Información del libro

Tratar con nuestras partes internas para el crecimiento en vidapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7381-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 2 de 9 Sección 1 de 2

CAPÍTULO DOS

LA ECONOMÍA DE DIOS
Y EL BLANCO DE LA ECONOMÍA DE DIOS

Lectura bíblica: 2 Co. 4:3-7; Gn. 1:26-27; Is. 9:6; Mt. 28:19; 2 Co. 3:17; Jn. 1:1, 14; 20:22

En 2 Corintios 4:3 y 4 se nos dice: “Aun si nuestro evangelio está encubierto, entre los que perecen está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó las mentes de los incrédulos, para que no les resplandezca la iluminación del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios”. Conforme al versículo 4, el evangelio de la gloria de Cristo ilumina. El enemigo le teme a esta iluminación, así que ha cegado las mentes de los creyentes, a fin de que el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo no pueda pasar. Los versículos 5 y 6 continúan diciendo: “Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como vuestros esclavos por amor de Jesús. Porque el mismo Dios que dijo: De las tinieblas resplandecerá la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.” El evangelio de la gloria de Cristo en el versículo 4 corresponde al conocimiento de la gloria de Dios en el versículo 6. El versículo 7 dice: “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros”. El tesoro que está en los débiles vasos de barro es Dios mismo en Cristo que resplandeció y entró en nosotros.

LA ECONOMÍA DE DIOS
ES FORJARSE A SÍ MISMO EN NOSOTROS

Si leemos cuidadosamente todas las Escrituras, nos daremos cuenta de que ellas nos revelan un punto principal: la economía de Dios y el blanco de la economía de Dios. El punto principal de la economía de Dios es que la intención de Dios consiste en forjarse a Sí mismo en Su persona triuna en todas las partes de nuestro ser. Tengo la carga de decirles a los hijos del Señor, mil veces si es necesario, que en todo el universo la intención de Dios no es nada más que forjarse a Sí mismo en los seres humanos. ¿Con qué propósito creó Dios el universo? Fue con el único propósito de hacer del hombre Su recipiente. Un recipiente es un vaso, como una botella o una taza. Romanos 9:21-23 y 2 Corintios 4:7 nos dicen claramente que Dios nos creó con la intención de que fuésemos vasos, recipientes, para contener a Dios mismo. Nosotros no somos nada más que vasijas vacías, y Dios es el contenido único.

Una bebida como la Coca-Cola necesita de una botella que la contenga. Las botellas de soda son unos recipientes muy definidos y específicos, porque fueron hechos con un propósito definido y específico. Nosotros los seres humanos también fuimos hechos de una manera definida y específica. Si una botella que fue hecha deliberadamente para Coca-Cola no contiene Coca-Cola, pierde su propósito y no sirve para nada. Nosotros los seres humanos fuimos hechos deliberadamente para contener a Dios. Si no contenemos a Dios, si Dios no es nuestro contenido, somos personas que no tienen sentido. No importa cuánta educación poseamos, la clase de posición que hayamos obtenido, ni de cuántas riquezas dispongamos, sin Dios todavía estamos carentes de propósito, porque fuimos hechos deliberadamente como recipientes para contener a Dios. Dios es el contenido mismo, así que debemos recibir a Dios en nuestro ser.

Esta palabra podría parecerles muy sencilla, pero es la manera precisa de hablarles del punto central, del asunto principal, de todas las Escrituras. Las Escrituras en su totalidad simplemente nos hablan de una cosa: que Dios es el contenido mismo y nosotros somos el recipiente que contiene a este contenido; por ende, tenemos que recibir a Dios y ser llenos de Dios. Ésta es la enseñanza básica de las Escrituras. Hay muchas cosas que se mencionan en las Escrituras, pero todas ellas no son el punto principal que la Biblia contiene. El punto principal de las Escrituras es que la intención de Dios es ponerse a Sí mismo dentro de nosotros como nuestro contenido.

