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Cumplimiento del tabernáculo y de las ofrendas en los escritos de Juan, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7380-7
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LAS ESCRITURAS

Juan 5:39 dice: “Escudriñáis las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de Mí”. Las Escrituras son la santa Palabra de Dios. Pero aun la Palabra de Dios puede tomarse como un sustituto de Cristo. Por esta razón el Señor dijo a los judíos que ellos escudriñaban las Escrituras, pensando que en ellas hallarían la vida eterna, pero no querían venir a Él para que tuvieran vida. Aparte de Cristo, el Hijo viviente de Dios, ni siquiera las Escrituras pueden darnos vida.

Es verdad que, aparte de Cristo, ni las Escrituras pueden darnos vida, y es aún más cierto que aparte de Él tampoco los mensajes del Estudio-vida pueden darnos vida. Me preocupa un poco que los que han recibido mucha ayuda de estos mensajes puedan, al menos en cierta medida, poner su confianza en estos mensajes, y no en el Señor mismo. Puede ser que algunos lean los mensajes del Estudio-vida sin tener contacto directo con el Señor. En ese caso, están tomando esos mensajes como un sustituto de Cristo. Pero ni las Escrituras, ni ciertamente los mensajes del Estudio-vida, jamás deben usarse para reemplazar a Cristo.

MOISÉS

En 5:45 y 46 el Señor Jesús les habló a los judíos respecto a Moisés, diciendo: “No penséis que Yo voy a acusaros delante del Padre; hay quien os acusa, Moisés, en quien tenéis puesta vuestra esperanza. Porque si creyerais a Moisés, me creeríais a Mí, porque de Mí escribió él”. La persona de Moisés también es una señal, la señal de una confianza religiosa constante. Juan el Bautista representó una confianza religiosa temporal, pero Moisés representó una confianza religiosa constante. En principio, hoy en día es posible que uno tenga cierta confianza religiosa tanto de manera temporal como constante. Por ejemplo, puede que alguien confíe en los mensajes del Estudio-vida temporalmente, pero confía constantemente en los escritos de Pablo. Sin embargo, ni los Estudios-vida, ni los escritos de Pablo son Cristo mismo, y jamás deben reemplazarle.

ESCUDRIÑAR LAS ESCRITURAS

La última señal que vemos en el capítulo 5 de Juan es escudriñar las Escrituras. Ésta es la señal de la manera religiosa para encontrar vida eterna. Todos los cristianos concuerdan en que debemos escudriñar las Escrituras a fin de recibir el suministro de vida. Sin embargo, muchos leen la Biblia y no obtienen ningún suministro de vida, porque estudian la Biblia como algo separado del Hijo viviente de Dios.

TODAS LAS SEÑALES ALUDEN
AL HIJO VIVIENTE DE DIOS

Además de la señal de la multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, en este capítulo tenemos once señales: la Fiesta de los judíos, la puerta de las Ovejas, el estanque de Betesda, los cinco pórticos, un ángel del Señor, el agitar del agua, el Sábado, Juan el Bautista, las Escrituras, Moisés y escudriñar las Escrituras. Todas estas señales aluden al Hijo viviente de Dios. Necesitamos que Cristo, el Hijo de Dios, sea la realidad para tener el suministro de vida. Las señales en este capítulo son típicas, genuinas y puras. Ninguna de ellas es una mixtura ni está relacionada con el paganismo. Pero ninguna de estas cosas debe reemplazar al Hijo de Dios. Únicamente Él puede darnos vida. Él trabaja junto con el Padre como uno solo (vs. 17-20), Él da vida a las personas y hace juicio (vs. 21-30, 40).

Me preocupa profundamente que muchos de nosotros aún tenemos sustitutos de Cristo. Es posible que confiemos en la vida de iglesia, o que confiemos en ciertos métodos o prácticas o en mensajes. Mi carga es que todos estemos conscientes de que nada aparte de Cristo puede darnos vida. Únicamente Él, quien es el Hijo viviente de Dios, el Enviado de Dios, es el Dador de vida. Puesto que únicamente Él puede darnos vida, necesitamos tener contacto con Él.

