Información del libro

Mensajes de la verdadpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6894-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 11 de 11 Sección 4 de 4

LOS PASOS QUE CONDUCEN A LA UNIDAD

Hay varios pasos que nos conducen a la unidad representada por el tabernáculo. Primero, tenemos al Espíritu inicial, que es el Espíritu que nos regenera y nos sella. Después sigue el proceso de la transformación, por el cual somos transformados en madera de acacia. Junto con la transformación, se lleva a cabo el proceso en el que la madera es revestida de la naturaleza divina. Además, el Espíritu intenta continuamente pasar a través de nosotros, es decir, traernos la experiencia de la cruz. Sin embargo, para que esto suceda, se requiere tanto la cooperación de nuestro espíritu como también de nuestra mente, voluntad y parte emotiva. Sólo entonces las barras que unen, esto es, las cinco barras distribuidas en tres hileras, podrán unir a los creyentes y hacer de ellos una sola entidad. Cuando experimentamos todos estos aspectos, tenemos la unidad en el Dios Triuno como se revela en Juan 17. Esto significa que tenemos el edificio en virtud del oro que lo reviste y lo mantiene en unidad.

EL ESPÍRITU QUE UNE PASA A TRAVÉS DE NOSOTROS

Debemos recalcar cuán importante es que el Espíritu que une pase a través de nosotros. El Espíritu que une no solamente nos fortalece para que podamos estar erguidos, derechos, sino que también pasa a través de nosotros. Hay algo que pasa a través de nosotros, no en un sentido vertical sino horizontal. Estamos en posición vertical, pero necesitamos que algo pase a través de nosotros. El Espíritu que nos permite estar firmes en posición vertical, es el mismo que debe pasar a través de nosotros, es decir, debe ser el Espíritu que cruza. Si estamos dispuestos a que Él pase a través de nosotros, esto significa que nuestro espíritu coopera con el Espíritu que cruza. El Espíritu nunca podrá unirnos a los demás creyentes si nosotros no estamos dispuestos a cooperar. El Espíritu que une no podrá unirme a usted a menos que el espíritu de usted esté dispuesto a cooperar con el Espíritu. Cuando el Espíritu que une llega a mí, viene junto con el espíritu de otro hermano, y cuando pasa a través de mí hacia un tercer hermano, va junto con mi espíritu. El Espíritu que une, por Sí solo, no puede unirnos; para ello, Él requiere la cooperación de nuestro espíritu. Esto implica que debemos estar dispuestos a que este Espíritu nos cruce, que pase a través de nosotros.

Si vemos este asunto, comprenderemos por qué, aún después de diecinueve siglos, la unidad por la cual el Señor oró en Juan 17 todavía no ha llegado a existir. Entre los cristianos de hoy muy pocos han sido transformados o revestidos de la naturaleza divina. Además, el Espíritu no ha podido pasar a través de muchos de ellos; su espíritu humano no ha cooperado mucho con el Espíritu divino. Por consiguiente, no hay unidad. Ahora bien, ¿en qué condición nos encontramos nosotros que estamos en el recobro del Señor? Debemos preguntarnos cuánto hemos sido transformados, cuánto hemos sido revestidos de la naturaleza divina, cuánto ha podido el Espíritu que une pasar a través de nosotros, y cuánto nuestro espíritu ha cooperado con el Espíritu que une. ¿Está dispuesto a permitir que el Espíritu pase a través de usted? Tal vez usted sea alguien que, como tabla erguida, está firme en favor del testimonio del Señor, pero ¿está dispuesto a que el Espíritu pase a través de usted? ¿Tiene el Espíritu la libertad de pasar a través de usted? Muchas veces el Espíritu no puede pasar a través de nosotros, porque no estamos dispuestos. ¿Está su espíritu siempre dispuesto a ir junto con el Espíritu a otro santo? No debemos pensar que el Espíritu de Dios pueda, por Sí solo, unirnos a otros creyentes. No es así. Él requiere la cooperación de nuestro espíritu. Esto es lo que significa guardar la unidad del Espíritu con toda humildad, mansedumbre y longanimidad, y al soportarnos los unos a los otros en amor.

EL VÍNCULO DE LA PAZ

Efesios 4:3 nos habla acerca del vínculo de la paz. El vínculo de la paz es la cooperación que nuestro espíritu le presta al Espíritu que une. Años atrás, cuando leí Efesios 4:2 y 3, sólo presté atención al asunto de guardar la unidad del Espíritu, pero no tuve en cuenta todos los asuntos mencionados en el versículo 2 que se relacionaban con el mismo tema. Fue con el tiempo que llegué a ver la relación entre estos dos versículos. Puedo testificarles con toda seguridad, basándome en mi experiencia, que poseemos el vínculo de la paz únicamente cuando nuestro espíritu coopera con el Espíritu. Aunque ciertos hermanos puedan reunirse, es posible que no haya paz entre ellos. Tales hermanos no podrán tener el vínculo de la paz sino hasta que sus espíritus estén dispuestos a cooperar con el Espíritu que pasa a través de ellos. Ésta es la manera apropiada de guardar la unidad del Espíritu, y también la comprensión acertada de las barras que unían las tablas del tabernáculo. Las barras que unen representan al espíritu mezclado, es decir, al Espíritu divino mezclado con el espíritu humano, que llega a ser el vínculo de la paz. Es así como podemos tener la verdadera edificación.

ESTAR DISPUESTOS A QUE EL ESPÍRITU
QUE UNE PASE A TRAVÉS DE NOSOTROS

Como creyentes en Cristo, todos tenemos al Espíritu inicial. Además de ello, nos encontramos en el proceso de ser transformados y de ser revestidos de la naturaleza divina. No obstante, me preocupa que cuando el Espíritu que cruza viene a nosotros para pasar a través de nosotros, muchos de nosotros no se lo permitimos. Debemos decirle: “Señor, mi espíritu está dispuesto a cooperar contigo. Estoy dispuesto a que pases a través de mí”. Si mostramos tal disposición, inmediata y espontáneamente tendremos la experiencia de las barras que unen y experimentaremos la unidad de manera práctica. El Espíritu Santo junto con nuestro espíritu se dirigirá después al espíritu de otro santo. Esto a su vez ayudará a que otros hermanos y hermanas estén también dispuestos a que el Espíritu que une pase a través de ellos.

El Espíritu que une puede pasar a través de todos los miembros del Cuerpo cuando el espíritu de ellos está dispuesto. Como resultado de estar dispuestos y de permitir que pase a través de nosotros, tenemos la unidad. Fue así como el tabernáculo llegó a ser una sola entidad. Ésta es la unidad que produce el edificio, la morada de Dios.

Si examinamos el cuadro del tabernáculo a la luz de Juan 17, podremos ver la verdad en cuanto a la unidad. Para tener esta unidad necesitamos recibir al Espíritu inicial, ser transformados en madera de acacia, ser revestidos de oro y, finalmente, permitir que el Espíritu que une pase a través de nosotros, lo cual sucede cuando nuestro espíritu está dispuesto a cooperar con Él. Sólo entonces tendremos de manera práctica la unidad y el edificio. Dicho edificio es la morada de Dios, el lugar donde Dios mora con el hombre en la tierra.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top