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Presentación actual de la manera ordenada por Dios y las señales acerca de la venida de Cristo, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6646-5
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EL SURGIMIENTO DEL RECOBRO DEL SEÑOR

Debo señalarles que hoy en día tanto el cristianismo como el catolicismo se han deformado enormemente. La razón es que algunos usan el nombre de Cristo, pero desechan a Cristo. Esto es una falsificación. Muchas cosas que no son de Dios están entremezcladas. El resultado de ello es algo que es parcialmente cierto y parcialmente falso. Debido a esta situación, el Señor levantó Su recobro entre nosotros. En 1922 Él empezó Su obra de recobro en el Lejano Oriente; y de ahí avanzó a Taiwán, al Sudeste Asiático, a Asia oriental, a los Estados Unidos, y ahora se ha extendido a los seis continentes de la tierra. Ustedes que están aquí presentes también han recibido la misericordia del Señor y han entrado en el recobro del Señor. Espero que comprendan que no deben comparar el recobro del Señor con el catolicismo ni el protestantismo, porque es diferente.

Al comienzo de esta reunión les leí dos pasajes de las Escrituras: Efesios 1:10 y 3:9-10. Ambos nos hablan de una misma cosa, esto es, de la dispensación del misterio de Dios. La Biblia nos muestra que Dios tiene un deseo eterno en Su corazón, y que conforme a éste diseñó un plan, tuvo un consejo e hizo cierto arreglo. Este plan, este consejo y este arreglo, es la economía de la que tan a menudo hablamos. En breve, la economía de Dios consiste en que Dios desea obtener un grupo de personas, quienes fueron creadas conforme a Su imagen, y desea ser la vida de ellas y todo para ellos a fin de poder edificarlas como un vaso corporativo, la iglesia, que es el Cuerpo de Cristo, la novia de Cristo, la casa de Dios y el reino de Dios, y así cumplir la meta de Dios.

Con base en esto, Dios desea que toda persona que es salva, es decir, que todo creyente como miembro de Cristo, quien posee la vida de Cristo y al Espíritu de Cristo, sea viviente y orgánico y desempeñe plenamente su función. Si comparamos esto con la condición que impera en el catolicismo o en el protestantismo, podremos darnos cuenta de que la situación allí es completamente diferente. Entre ellos se ha producido una clase clerical, en la cual unos pocos miembros del clero reemplazan las funciones orgánicas de la mayoría del laicado. Esto es contrario a la enseñanza bíblica, y debe ser condenado. Por esta razón, Dios desea recobrar la manera de proceder que Él ordenó.

Pese a que decimos que estamos en el recobro del Señor, una buena parte de lo que tenemos, lo hemos heredado del catolicismo y del protestantismo. Debido a esto, no nos ha resultado fácil separarnos de estas cosas. Salimos de esa clase de entorno, y una parte considerable de la manera en que nos reunimos y de nuestra predicación del evangelio la heredamos de ellos. Un principio común a todas estas diferentes maneras que hemos heredado es que sólo se requiere de unas cuantas personas, es decir, no se necesita que todos ejerzan su función. Por lo tanto, podemos afirmar que en cuanto a nuestra posición, somos el recobro del Señor, pero en cuanto a nuestra práctica, una gran parte de los que somos no es el recobro del Señor, porque algunas de nuestras prácticas han anulado la función de muchos miembros del Cuerpo de Cristo. Cuando hablamos del servicio de la iglesia, nos referimos principalmente a la participación de los hermanos y hermanas en los asuntos prácticos; pero los que participan en el aspecto espiritual del servicio son muy pocos.

EL RECOBRO
DE LA MANERA ORDENADA POR DIOS

Según la revelación hallada en la Biblia, la predicación del evangelio que el Señor desea consiste en que cada santo vaya personalmente a contactar a las personas y predique el evangelio para salvar a los pecadores. Sin embargo, siendo sinceros, hasta el presente, la predicación del evangelio entre nosotros no ha regresado a la manera enseñada en la Biblia. La Palabra del Señor nos dice que cada discípulo del Señor debe predicar el evangelio (Mt. 28:19), y que cada pámpano del Señor debe llevar fruto (Jn. 15:5, 16), e incluso fruto que permanezca. Por esta razón, el Señor también quiere que alimentemos a Sus corderos (21:15), esto es, a los creyentes regenerados, con las riquezas de la vida del Señor. Para hacer esto es necesario que primeramente apartemos un tiempo específico cada semana para salir a visitar a nuestros conocidos, a fin de llevarles la salvación de Dios. Si hacemos esto cada semana, en un año ciertamente podremos bautizar a varias personas. Después de esto, debemos cuidar de ellas y alimentarlas regularmente. Si nos proponemos a hacer esto con seriedad, estoy seguro de que cada uno de nosotros podrá traer cada año a dos personas a la vida de iglesia. Esto sería algo tremendo.

