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Cristo como la realidadpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3063-3
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El segundo resultado: el suicidio

El segundo resultado de que la juventud sea adoctrinada con ideas diabólicas es cometer suicidio. Si estudian las estadísticas apropiadas, verán que el número de suicidios ahora es mucho mayor que lo que era cinco años atrás. En los primeros años de mi ministerio casi nunca oí decir a alguien que deseaba quitarse la vida, pero en estos últimos años varios jóvenes creyentes han venido a mí y expresaron esa intención. ¿De dónde proviene esta clase de pensamiento? No hay duda que Satanás ha adoctrinado a los jóvenes poniendo tales ideas en su mente. Todos debemos orar y estar firmes contra tal sutileza del enemigo. Todo lo que Satanás se propone es dañar la humanidad a fin de que no sea útil para el propósito de Dios.

El tercer resultado: trastornos mentales

El tercer resultado de adoctrinar con tales conceptos diabólicos son los trastornos mentales. Si verificamos con las generaciones más jóvenes del presente, veremos que muchos de ellos no tienen una mente poderosa. Su manera de pensar y sus conceptos son totalmente infundados y enfermizos. Pablo dice en 2 Timoteo 1:7 que Dios nos ha dado un espíritu de cordura. Nuestra manera de pensar debe ser excesivamente saludable, y debemos tener conceptos e ideas sanas. Necesitamos una mente sana.

LA HUMANIDAD APROPIADA

Pablo también nos dice que cada uno de nosotros debe saber cómo poseer su propio vaso en santificación y honor (1 Ts. 4:4). Sabemos que nuestro “vaso” significa nuestro cuerpo. Todos debemos guardar nuestro cuerpo en santificación y honor, debido a que nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo y un miembro de Cristo (1 Co. 6:15-16, 18-19). No debemos usar mal nuestro cuerpo.

Debemos mantener una mente sana y nuestro cuerpo en santificación. Esto significa que estamos en una batalla. La vida de iglesia es una verdadera vida de batalla; mas no estamos luchando contra seres humanos, sino contra el enemigo sutil, Satanás. Si no tenemos una mente sobria ni mantenemos nuestro cuerpo en santificación, ya fuimos derrotados. A fin de pelear la batalla, necesitamos una humanidad apropiada; y una humanidad apropiada posee no sólo un espíritu fuerte y viviente, sino que además posee una mente sana y un cuerpo en santificación. Ésta es la humanidad a la que Satanás le teme mucho. Consideren la sociedad actual; ¿creen poder encontrar tales seres humanos en el linaje humano? Yo no lo creo. Incluso dudo que en el cristianismo actual los cristianos tengan tal humanidad. Muchos de ellos están muertos en sus espíritus, y su manera de pensar es enfermiza; sus mentes no son sanas. Es más, vergonzosamente, aun entre los cristianos hay fornicación. Satanás parece haber ganado la victoria sobre toda la humanidad.

Pero ¡alabado sea el Señor! La iglesia aquí tiene la humanidad de Jesús. Tal humanidad posee un espíritu fuerte y viviente; una mente clara, sana y sobria; y un cuerpo que es guardado en santificación. Ésta es la humanidad que hoy en día está calificada para pelear la batalla por Dios. Anhelamos ver que todas las iglesias locales lleven la vida de iglesia con tal humanidad. Hasta cierto grado, podemos decir que entre nosotros la vida de iglesia es así. No obstante, siento la carga de compartirles que la vida de iglesia no es sólo una vida de iglesia, sino una vida de batallas. No luchamos contra carne y sangre ni contra ningún ser humano, sino contra los principados, las potestades y las tinieblas en el aire.

Si no tenemos la humanidad apropiada, habremos perdido nuestra base. Algunos dirán que nuestra base es la sangre preciosa. Estoy de acuerdo que la sangre nos cubre; pero aún necesitamos la humanidad apropiada acompañada de un espíritu viviente; así como una mente clara y sobria; y un cuerpo santo, separado por Dios para Su propósito. Si erramos en cualquiera de estos tres asuntos, seremos vencidos en la guerra espiritual. Simplemente no tendremos base alguna para pelear la batalla.

Alabado sea el Señor que la humanidad de Jesús no sólo es necesaria y suficiente para producir las tablas derechas, las barras que unen, los dones apropiados y el fluir de vida, sino que es aún más necesaria y más que suficiente para la guerra espiritual. Para que la iglesia libre la guerra espiritual, todos necesitamos la humanidad apropiada. Por nosotros mismos no podemos ser tales personas, pero Él es tal Persona en nosotros, y Su humanidad es la humanidad apropiada para la guerra espiritual. La ofrenda de harina que presentamos a Dios está compuesta de tal humanidad. Ésta es la humanidad que constituye la verdadera adoración a Dios, proporciona la dieta sacerdotal y produce las tablas derechas; además de ello, forma el edificio de Dios al unir las barras que unen, produce los dones adecuados, nos da el fluir de vida y pelea la batalla por nosotros. Todos debemos ser valientes en la humanidad de Jesús, para que así podamos pelear la batalla por el reino de Dios.


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