo. Por tanto, no solamente encontramos personas que tipifican a Cristo directamente, sino también personas que lo tipifican porque su experiencia corresponde a la de El. A esta categoría pertenecen Adán, Noé, José, David y Josafat.

Otros tipos de Cristo son el maná, la serpiente de bronce, el tabernáculo, la escalera de Jacob, etc. En el Antiguo Testamento Cristo también es tipificado por las dos aves, los dos reyes, los dos sacerdotes y los dos precursores. Las dos aves tipifican respectivamente la muerte y la resurrección; los dos reyes, la guerra y la paz; los dos sacerdotes, lo terrenal (Aarón) y lo celestial (Melquisedec). Los dos precursores se relacionan con el éxodo de Egipto y la entrada en Canaán. Todos éstos son tipos de Cristo.

En el Nuevo Testamento encontramos la historia, las enseñanzas, los milagros y las profecías de Cristo. En Hechos vemos que El reina. En las epístolas hallamos Su morada. En Apocalipsis vemos Su reinado futuro. Este es un buen ejercicio para seguir la línea de Cristo que se extiende desde Génesis hasta Apocalipsis.


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