Espíritu y el cuerpo, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4516-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Examinemos ahora 1 Corintios 12:22 y 23. Estos versículos dicen: “Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son muy necesarios; y a aquellos miembros del cuerpo que nos parecen menos honrosos, a éstos vestimos con mayor honra; y los que en nosotros son menos decorosos, reciben mayor decoro”. ¿Cuáles son los miembros que consideramos menos honrosos, a los cuales vestimos con mayor honra? Si usted examina su propio cuerpo, ¿puede identificar esos miembros? Los miembros de nuestro cuerpo que nos parecen menos honrosos son nuestros pies. En 1948 yo me hospedé con el hermano Nee en su ciudad natal. Mientras él y yo conversábamos, en un momento dado me dijo: “Witness, cuanto más educadas sean las personas, más embellecen sus pies. Lo que determina si su cultura es elevada o no, es la manera en que embellecen los pies. Ustedes los del norte tienen una cultura más elevada que los del sur. Ustedes nunca caminan con los pies descalzos. Al contrario, los embellecen con calcetines y zapatos”. Yo le dije: “Hermano Nee, los del norte embellecen los pies porque el clima es frío. Los del sur simplemente usan sandalias porque el clima en el sur suele ser bastante caliente”. Pero el hermano Nee respondió: “No, no digas eso. Incluso entre los del sur, las personas que son más educadas no andan sin zapatos. Ellos siempre invierten dinero para embellecer los pies”.
Un día leí 1 Corintios 12:21, donde Pablo dice que la cabeza no debe decir a los pies: “No tengo necesidad de vosotros”. La cabeza no debiera decir: “Pies, puesto que ustedes están en un nivel tan bajo, no los necesito”. Es debido a que los pies están tan abajo que necesitan ser embellecidos. Supongamos que yo estuviera muy bien vestido, con traje y corbata, pero no tuviera zapatos ni medias. ¿No diría usted que es vergonzoso que ande con los pies descalzos? Sin embargo, usted no consideraría vergonzoso que dejara sin cubrir la cabeza y las manos. Eso demuestra que los pies son los miembros menos honrosos del cuerpo. Debido a que son menos honrosos que otros miembros, debemos embellecerlos apropiadamente.
Sin embargo, muchas veces trasgredimos el principio del Cuerpo al embellecer la cabeza con muchos “sombreros”, mientras que, por otro lado, no mostramos ninguna preocupación por los miembros inferiores, los pies. Debemos conceder más honra a los pies. De ahora en adelante, en todas las iglesias y en todas las reuniones debemos aprender a vestir con mayor honra a los miembros inferiores. No compremos más “sombreros” para la cabeza. Al contrario, compremos “zapatos” para adornar los pies a fin de embellecer a estos miembros menos honrosos del Cuerpo.
Sin embargo, hoy en día a menudo seguimos la despreciable práctica de coronar de honra a los oradores elocuentes. Las hermanas en particular admiran la elocuencia. A ciertas hermanas les gusta poner muchas coronas sobre la cabeza de un orador elocuente. Si yo fuera un orador elocuente y mi oratoria fuera como música, a las hermanas les parecería que soy muy divertido y dirían: “Vamos a escuchar al hermano Lee. Él comparte de una manera muy agradable”. Todas las hermanas me comprarían coronas. Pero supongamos que yo hablara de una manera torpe. Puesto que les resultaría insoportable tener que escucharme, todas desearían que me sentara. En vez de vestirme con honra, me quitarían cualquier tipo de adorno que tuviera puesto en mis feos pies. Harían esto para asegurarse de que no volviera a hablar en las reuniones. Sin embargo, debemos darle gracias a Dios por haber traído a la iglesia a tantos oradores torpes. ¿Qué prefieren ustedes: la cabeza o los pies? En todos estos años de vida de iglesia que llevamos en California, nunca hemos gastado ni un centavo para embellecer la cabeza. En cambio, hemos invertido mucho para comprar calcetines y zapatos para embellecer los pies. Esto es precisamente a lo que Pablo se refería cuando dijo que a los miembros que nos parecen menos honrosos, a éstos debemos vestir con mayor honra.
