Información del libro

Fe cristiana normal, Lapor Watchman Nee

ISBN: 978-0-87083-779-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

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Actualmente disponible en: Capítulo 8 de 17 Sección 4 de 5

ARDIENTES POR DENTRO

Conozco a una señora que tiene muy buen temperamento. Nunca se enoja. Siempre hay una sonrisa en su rostro. Un día mientras que su sobrina estaba visitando su casa, una persona extremadamente irrazonable la reprendió por un largo rato. Muchas palabras insoportables le fueron dichas, pero no contestó ni una palabra; todavía había una sonrisa en su rostro. Después que la persona se fue, la sobrina asombrosamente dijo: “Tía, esa fue una buena demostración de paciencia para poder retener tu temperamento. Si yo hubiera sido tú me hubiera enojado. Al menos le hubiera contestado algo”. La tía dijo: “No, no pienses que no estaba enojada. ¡Me estaba quemando por dentro! Pero he cultivado mi paciencia y suprimido mis sentimientos”.

Nuestro problema no es si nuestro trastorno se manifieste o no. Más bien, es de si hay o no trastorno por dentro. ¡Vaya! ¡Es un hecho que tenemos toda clase de problemas por dentro! La Biblia nos muestra que somos pecaminosos naturalmente. No hay nada raro en que un hombre se vaya tras el pecado. Sus partes internas y externas se sienten compatibles unas con otras cuando peca. Para él, ésta es una consecuencia de lo más natural. Nuestra vida humana está destinada a ser manipulada por la carne, el mundo y el pecado.

LA SEMILLA DEL PECADO DENTRO DEL HOMBRE

Algunas personas se ven bien exteriormente. Tienen un alto sentido de moralidad y un nivel decente de comportamiento. Parece como si poseyeran una vida mejor. Pero las bondades exteriores son simplemente obra de represión. Estas son como un caballo retenido fuertemente por sus riendas. Si le da una oportunidad, se zambulliría en problemas. Déjeme decirle una palabra honesta: cada hombre puede llegar a ser un bandido, y cada caballero puede llegar a ser un criminal deshonorable. Sólo suéltenle las manos, y toda vileza irrumpirá. La semilla del pecado está dentro del hombre. No es algo raro que el hombre peque.

Nadie tiene que esforzarse para enojarse. Pero sí necesita esforzarse para no hacerlo. Una persona nunca ha escrito en su diario: “Desde hoy en adelante, he determinado enojarme una vez al día. Si se me pasa hacerlo, ¡me castigaré a mí mismo!”. Solamente la paciencia necesita deliberación. Cometer el mal es muy natural. No se requiere esfuerzo consciente. Obrar deliberadamente sólo se necesita para hacer el bien.

EL PECADO ES UNA NATURALEZA HEREDADA

Yo duermo en ese pequeño cuarto justo fuera de la puerta. Si hay una luz brillante en éste salón, no podría dormir allí. Si quiero dormir, todo lo que necesito hacer es cerrar la puerta, y la luz estará apagada para mí. La oscuridad es la característica de ese cuarto; la luz, el elemento extraño. Todo lo que puedo hacer es alejar el elemento extraño. No puedo alejar la oscuridad inherente. Usted puede cerrar la puerta a las aspiraciones de no tener pecado. Pero nunca puede cerrar su puerta a tentaciones pecaminosas. Ya que la vida que tenemos es corrupta, la expresión de ella en nuestro vivir es igualmente mala.

Dios nos salva para regenerarnos a fin de que tengamos un cambio de vida. La vida nueva es la vida de Dios mismo. La regeneración significa recibir la vida de Dios. Significa que de allí en adelante nuestro ser entero es removido, y Dios está viviendo en nosotros. Ya no vivimos nuestra propia vida. Dios llega a ser nuestro vivir. Nunca exhorto a las personas a que hagan el bien. De nada servirá aun si les exhorto día y noche. Es imposible para el hombre vivir la vida de Dios. Sólo la entrada de la vida de Dios en el hombre puede producir un vivir igual a Dios. Recibir la vida de Dios es la regeneración, y sólo la regeneración resultará en un cambio del comportamiento exterior.


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