DIOS ES TRIUNO PARA LLEVAR A CABO SU ECONOMÍA
DE FORJARSE A SÍ MISMO EN NOSOTROS

A fin de hacer esto, Dios es triuno. Esto es misterioso para nosotros. Nunca podremos entender el misterio de la persona de Dios. Ni nunca podremos explicar adecuadamente los versículos que nos hablan sobre el Dios Triuno. Lo que está muy claro es que solamente existe un Dios único. Hay pasajes en Éxodo y en Isaías que de manera clara y definida nos dicen que Dios es uno solo, y en el Nuevo Testamento 1 Timoteo 2:5 dice que: “Hay un solo Dios”. Sin embargo, en el primer capítulo de Génesis Dios no habla de Sí mismo con el pronombre singular Yo, sino con el plural Nuestro.

En la composición gramatical de Génesis 1:1, Elohim, la palabra hebrea para Dios, es plural en número, mientras que el predicado creó es singular. Por lo tanto, ¿es Dios uno o tres? Génesis 1:26 y 27 dicen: “Dijo Dios: Hagamos al hombre a Nuestra imagen, conforme a Nuestra semejanza; y ejerzan dominio sobre los peces del mar, sobre las aves de los cielos, sobre el ganado, sobre toda la tierra y sobre todo lo que se arrastra sobre la tierra”. El versículo 26 habla de “Nuestra imagen”, y el versículo 27 habla de “Su imagen”. ¿Es Dios singular o plural? ¿Quién puede explicar esto? Dios mismo, refiriéndose a Sí mismo, usa un pronombre plural, diciendo: “Hagamos al hombre a Nuestra imagen”. ¿Es Dios uno o más de uno? Decir que Dios es más de uno es una herejía, porque la Biblia nos dice que Dios es uno solo. En todo el universo tenemos un solo Dios; no tenemos más de un Dios, y sin embargo este único Dios necesita un pronombre plural cuando se refiere a Sí mismo.

Isaías 9:6 dice: “Porque un niño nos es nacido, / un Hijo nos es dado; / y el gobierno / está sobre Su hombro; / y se llamará Su nombre / Maravilloso Consejero, / Dios Fuerte, / Padre Eterno, / Príncipe de Paz”. El niñito que nos es nacido es llamado Dios Fuerte. El niño mencionado en esta profecía es el mismo niño que nació en el pesebre de Belén, pero este niñito es llamado Dios Fuerte. No sólo eso, sino que el Hijo que nos es dado es llamado Padre Eterno. Esto es muy raro. ¿Cómo es posible que al Hijo se le llame Padre? Un niño es llamado Dios Fuerte. ¿Él es un niño o es Dios? Un Hijo es llamado Padre Eterno. ¿Él es un Hijo o es un Padre? No podemos descifrar esto, pero si creemos en la autoridad de las Escrituras, debemos aceptar el hecho de que un Hijo es llamado el Padre. Esto significa que el Hijo es el Padre. Si el Hijo no fuera el Padre, ¿cómo se le podría llamar el Padre? Tenemos únicamente un solo Dios. Entonces, ¿quién es este niñito llamado Dios Fuerte? Este niño pequeño es Jesús. Esto quiere decir que Jesús es Dios. Si Jesús no fuese Dios, ¿cómo podría llamársele Dios Fuerte, y cómo podría llamársele al Hijo, Padre Eterno?

En 2 Corintios 3:17 dice: “El Señor es el Espíritu”. Aquí, el Señor es el Señor Jesucristo, y el Espíritu es el Espíritu Santo, pero este versículo dice que el Señor es el Espíritu. El Hijo es llamado el Padre, el Hijo es el propio Señor, y el Señor es el Espíritu. Esto significa que el Padre, el Hijo y el Espíritu son uno solo. No tenemos el tiempo para entrar en los detalles acerca del Dios Triuno. Más bien, recalcaremos simplemente que, para llevar a cabo Su economía de forjarse a Sí mismo dentro de nosotros, Dios está en tres personas. Si Él no fuese tres —la persona del Padre, la persona del Hijo y la persona del Espíritu—, Dios nunca podría forjarse en nosotros. A fin de forjarse en nosotros, Dios tiene que estar en tres personas.

Mateo 28:19 dice: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Este versículo no habla de ser bautizados “en Cristo”, como dice en Romanos 6:3, ni de ser bautizados en el nombre de Cristo. Antes bien, dice: “Bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Además, el Señor no dijo que hicieran esto “en los nombres”, sino “en el nombre”, en singular.