Cristo es todo para nosotros. Él no sólo es la Fiesta de la Pascua, la Fiesta de Pentecostés y la Fiesta de los Tabernáculos; Él también es nuestra Fiesta de Purim, la fiesta de nuestra suerte y destino. Nuestro destino es Cristo. Si le tenemos a Él, pasaremos de muerte a vida. Pero si no le tenemos a Él, permaneceremos en muerte. Cristo también es nuestra puerta, nuestra ciudad y nuestro estanque. Él es el verdadero agitar del agua. Juan el Bautista no puede compararse con Él. Debido a que Cristo es la verdadera Palabra de Dios, debemos venir a Él cuando leemos la Biblia, y no venir a las Escrituras separados de Él. Si venimos a Él, entonces Él, quien es la Palabra de vida, nos dará vida. Cristo también es nuestro verdadero Moisés, Aquel que Dios nos envió. Él habla por Dios, y transmite a Dios al hablar. Esto significa que Él habla impartiendo a Dios en nuestro ser. No debemos poner nuestra confianza en nada ni nadie que no sea Cristo. Únicamente Cristo puede darnos vida.

Debido a que Cristo es el único que puede darnos vida, debemos tener contacto con Él día tras día, y aun momento a momento. Él no está lejos de nosotros, pues Él está en nuestra boca, en nuestro corazón y en nuestro espíritu (Ro. 10:8). Simplemente debemos abrirnos desde lo profundo de nuestro ser e invocar Su nombre. Cada vez que nos abrimos al Señor y le invocamos de esta manera, tenemos contacto con Él y le recibimos.

Conforme a Juan 20:22, Cristo es el aliento santo, el Espíritu vivificante. Puesto que Él es este aliento, podemos inhalarle en cualquier tiempo. Pero contactar al Señor de esta manera depende de que le respiremos. Si no le inhalamos, no podremos tener contacto con Él ni recibirle. Lo que necesitamos es contactar a Cristo, recibir a Cristo y vivir por Cristo.

No debemos permitir que ni las mejores cosas espirituales reemplacen a Cristo. Este principio se aplica a la vida de iglesia y a cualquier práctica que tengamos. ¿Por qué venimos a la reunión? Debemos venir no por causa de la reunión misma, sino debido a que esta persona viviente nos es ministrada por medio de las reuniones; Él es el único que puede avivarnos una y otra vez. Es de vital importancia que veamos que ninguna cosa santa, ninguna cosa religiosa, ninguna cosa espiritual y ninguna cosa tradicional puede reemplazar a Cristo. Ni las prácticas más modernas ni los asuntos más espirituales pueden reemplazar a Cristo. Únicamente el Cristo presente, el Cristo viviente, el Cristo que disfrutamos y experimentamos en este preciso momento, puede ser nuestra verdadera ayuda. Creo que éste es el significado de todas las señales halladas en el capítulo 5 del Evangelio de Juan.

Juan 5 revela que sólo Cristo, el Hijo viviente de Dios, es el verdadero cumplimiento del tabernáculo y las ofrendas. El tabernáculo y las ofrendas no tienen su cumplimiento en cosas como las fiestas, el Sábado, la puerta, la ciudad, el estanque, el ángel, el agitar del agua, las Escrituras ni el escudriñar las Escrituras. Tampoco tienen su cumplimiento en personas como Juan el Bautista y Moisés. El cumplimiento del tabernáculo y las ofrendas se da únicamente en el Hijo viviente de Dios, Aquel que ahora es el Espíritu vivificante, el aliento santo que podemos inhalar a fin de recibirle como nuestro suministro de vida.

En el capítulo 3 del Evangelio de Juan vemos a Cristo como la serpiente de bronce, como el Novio y como Aquel que es todo-inclusivo. En el capítulo 4 vemos a Cristo como la fuente de agua viva y como la realidad con la cual rendimos la verdadera adoración a Dios. Ahora en el capítulo 5 vemos que Cristo lo es todo. Puesto que Cristo lo es todo, nada en la esfera de la religión debe reemplazarlo jamás.


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