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Ejercicio y la práctica de la manera ordenada por Dios, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0428-3
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Actualmente disponible en: Capítulo 17 de 31 Sección 1 de 4

EL EJERCICIO Y LA PRACTICA
DE LA MANERA ORDENADA POR DIOS

MENSAJE DIECISIETE

CUATRO PRACTICAS CRUCIALES
DE LA VIDA CRISTIANA

Lectura bíblica:

  1. Leer la Biblia—2 Ti. 3:15-16
  2. Orar sin cesar—1 Ts. 5:17-18
  3. Mantener la vigilia matutina—Sal. 119:147-148
  4. Asistir a las reuniones—He. 10:25

SER LIBERADO PARA LA OBRA DEL SEÑOR

En este mensaje continuaremos la comunión acerca de cómo cuidar a los nuevos creyentes en las reuniones de hogar. Tener éxito en las reuniones de hogar no es fácil; depende totalmente de nuestras acciones. Cada vez que hagamos algo como parte de la obra del Señor, debemos ser personas liberadas. También debemos ser personas que puedan hacer que otros sean liberados. Como descendientes de Adán, toda la gente en la tierra está bajo alguna especie de esclavitud. Sin embargo, al tocar la obra del Señor, nosotros no debemos ser personas bajo esclavitud; debemos estar totalmente liberados. Si vamos a visitar la casa de un nuevo creyente con el propósito de tener una reunión de hogar, pero no estamos liberados, esto puede causar mucho daño. Todos tenemos que aprender a ser liberados de toda clase de atadura.

Hay muchas cosas que vienen a nosotros para atarnos y oprimirnos. En este aspecto, somos muy débiles y frágiles. Una cosa pequeña fácilmente puede atarnos. Mientras un hermano maneja a la casa de un nuevo creyente para tener una reunión de hogar, puede ser que uno de los miembros de su equipo haga algún comentario acerca de su manera de manejar. Este pequeño comentario acerca de su manera de manejar lo molestará y lo atará. En la vida matrimonial es difícil estar liberados porque las cosas pequeñas fácilmente pueden causar ofensas, y ser ofendido es ser atado.

Antes de ir a visitar una casa, tal vez usted reciba una llamada telefónica que haga que usted sea atado. Tal vez usted sienta y se dé cuenta de que está atado e incluso ore diciendo: “Oh Señor, libérame”, pero muchas veces su oración no será contestada. Luego, cuando usted entre en la casa, tal vez grite y se regocije exteriormente, pero interiormente no está liberado. El diablo sabe que usted está atado, el espíritu de usted sabe que usted está atado, e incluso los nuevos creyentes se darán cuenta de que algo dentro de usted no es muy agradable. El hecho de que usted esté atado puede matar la reunión de hogar. No importa lo que diga, predique o enseñe, no surtirá efecto. Por lo tanto, para obrar por el Señor eficazmente, usted debe ser una persona liberada.

Hace muchos años, mientras yo estaba en Shangai, el hermano Watchman Nee recalcó mucho este punto. Nos dijo que nunca debemos abrir ninguna carta inmediatamente antes de hablar de parte del Señor. Si abro una carta antes de hablar, es posible que yo sea dañado y que pierda mi eficacia. Puede ser que incluso me moleste con nada más mirar el nombre y la dirección del que envió la carta. El hermano Nee también dijo que cuando se aproxima la hora de hablar, no debemos aceptar ninguna llamada telefónica. Muchas veces, mientras estoy recogiendo mis libros para ir a la reunión, el teléfono suena. ¿Debo contestar o no? Estas cosas son muy molestas.

Otro factor molesto puede ser nuestros hijos. Si estamos a punto de hablar de parte del Señor, algo pasará con respecto a nuestros hijos que nos molestará. Es fácil ver cuán frágiles somos. Muchas cosas en nuestras circunstancias, en nuestro ambiente y en nuestra situación vienen a nosotros con la intención de destruir nuestra obra espiritual. Es por esto que es difícil encontrar alguna persona en la tierra que esté totalmente liberada, que no esté atado de alguna manera. No podemos evitar tener contacto con la gente. Tenemos que contactar a otros, y cuanto más contacto tenemos con otros, más factores molestos tendremos.

Todos nosotros estamos rodeados de factores molestos. ¿Cómo podemos aprender a no ser molestados? Esta lección no tiene fin; continuaremos aprendiéndola hasta que nos reunamos con el Señor. En este mensaje mi carga es aclarar a todos ustedes una lección básica. No importa cuánto hayan sido entrenados con respecto a las reuniones de hogar, lo primero que deben aprender es cómo ser liberados. Es posible hacer casi todo estando bajo ataduras. Si usted está oprimido, todavía puede enseñar en un salón de clase o aprender como estudiante. Sin embargo, al tocar la obra espiritual, mientras no esté liberado, usted no puede hacer nada.

El sutil enemigo que daña nuestra obra es el que nos molesta. Una vez que estamos molestos, no estamos liberados sino oprimidos. Entonces, nuestra obra se hace infructuosa. Para nuestro trabajo en las reuniones de hogar, todos debemos aprender a siempre mantenernos en el espíritu. Nunca debemos salir del espíritu para tratar con las cosas en nuestro ambiente o situación. Debemos mantenernos en el espíritu. También es de provecho tratar de no comprometernos en situaciones molestas. Una vez que uno se compromete en algo, es fácil que uno sea molestado.

Por el lado negativo, debemos aprender a no comprometernos. Por el lado positivo, debemos preservarnos, es decir, mantenernos, en el espíritu. En tal caso, aun si alguien nos dice algo acerca de nuestra manera de manejar, no nos importará, no tendremos ganas de involucrarnos en el asunto. El problema es que somos muy sensibles y siempre queremos meternos en todo. A algunas personas les gusta saber todo, y siempre están buscando información. Si somos así, ya no somos aptos para la obra del Señor.

La Biblia nos dice que mientras el Señor estaba en la tierra, era sordo y ciego (Is. 42:19). El no era sordo y ciego en realidad, sino que simplemente no quiso oír ni ver. A veces yo voy por algún lado y en realidad veo muchas cosas, pero no me preocupo por tales cosas ni les presto atención. En lugar de eso, tal vez esté pensando en cierto capítulo de la Biblia. Por lo tanto, cuando regreso, no me acuerdo de muchas de las cosas que he visto. Creo que la vista del Señor Jesús era muy fina, pero El no quiso mirar muchas cosas. En ese sentido, El no vio; era ciego. En el mismo sentido, también era sordo. No vio ni oyó, así que no se enredó en muchas cosas. Nosotros debemos darnos cuenta de que tal vez seamos personas metidas en demasiadas cosas. Algunos santos pueden estar entre nosotros sólo unos cuantos días y estar ya metidos en más cosas que yo. Tales personas no pueden llevar a cabo la obra del Señor. Todos debemos aprender a no enredarnos con otros y a no meternos en las situaciones de otros. Debemos ser personas que sólo conocen al Señor y nada más.


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