Todos debemos aprender a ejercitarnos para proceder como el Cuerpo. De ahora en adelante, no debemos tener un concepto tan alto de la elocuencia. En vez de ello, debemos honrar a aquellos que son torpes al hablar. Al oír esto, quizás digan: “Hermano Lee, eso es demasiado difícil. La elocuencia es muy dulce y musical. Pero yo no soporto a nadie que hable con torpeza”. Si usted no puede soportarlo, eso demuestra que es una persona natural, no espiritual. En la vida del Cuerpo todos los miembros son necesarios. A fin de practicar la vida de iglesia, o sea, la vida del Cuerpo, necesitamos de todos los miembros. Los servicios religiosos del cristianismo actual son una forma de entretenimiento. Tanto los cantantes como los oradores entretienen la congregación. En los seminarios se enseña a los hombres a hablar con elocuencia y también cómo atraer a las personas y entretenerlas. ¡Cuán vergonzoso es hablar elocuentemente para entretener a las personas! No estamos aquí para eso. En lugar de ello, debemos crucificar a las personas o resucitarlas. En vez de entretenimiento, debemos experimentar la cruz.
La elocuencia no expresa a Cristo. Al contrario, un sermón elocuente es una forma de entretenimiento. Si nos ejercitamos a tener la práctica del Cuerpo, muchos oradores torpes empezarán a hablar. Si los miembros ejercitan su espíritu para ser espirituales y para hablar por Cristo, algo de Cristo se manifestará, aunque no sean elocuentes. Esto es el Cuerpo. De aquí en adelante, necesitamos reuniones en las que abunde un hablar que no es elocuente, pero que al mismo tiempo expresa a Cristo. Esta clase de reunión fortalecerá a los santos en su fe y los edificará. Todos necesitamos experimentar un cambio en nuestro paladar. Estamos acostumbrados a una dieta de elocuencia y mensajes musicales. Lo que necesitamos ahora son palabras que, aunque sean habladas de manera torpe, expresen a Cristo. Creo que esto es a lo que Pablo se refería en este pasaje de la Palabra.
Debido a nuestro concepto natural, tendemos a admirar a los oradores elocuentes. Pero admirar la elocuencia es hacerle daño al Cuerpo. Es por ello que Dios concertó o templó el Cuerpo. Le doy gracias a Dios porque Él ha estado templando al Cuerpo. Él ha humillado a los oradores elocuentes, y ha exaltado a los torpes de labios para que hablen por Él, para que no haya división en el Cuerpo. En el cristianismo actual hay divisiones por doquier. La mayoría de estas divisiones han sido causadas por oradores elocuentes. Cada orador elocuente conseguirá atraer tras sí un grupo de personas. Los que admiran diferentes clases de discursos musicales se reunirán en torno a los elocuentes. Yo no aprecio ese tipo de “música”. En vez de ello, prefiero escuchar a los niños con su hablar torpe. En la vida de iglesia, no debemos continuar la práctica de exaltar la elocuencia, puesto que los oradores elocuentes causan divisiones y atraen tras sí seguidores. En el cristianismo actual hay muchísima competencia en el campo de la elocuencia. Quien sea un orador elocuente tendrá muchos seguidores. Sin embargo, esto causará una división muy grande. Esta tendencia aún se percibe en las iglesias. Por esta razón, debemos tomar la firme decisión de oponernos a ella y aprender a adornar los miembros menos honrosos, o sea, a aquellos que hablan torpemente. Debemos decir: “¡Alabado sea el Señor por este hermano! Aunque sus palabras son torpes, tiene algo vivificante que compartir con nosotros. Queremos adornarlo, embellecerlo y honrarlo”. Ésta es la vida del Cuerpo.
En estos mensajes no les estoy enseñando simples doctrinas. Antes bien, les estoy pasando lo que he aprendido a través de los años para que puedan llevar la vida apropiada del Cuerpo. Supongamos que un orador elocuente entrara a la reunión. ¿Seguirán admirándolo? Si lo hacen, eso significa que aún no existe entre nosotros la vida del Cuerpo. En lugar de ello, al admirar a esa persona elocuente ustedes causan una división y matan al Cuerpo. Al hacer esto, ustedes contribuirán a producir una atmósfera en la cual serán menospreciados todos aquellos que no hablan bien. No debemos otorgar tantas coronas de honra a los oradores elocuentes. En lugar de ello, debemos comprar zapatos para adornar los que tartamudean y hablan con torpeza. Debemos animar a los miembros menos honrosos a que hablen una y otra vez. Esto edificará la vida del Cuerpo y establecerá el ministerio genuino del Cuerpo. A la postre, los oradores elocuentes causarán daño a la vida del Cuerpo, pero los oradores que son torpes de labios la edificarán. Esto es completamente diferente a lo que se practica en el cristianismo actual, y totalmente contradice nuestro concepto natural. Sin embargo, si deseamos llevar la vida apropiada del Cuerpo, todos debemos aprender esta lección.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.