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Mensajes de vida, tomo 1 (#1-41)por Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6926-8
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Actualmente disponible en: Capítulo 11 de 41 Sección 2 de 4

LA VIDA

Los asuntos relacionados con la vida quizás no sean fáciles de explicar, pero son fáciles de experimentar. Los médicos dedican años para estudiar el cuerpo físico, pero no saben lo que es la vida física. Sin embargo, un bebé experimenta la vida simplemente al respirar, sin recibir ninguna instrucción ni aplicarse a estudiarla. Yo disfruto mi vida física sin necesidad de entenderla, pues ella me capacita para hablar y moverme. La experiencia de vida simplemente consiste en respirar. Cien libros no pueden explicar la respiración, pero la acción de respirar es muy sencilla. Lo mismo se aplica a la vida en nuestra experiencia.

A fin de experimentar la vida de Dios, tenemos que tener al Hijo (1 Jn. 5:12). La vida es una persona: es Cristo mismo. No piense que saltar y gritar son indicios de esta vida. La vida no es una condición, sino una persona. Sea que yo duerma o salte, sea que grite o esté callado, tengo vida. Lamentablemente, muchas veces me ha parecido que los que gritan en las reuniones son los que están más escasos de la vida.

Los que son ricos en vida no tienen necesidad de gritar. Cuando vienen a la reunión y se sientan, la vida irradia de ellos. Recuerdo las reuniones en Shanghái a principios de los años treinta. El hermano Nee tenía veintinueve años; era dos años mayor que yo. Él podía estar en las reuniones sin decir nada, sin orar y aun sin cantar bien, pero estaba lleno de vida. Si había una reunión y él estaba viajando en algún otro lugar, ¡cuánto lo extrañábamos! Aunque nos esforzábamos por ejercitarnos en oración, sentíamos que había una carencia de vida. La vida en una sola persona es un factor determinante.

LA RAZÓN POR LA CUAL EXISTE EL UNIVERSO

¿Por qué Dios creó los cielos y la tierra? Para cumplir Su propósito, Él necesitaba la tierra, el aire, la luz del sol y la lluvia. Él hizo todas estas cosas para que sirvieran de entorno a la vid que Él quería cultivar (Jn. 15:5). Para nuestro Padre Dios, la tierra es una viña en la cual Él cultiva y cuida la vid, Su Hijo. Sin embargo, una vid es poca cosa sin sus ramas. ¿No es maravilloso que nosotros seamos esas ramas (v. 5)? ¿Por qué Dios tiene la iglesia? ¿Por qué Él nos ha reunido a nosotros? Él desea cultivarnos a nosotros, no nuestra vida natural, a fin de que esta vid pueda crecer y extenderse. Cuando los pámpanos crecen, la vid crece. Nuestra profesión, nuestro llamamiento, nuestra responsabilidad, consiste en cultivar y producir esta vid. Cuando nosotros vivimos a Cristo (“Para mí el vivir es Cristo”, Fil. 1:21), nosotros lo cultivamos. Luego, cuando lo cultivamos, lo producimos.

CÓMO REUNIRNOS

Nuestras reuniones deben ser un escaparate de nuestra vida cristiana. Dios en Su economía ha determinado que nosotros vivamos a Cristo, cultivemos a Cristo y produzcamos a Cristo. Nosotros vivimos de esta manera y, por tanto, también nos reunimos de esta manera. No es necesario discutir respecto a la clase de reunión que debemos tener. Este asunto es resuelto en nuestra vida diaria: en nuestra vida matrimonial, en nuestra vida laboral y en nuestra vida escolar. Si no vivimos a Cristo en nuestra vida personal y privada, ¿cómo podremos liberarlo a Él en las reuniones? Incluso si de una manera sincera intentamos liberar nuestro espíritu, con todo, la reunión seguirá siendo una mera actuación.

LLEVAR FRUTO

El fruto que producen los pámpanos no es resultado de una labor, sino del fluir de la vida interior. Nuestra predicación del evangelio tiene que ser nuestro vivir. Vivir de esta manera atraerá a las mejores personas. Nos hemos esforzado mucho, pero el fruto que hemos producido ha sido muy escaso; esto indica que no hemos vivido mucho a Cristo.

UNA FALSA LIBERTAD

En estos pasados meses, he estado profundamente preocupado por la dirección que está tomando el recobro. El Señor me ha inquietado y ha puesto en mí la carga de que la naturaleza del recobro ha sido cambiada de la vida a actividades, conceptos y planes.

Por el bien del recobro del Señor, debemos dejar de lado nuestras opiniones. No se distraigan con ningún concepto. ¿No se dan cuenta de que sacrifican la unidad cuando defienden sus conceptos?

Ustedes dicen que las reuniones son aburridas. Dicen que es religioso asistir a todas las reuniones. Dicen que pueden disfrutar al Señor en la playa. Yo les pregunto: ¿No es la familia su familia, independientemente de si es buena o mala? ¿Qué creen ustedes que lamentarán en la próxima era: haber asistido a reuniones aburridas o no haber asistido a las reuniones? ¿Alguna vez han recibido gracia estando fuera de las reuniones, yendo a la playa, viendo televisión o participando en deportes?

Dejen de lado todos esos conceptos tan dañinos. Muchas veces cuando la condición de las reuniones no era buena y yo no sentía deseos de ir, de todos modos fui porque siempre me empeño en asistir a las reuniones. (En toda mi vida de iglesia son muy pocas las reuniones a las que no he asistido). Sin embargo, especialmente en esas reuniones, muchas veces recibí la gracia del Señor.


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