Autoridad y la sumisión, Lapor Watchman Nee
ISBN: 978-0-7363-3690-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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La Biblia no sólo habla de la fe, sino también de la obediencia. Nosotros no sólo somos pecadores sino también hijos de desobediencia. En Romanos 10:16 se hace referencia a obedecer el evangelio. Por lo tanto, creer en el evangelio es obedecerlo. En 2 Tesalonicenses 1:8 dice: “Tomando venganza de los que no conocen a Dios, y de los que no obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo”. Los que no obedecen equivale a decir los que se rebelan. Romanos 2:8 habla de aquellos que no obedecen a la verdad, lo cual también es rebelión. Dios castigará con ira y enojo a los que se rebelan contra la verdad. En 1 Pedro 1:22 dice: “Habéis purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad... ” Estos pasajes indican que la salvación viene por medio de la obediencia, porque creer es obedecer. Un discípulo que tiene fe debe ser un discípulo que obedece. No sólo debe haber fe sino también sumisión a la autoridad del Señor. Cuando Pablo fue iluminado, dijo: “¿Qué haré, Señor?” (Hch. 22:10). El no sólo creyó en el Señor, sino que también le obedeció. Cuando se convirtió, conoció la gracia y se sometió a la autoridad. Cuando el Espíritu Santo lo guió a ver la autoridad del evangelio, él reconoció a Jesús como Señor.
Dios no nos llamó solamente a recibir vida por medio de la fe, sino también a preservar Su autoridad por medio de nuestra obediencia. El plan de Dios para nosotros en la iglesia es que nos sometamos a Su autoridad y a todas las autoridades que El estableció. Esto incluye el hogar, el gobierno, la escuela, la iglesia y así sucesivamente. El Señor no especifica a quién debemos someternos, pero en la medida en que nos encontramos con Su autoridad, aprenderemos a someternos a la autoridad.
Muchos pueden someterse y ser obedientes a determinadas personas, pero no a todo tipo de personas. Esto se debe a que no conocen la autoridad. Es inútil someternos al hombre, pues lo que necesitamos es ver la autoridad. Las diferentes organizaciones que nos rodean tienen como objetivo que aprendamos la sumisión. Una vez que el hombre toca la sumisión, ante la menor desobediencia reconocerá interiormente la rebelión. Quienes no conocen la autoridad no saben cuán rebeldes son. Antes que Pablo fuera iluminado, no sabía que estaba dando coces contra el aguijón (Hch. 26:14). Cuando el hombre es iluminado por Dios, primero ve la autoridad, y luego ve muchas autoridades. Cuando Pablo se encontró con Ananías, un hermano insignificante, no sólo vio a un hombre; tampoco preguntó quién era Ananías ni si era culto o no. El reconoció a Ananías como una autoridad delegada. Así que se sometió a él (Hch. 9:17-18). ¡Cuán fácil es someterse cuando uno se ha encontrado con la autoridad!
Si la iglesia no se somete a la autoridad de Dios, El no puede establecer Su reino. El obtuvo el reino en el Señor Jesús. Luego estableció Su reino en la iglesia; finalmente, establecerá Su reino en toda la tierra. Llegará el día cuando se declarará: “El reinado sobre el mundo han pasado a nuestro Señor y a Su Cristo” (Ap. 11:15). En el lapso entre el reino que estaba en el Señor Jesús individualmente y el reino del mundo que viene a ser de nuestro Señor y de Su Cristo, está la iglesia. Sólo cuando el reino fue establecido en el Señor Jesús fue posible que estuviera en la iglesia, y sólo cuando el reino es establecido en la iglesia pueden los reinos del mundo llegar a ser el reino de Dios. Sin el Señor Jesús, no existe la iglesia; y sin ésta iglesia no existe el agrandamiento del reino de Dios.
Cuando el Señor estuvo sobre la tierra, fue obediente hasta en lo más pequeño; por ejemplo, el Señor no fue negligente en cuanto al pago del impuesto del templo. Aun cuando no tenía dinero, encontró una moneda en la boca de un pez para pagarlo (Mt. 17:14-27). El también dijo: “Devolved, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios” (22:21). Aunque César estaba en rebelión, Dios lo había establecido y, por ende, se le debía obedecer. Cuando nosotros somos sumisos, el reino puede extenderse a toda la tierra. Muchos tienen un sentir firme con respecto al pecado pero no con respecto a la rebelión. Por consiguiente, el hombre debe no sólo estar consciente del pecado, sino también de la autoridad. Si no estamos conscientes de lo que es la autoridad, no podremos ser discípulos de Cristo ni ser sumisos.
Quisiéramos aprender a sujetarnos en la iglesia, ya que no hay ni una sola autoridad en la iglesia que podemos pasar por alto. Dios desea que el reino sea el producto de la iglesia y que por medio de ésta se ejerza toda autoridad. Cuando la iglesia sea sumisa, la tierra entera se someterá a la autoridad divina; pero si la iglesia no abre una vía para el reino de Dios, éste no podrá extenderse a las naciones. Por esto, la iglesia es el camino por el cual puede venir el reino. Si ése no es el caso, la iglesia será un obstáculo para el reino.
En la actualidad, si la iglesia no se sujeta a Dios por alguna dificultad, no se podrá manifestar el reino de Dios. Cuando los hombres razonan y discuten entre ellos, impiden que venga el reino de Dios. Nosotros hemos retrasado a Dios. Debemos deshacernos de toda desobediencia, para que Dios tenga un canal por el cual operar. Cuando la iglesia se someta a Dios, las naciones también se le someterán. Es por esto que la iglesia tiene una responsabilidad tan seria. Cuando la vida de Dios, Su voluntad y Sus preceptos son ejecutados en la iglesia, viene el reino.
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