Fe cristiana normal, Lapor Watchman Nee
ISBN: 978-0-87083-779-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Aparte de la regeneración, hay otro asunto crucial, el cual llamamos satisfacción cristiana. Un cristiano auténtico siente que sus esperanzas se han llevado a cabo, sus aspiraciones han sido alcanzadas; él no tiene necesidades; está absolutamente satisfecho. Pero esta satisfacción es muy diferente del contentamiento del cual la gente habla comúnmente. El contentamiento consiste en ver las cosas en una manera optimista, significa dejar que las cosas vengan y ocurran sin insistir en nada. Tal vez no haya mucha posición o riquezas, o no haya mucho honor o renombre, pero mientras uno pueda vivir en paz y que no nos molesten, ¡esto es suficiente! Esto es contentamiento. Pero esto no es satisfacción. Cuando una persona está satisfecha, siente que el tiene lo que quiere y no desea nada más.
En Juan 4 hay un registro excelente. ¿Qué fue lo que dijo Jesús a la mujer samaritana? “Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed” (v. 13). Si desea gloria terrenal, renombre, posición, riqueza, etc., nunca estará satisfecho. Cuando tenga diez mil dólares, deseará tener cien mil, y cuando haya adquirido cien mil, empezará a soñar con un millón. Nunca habrá satisfacción. El que beba de esta agua volverá a tener sed.
¿Cómo saciamos esta sed? El Señor Jesús dijo: “mas el que beba del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás” (v. 14). Un hecho asombroso es que ni Confucio ni ningún otro líder religioso dijo alguna vez tal cosa. Las enseñanzas de Confucio y de Mencius solamente dicen de que esté contento y que viva en su pobreza. La persona de ellos no tiene nada que ver con su contentamiento. Sin embargo, la persona de Jesús tiene mucho que ver con saciar la sed.
Naturalmente la mujer deseaba tomar de esta agua que saciaba la sed. Cuando ella preguntó a Jesús acerca de esta agua, “Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le habrías pedido, y El te habría dado agua viva” (v. 10).
¿Estaba Jesús predicando una doctrina? No, no había doctrina alguna. La única cosa que El hizo fue señalarse a Sí mismo, como si estuviera diciendo: “Si conocieras quien es El, le pedirías inmediatamente, y El te daría del agua viva, para que ya no tengas sed”. ¿Ha visto esto? La pregunta es quién es Jesús de Nazaret.
La mujer samaritana no era una mujer decente. El hecho de que ella hubiese tenido seis maridos mostraba qué clase de mujer era. Ella debe de haber estado insatisfecha con uno y con otro. Un esposo no podía satisfacerla y el otro no podía hacerla feliz. Como resultado, ella cambiaba de un esposo a otro, entonces a un tercero y a un cuarto, hasta que llegó al sexto. Un día ella vino a sacar agua, lo cual era una indicación que ella era una que bebe y aún tiene sed. Lo extraordinario es que en ese día, su vida cambió totalmente. ¡Ella llegó a satisfacerse! ¿Qué fue lo que hizo? ¡No hizo nada! Ese día ella se dio cuenta de quién era Jesús de Nazaret y fue salva. Veamos de nuevo el proceso a través del cual ella llegó a conocer a Jesús y a creer en El.
“Le dijo la mujer: Señor, me parece que Tú eres profeta” (v. 19). Puesto que Cristo le dijo todo lo que ella había hecho, ella percibió que El no era un hombre común y corriente. El debiera de ser un profeta. Jesús le dijo algo más para mostrarle que El no era simplemente un profeta: “Créeme” (v. 21). Y la mujer le dijo: “Sé que ha de venir el Mesías, que se llama el Cristo; cuando El venga nos declarará todas las cosas” (v. 25). ¿Qué le contestó Jesús? El dijo: “Yo soy, el que habla contigo” (v. 26). Lo primero que un pecador necesita hacer no es arrepentirse y cambiar su comportamiento, sino darse cuenta de quién es Jesús. Todo estará bien si se da cuenta de quién es Jesús.
Más tarde, la mujer fue a la ciudad y dijo a la gente: “Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?” (v. 29). No me gustan las palabras “No será éste”. Ya que ella sabía que este hombre era el Cristo, porque dijo: ¿“No será éste”? No obstante, ella creyó y fue a decirle a otros que Cristo había venido. Pueden ver claramente que el asunto no era una doctrina ¡sino una persona! Nuestra preocupación no es las doctrinas, sino el ver quién es Jesús. Una vez que tengamos al Señor Jesús, tendremos verdadera satisfacción; seremos inundados con el sentir de haberlo adquirido todo.
Ahora veremos algo más en el capítulo cinco de Juan. Parece que en este capítulo el Señor habló algunas doctrinas, pero realmente no expuso mucho. Fue nuevamente una invitación para recibir el conocimiento de quién es Jesús de Nazaret. El habló algunas palabras, pero ellas fueron para guiarnos a creer en El. El Señor Jesús dijo que los judíos escudriñaban las Escrituras. Pero, las Escrituras, el Señor indicó, testificaban de El. Lo que está escrito en ellas se refiere a El. Es importante conocer las Escrituras, pero es más importante conocer quién es Jesús de Nazaret. El asunto no es Su clase de enseñanza, sino qué clase de persona es.
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