Espíritu en las epístoles, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7707-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Ahora llegamos a la conclusión de 2 Corintios. La conclusión de este libro es diferente de las conclusiones de todas las otras Epístolas. La mayoría de las Epístolas finalizan con palabras como “la gracia del Señor Jesucristo sea con vosotros”. Pero este libro dice así: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros” (13:14). Este final es muy significativo porque este libro trata sobre la gracia de Dios, la cual es simplemente Cristo mismo.
Ustedes recordarán que en el capítulo 1 Pablo dijo que ellos fueron atribulados por los sufrimientos que les sobrevinieron, al grado que no pudieron confiar en su propia sabiduría, sino que sólo confiaron en la gracia de Dios (v. 12). Además de esto, en el capítulo 12 el Señor le dijo: “Bástate Mi gracia” (v. 9). Entonces en la conclusión del capítulo 13 Pablo dijo: “La gracia del Señor Jesucristo [...] sean con todos vosotros”. Al decir esto, él mostró la fuente, el origen, de esta gracia. Esta fuente es el amor de Dios. Según las personas de la Trinidad, Pablo debió haber mencionado primero el amor de Dios, luego la gracia de Cristo y luego la comunión del Espíritu Santo. Pero aquí él mencionó primero la gracia de Cristo, porque este libro trata de la gracia. La gracia es el tema de este libro. No obstante, cuando él mencionó la gracia, nos mostró que la fuente de esta gracia es el amor de Dios. La gracia y el amor no son dos cosas separadas, sino dos lados de una misma cosa. Por el lado de Dios, es amor; por el lado de Cristo, se manifiesta como gracia. En otras palabras, cuando la gracia de Cristo es trazada hasta su origen, que es Dios, entonces llega a ser el amor, y cuando el amor de Dios es expresado por medio de Cristo, llega a ser la gracia. La gracia es la expresión del amor, y el amor es la fuente de la gracia. La gracia de Cristo proviene totalmente del amor de Dios. Por tanto, cuando Pablo dijo: “La gracia del Señor Jesucristo [...] sean con todos vosotros”, él estaba señalando la fuente, que es el amor de Dios.
Además, es mediante la comunión del Espíritu Santo que esta gracia puede alcanzarnos. La comunión del Espíritu Santo es la transmisión del Espíritu Santo. La gracia de Cristo proviene del amor de Dios, ¿pero cómo se introduce esta gracia en nosotros? ¿Cómo es esta gracia transmitida a nosotros? Es mediante la comunión del Espíritu Santo. Por consiguiente, la conclusión nos muestra que para disfrutar la gracia del Señor, debemos estar en la comunión del Espíritu Santo, y al disfrutar la gracia del Señor, gustamos del amor de Dios. Por tanto, el Espíritu Santo, el Señor Jesús y Dios no son tres Dioses separados. De la misma manera, estos tres —el amor, la gracia y la comunión— son uno solo. Hoy si queremos disfrutar la gracia de Cristo, tenemos que estar en la comunión del Espíritu Santo, y a medida que disfrutemos la gracia de Cristo, naturalmente gustaremos el amor de Dios. Las tres personas son un solo Dios, y los tres asuntos son una sola cosa.
Usemos como ejemplo la electricidad. Con la electricidad, está la fuente, la corriente y el suministro, el cual es la electricidad misma. Todo esto es propio de la electricidad. Cuando queremos aplicarla de manera práctica, prendemos el interruptor y el suministro eléctrico llega, y la corriente eléctrica también fluye, trayendo consigo la fuente eléctrica. Esto también se aplica a la sangre y la circulación sanguínea. La circulación de la sangre es simplemente la sangre que fluye; no es otra cosa sino la sangre.
Por consiguiente, la comunión del Espíritu Santo es el fluir de Dios mismo. Cuando el fluir está escondido, es el amor, Cuando el amor fluye, fluye como gracia. Cuando la gracia fluye a nosotros, viene a ser la comunión. Esta comunión se da mediante el Espíritu, y este Espíritu está enteramente en nuestro espíritu. Por tanto, hoy debemos aprender a volvernos a nuestro espíritu, a entrar al Lugar Santísimo. Sólo cuando entramos en el Lugar Santísimo podemos tener contacto con el Espíritu de la comunión; sólo cuando estamos en el Espíritu de la comunión podemos disfrutar la gracia del Señor; y sólo cuando estamos en la gracia del Señor podemos gustar el amor de Dios. Así pues, si queremos disfrutar de esto, no hay otra manera excepto volver al espíritu, volver a entrar al Lugar Santísimo. Una vez que volvemos, estamos en Canaán disfrutando de las riquezas de Cristo. Con respecto al Señor, el disfrute de estas riquezas es gracia; con respecto a Dios, esto es amor; y con respecto al Espíritu Santo, esto es cierta comunión en nosotros.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.