Además, la Biblia requiere que perfeccionemos a los santos para que ellos puedan llevar a cabo la obra del ministerio neotestamentario, que consiste en edificar el Cuerpo de Cristo (Ef. 4:12). Esto no lo deben hacer sólo unos pocos; se requiere que todos los miembros del Cuerpo se perfeccionen unos a otros, y el mejor lugar para hacer esto es en las reuniones de grupo. En las reuniones de grupo los santos pueden identificarse unos con otros, y si hay algún problema o necesidad, pueden orar unos por otros. Asimismo, la comunión mutua redunda en la alimentación mutua y en la ayuda mutua. Además de esto, pueden discutir juntos acerca de la verdad. Hemos encontrado una buena manera de hacer esto, la cual consiste en tomar uno de los libros de la Biblia como una línea y orar-leer dos o tres versículos cada día de forma secuencial. Así, cuando vengamos a las reuniones de grupo, tendremos más de diez versículos que podremos usar para compartir y discutir mutuamente. Después de hacer esto por cierto tiempo, estaremos bien nutridos con las verdades de la Biblia. Creemos que Dios recobrará esta condición en todo lugar.

Después de predicar el evangelio, alimentar a los corderos y perfeccionar a los santos, nos queda faltando un último asunto, el cual es profetizar para la edificación de la iglesia. Profetizar es hablar a los hombres para edificación, aliento y consolación (1 Co. 14:3); no significa simplemente predecir. Cada uno de nosotros que viene a la reunión debe tener algo que haya preparado con anticipación. Debemos traer lo que hayamos recibido del Señor en nuestra vida diaria y ofrecerlo. Usted dice algo y yo digo algo; esto edificará a las personas y glorificará a Dios.

Hasta el presente, estas cuatro cosas —la predicación del evangelio por parte de todos, la alimentación de los corderos, el perfeccionamiento de los santos y el profetizar para la edificación de la iglesia— no han sido plenamente recobradas entre nosotros. Puesto que estas cosas están en la Biblia, Dios las recobrará. Estas cosas escasean mucho en el cristianismo; pero puesto que nosotros estamos aquí como el recobro del Señor, debemos responder rápidamente y proseguir, luchando y esforzándonos, a fin de poner en práctica estos cuatro asuntos. No debemos contentarnos con nuestra condición actual, pues carecemos de un contenido rico, sobre todo en estas cuatro cosas somos débiles y no lo suficientemente fuertes, y somos viejos y no lo suficientemente frescos. Por lo tanto, necesitamos ser avivados cada mañana y vencer cada día. Además, debemos procurar aprender, con determinación y empeño, lo relacionado con la nueva manera ordenada por Dios. En tanto que estemos dispuestos a aprender, nada será imposible.

DEBEMOS ESFORZARNOS POR APRENDER

Ésta es mi carga: hermanos, la Biblia nos muestra que Dios tiene una economía en la cual desea obtener un vaso corporativo, la iglesia, cuya consumación máxima será la Nueva Jerusalén. Por lo tanto, lo que vemos en la Nueva Jerusalén debe ser la misma condición de la iglesia en la tierra hoy. Sin embargo, cuando observamos la situación que impera en el catolicismo y el protestantismo, y luego examinamos nuestra propia condición, notamos que la situación general es deficiente, no es como debiera ser, y está lejos de lo que está escrito en la Palabra de Dios. Si el Señor no logra ganarnos a nosotros, tendrá que ganar a otros. Tarde o temprano el Señor ganará a un grupo de personas por medio de las cuales Su Palabra santa pueda ser completamente recobrada. El deseo que está en Su corazón debe cumplirse y Su economía debe llevarse a cabo.

Además, conforme a la situación mundial en general, pareciera que el Señor está haciendo rápidamente esto; Él está apurando Su recobro. Espero que todos los santos del Sudeste Asiático también puedan ver la luz de esta revelación y esta práctica, y aprendan con dedicación. Con esto no quiero decir que ustedes de inmediato deban hacer esto o aquello; simplemente deben estar dispuestos a hacer estas cosas y a aprender, practicándolas paso a paso con seriedad. No tienen que instar a todos a hacerlas juntos; ello quizás resultaría ineficaz. Lo mejor es que ustedes mismos sean los que lleven la delantera. Al principio quizás dos o tres empiecen a practicar estas cosas y luego gradualmente el número aumente a cinco o seis, luego a ocho o nueve, y así sucesivamente. De este modo, espontáneamente habrá una atmósfera en la iglesia en la que todos predicarán el evangelio, alimentarán a los corderos, perfeccionarán a los santos, y de ese modo participarán directamente en la edificación, en el conocimiento de la verdad, en el crecimiento en vida y en el profetizar en las reuniones con miras a la edificación de la iglesia. Como resultado, el recobro de la manera ordenada por Dios se extenderá a todo lugar; cada santo será lleno de la vida de Cristo y del Espíritu de Cristo, y todos serán miembros vivientes y orgánicos que desempeñan su función. Éste es el verdadero avivamiento de la iglesia, y también es la verdadera situación de recobro que el Señor desea obtener. Quiera el Señor tener misericordia de nosotros.

(Mensaje dado por el hermano Witness Lee en Kuching, Malasia, el 2 de noviembre de 1990).


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