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Cristo crucificado, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3691-8
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CAPÍTULO TRECE

SEPARADOS DEL SEÑOR
NO PODEMOS HACER NADA

En Juan 15:5 el Señor dijo: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en Mí, y Yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de Mí nada podéis hacer”.

SEPARADOS DEL SEÑOR NO PODEMOS HACER NADA

El Señor dijo: “Porque separados de Mí nada podéis hacer”. ¿Qué significa esto? En lo que se refiere a nosotros, todavía somos capaces de hacer muchas cosas separados del Señor. Tal parece que no necesitamos depender del Señor para predicar el evangelio, ni tampoco para visitar a los santos ni para servirle. Muchos de nosotros hemos tenido esta clase de experiencia. En nuestro servicio, en nuestra obra, cuando tenemos que predicar del evangelio, cuando salimos a visitar a los santos, aparentemente podemos hacer muchas cosas sin tener mucha comunión con el Señor y sin necesidad de permanecer en Él. Sin embargo, a los ojos del Señor, todo lo que hacemos sin tener comunión con Él o sin depender de Él, es decir, todo lo que hacemos por nosotros mismos, no cuenta. Es por eso que el Señor dijo: “Separados de Mí nada podéis hacer”. Eso significa que únicamente aquello que hacemos mientras permanecemos en el Señor cuenta delante de Sus ojos. Estando separados de Él, todo lo que hagamos no significará nada.

Las palabras del Señor aquí no necesariamente significan que seamos personas caídas y que estemos lejos del Señor, sino que hay una barrera entre nosotros y el Señor. La primera parte de este versículo habla del que permanece en el Señor y el Señor en él. Luego, la última parte dice: “Porque separados de Mí nada podéis hacer”. La palabra porque indica que la frase que le sigue explica lo anterior. Por lo tanto, la parte que dice que los pámpanos no pueden llevar fruto estando separados de la vid, explica la parte anterior que habla de no permanecer en el Señor. ¿Qué significa la frase separados deMí? No necesariamente significa que cuando estamos separados del Señor, ya no parezcamos cristianos debido a los pecados o transgresiones que hayamos cometido. Puede ser que sigamos orando, asistiendo a las reuniones y predicando el evangelio como de costumbre. Aparentemente, no tenemos ningún problema con el Señor y somos cristianos normales, pero de hecho, puede ser que estemos separados del Señor y que interiormente hayamos perdido nuestra comunión con Él.

¿Qué significa permanecer en el Señor? Podemos usar el siguiente ejemplo. Un teléfono “permanece” en la electricidad. Una vez que la electricidad es activada, el teléfono empieza a “permanecer” en la electricidad, y al mismo tiempo, la electricidad “permanece” en el teléfono. El teléfono y la electricidad están mutuamente unidos y se mantienen en comunicación. Esta clase de comunicación y unión produce un efecto que hace posible que el teléfono transmita el sonido. Sin embargo, cada vez que la electricidad es desactivada, ella deja de permanecer en el teléfono, y entonces el teléfono pierde la capacidad de transmitir el sonido. Aparentemente, el teléfono sigue igual, pero en realidad está desconectado de la electricidad. Es posible que un cristiano tenga un aspecto bueno y apropiado y lleve una vida espiritual irreprochable; sin embargo, puede ser que no permanezca en el Señor, y que el Señor no permanezca en él. En esos momentos, todo lo que haga y todo su vivir carecerá de valor a los ojos de Dios y no significará nada. Su supuesto vivir normal será uno que emana de sí mismo y que lleva a cabo por sí mismo, pero que no está en unión ni en comunión con el Señor, ni es un vivir en el cual el Señor se expresa desde su interior.

Desde la perspectiva de Dios, toda realidad espiritualidad es Cristo mismo. Ante Dios, en todo lo relacionado con nuestro progreso y vivir espirituales, únicamente cuenta aquello que sea Cristo. Nuestra vida espiritual es Cristo mismo, nuestro vivir espiritual es Cristo mismo y nuestro crecimiento espiritual también es Cristo mismo; todos los asuntos espirituales son sencillamente Cristo mismo. Por consiguiente, si Cristo no está en nosotros, no podremos tener una vida espiritual; si no vivimos en Cristo, no podremos llevar una vida espiritual; y si Cristo no crece en nosotros, no podremos experimentar ningún progreso espiritual. Tal vez hayamos acumulado mucho conocimiento doctrinal y tengamos muchas prácticas espirituales; pero nada de ello contará como progreso espiritual. Nuestro progreso espiritual es el crecimiento de Cristo en nosotros. Todo lo que no es Cristo no es espiritual y carece completamente de valor espiritual a los ojos de Dios.


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