No podemos dar un ejemplo completo del Padre, del Hijo y del Espíritu en nuestro lenguaje humano porque esto es algo divino y misterioso, pero podemos usar una sandía a modo de ejemplo. Digamos que tenemos la intención de comernos una sandía, esto es, de que una sandía entre dentro de nosotros y de nuestra familia. Pero ¿cómo podemos hacer que esta sandía entre en nuestro estómago? Primero debemos cortar la sandía en rodajas. Entonces, una vez que las rodajas de sandía entran en nuestro estómago, se convertirán en jugo. Primero debemos tener la sandía entera, después las rodajas y finalmente el jugo. De no ser así, ¿cómo podríamos hacer que ella entre en nosotros? La sandía es más grande que la boca, la garganta y el estómago. La sandía debe partirse en rodajas. De esa manera puede entrar en contacto con nuestra boca, y así será muy fácil ingerirla. No obstante, tan pronto ingerimos las rodajas, éstas dejan de ser rodajas porque se convierten en jugo. ¿Son la sandía, las rodajas y el jugo tres cosas distintas o una sola? ¿No es el jugo lo mismo que la sandía? Sería insensato decir que el jugo no es la sandía. Una vez partida la sandía, ya no es solamente una sandía; ahora tenemos las rodajas, y dentro de nosotros, el jugo. Originalmente, la sandía estaba sobre la mesa, pero después que la comemos parece que desapareciera. ¿Dónde está la sandía? Está ahora dentro de nosotros y dentro de los miembros de nuestra familia. En este sentido, referirnos a la sandía, las rodajas y el jugo es la mejor “enseñanza” teológica acerca de la Trinidad. Ahora Dios no solamente es el Padre; Él también es el Hijo, y más aún, Él es el Espíritu.

Quiero pedirles que lean y estudien el Evangelio de Juan una y otra vez. En el Evangelio de Juan está el Padre, y está el Hijo. A la postre, cuando llegamos al capítulo 20, está el Espíritu como aliento (v. 22). En este evangelio tenemos al Padre, al Hijo y al Espíritu como el aliento que se infunde en nosotros. Juan 1:1 dice: “En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios”. Luego el versículo 14 dice: “Y la Palabra se hizo carne, y fijó tabernáculo entre nosotros”. La Palabra que estaba con Dios y que era Dios mismo se hizo carne, esto es, se hizo un hombre a fin de morar, no dentro de nosotros, sino solamente en medio de nosotros. Él vivió en esta tierra por treinta y tres años y medio, y finalmente entró en la muerte y fue resucitado. Después de Su resurrección, Él vino de una manera misteriosa, milagrosa y maravillosa. En la noche de Su resurrección, estando cerradas las puertas del aposento alto, vino a Sus discípulos con un cuerpo físico, y les mostró Sus manos y Su costado (20:19-20). No podemos entender esto con nuestro entendimiento natural. Entonces, Él sopló en Sus discípulos, y les dijo: “Recibid al Espíritu Santo” (v. 22).

Al comienzo de este evangelio tenemos la Palabra, quien es Dios mismo encarnado como un hombre. Después, el evangelio nos muestra que este hombre vivió en la tierra durante treinta y tres años y medio. Al final de este evangelio, esta persona maravillosa murió y resucitó, y luego vino a Sus discípulos y sopló en ellos. Ese aliento que impartió en ellos con Su soplo era el Espíritu Santo mismo. Ése era el “jugo de la sandía”. A partir de ese tiempo, ¿dónde estaba el Jesús del que se hablaba en el Evangelio de Juan? Juan no nos dice que Jesús ascendió al cielo. Hay constancia de ello en los otros evangelios, pero no en el Evangelio de Juan. Antes bien, de la manera en que la sandía entra en nuestro estómago, así también este Jesús estaba ahora dentro de los discípulos.

Dios se ha forjado a Sí mismo dentro de nosotros en Sus tres personas. No estoy aquí enseñándoles mera teología. Al contrario, estoy señalando que ésta es la economía de Dios. La economía de Dios consiste en que Dios se forje dentro de nosotros en Sus tres personas. Si Dios no fuese tres personas, nunca podría forjarse dentro de nosotros, de la misma manera en que la sandía nunca podría forjarse dentro de nosotros si no es partida en rodajas e ingerida como jugo.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top