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Estudio-vida de Ezequielpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6480-5
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Actualmente disponible en: Capítulo 15 de 27 Sección 4 de 4

EL JUICIO DE DIOS

Ahora debemos proceder para ver de qué manera Dios ejecutó Su juicio sobre estas siete naciones. Dios ejecutó Su juicio de cuatro maneras: al destruir estas naciones, al desolarlas, al abatirlas y al entregarlas al averno, esto es, a lo más profundo de la tierra (31:14). ¿Dónde están aquellos en el Imperio romano que aborrecían a la iglesia? Ellos están en lo más profundo de la tierra, el lugar adonde todo perseguidor de la iglesia irá finalmente.

Es crucial que tomemos medidas con respecto a nuestro viejo hombre. Si no juzgamos nuestro viejo hombre, Dios ejecutará Su juicio sobre nosotros, haciéndonos personas bajas y “abatidas” en espíritu. Si juzgamos nuestro viejo hombre, sin preocuparnos por ser los primeros o por tener una posición en la iglesia, seremos felices en la vida de iglesia, estaremos “arriba” y nuestro espíritu será “elevado”. Haber sido “abatidos” significa que estamos bajo el juicio de Dios.

Debido a que hacemos caso a nuestro hombre natural, a veces Dios, en Su juicio, nos destruirá y nos hará caer en desolación. Cuando estamos desolados, en nosotros no hay nada fresco, nuevo, viviente y en crecimiento. En lugar de ello, somos como un desierto. La desolación es resultado de hacerle caso a nuestro hombre natural. Cuanto más recurrimos a nuestra sabiduría natural, más desolados seremos. Pero si juzgamos nuestro hombre natural, nuestro espíritu se levantará y seremos personas frescas, vivientes y florecientes.

Nuestro viejo hombre y nuestro hombre natural ciertamente deben recibir el trato de Dios. No podemos ser responsables por los “amonitas”, los “moabitas”, los “tirios”, los “sidonios” y los “egipcios”; pero podemos y debemos ser responsables por los “edomitas” y los “filisteos”, que representan a nuestro viejo hombre y nuestro hombre natural. Por la gracia de Dios tenemos que tomar medidas exhaustivas con respecto a nuestro viejo hombre y nuestro hombre natural y no permitirles llevar adelante su obra de destrucción en la iglesia. En 1 Corintios 3:17a se nos dice: “Si alguno destruye el templo de Dios, Dios le destruirá a él”. Si nuestro viejo hombre y nuestro hombre natural destruyen la iglesia de Dios, Dios nos destruirá a nosotros junto con nuestro viejo hombre y nuestro hombre natural. Al respecto, tenemos que aprender a temer a Dios.

EL RESULTADO DEL JUICIO DE DIOS
SOBRE LAS NACIONES

El primer resultado del juicio de Dios sobre las naciones fue que todas las naciones (y también Israel) supieron que Él era el Señor. “Para que sepan que Yo soy Jehová” es una expresión que se repite muchas veces en el libro de Ezequiel. Una y otra vez el Señor parecía decirles: “Los destruiré para que sepan que Yo soy el Señor. Los haré desolación para que sepan que Yo soy el Señor. Los abatiré para que sepan que Yo soy el Señor. Los pondré en lo más profundo de la tierra para que sepan que Yo soy el Señor” (25:7, 11, 17; 26:6; 29:6). Todos aquellos que se opusieron al Señor y ahora están en lo más profundo de la tierra, tales como el emperador Nerón, Hitler y Mussolini, saben ahora que Jesús es el Señor. A la postre, todos aquellos que todavía se oponen a Dios y persiguen a la iglesia serán puestos en lo más profundo de la tierra, donde sabrán que Jesús es el Señor.

El segundo resultado, o fruto, del juicio de Dios sobre las naciones fue que el propósito de Dios se realizó y se cumplió.


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