Visión la práctica y la edificación de la iglesia como cuerpo de Cristo, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7643-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El versículo 14 dice: “Para que ya no seamos niños sacudidos por las olas y zarandeados por todo viento de enseñanza en las artimañas de los hombres en astucia, con miras a un sistema de error”. La fe es distinta de la enseñanza, o doctrina, que se menciona en este versículo. Siempre y cuando creamos que el Señor Jesús es el Hijo de Dios quien se encarnó como hombre, murió en la cruz por nuestros pecados y resucitó, somos salvos, independientemente de si creemos en una doctrina particular o no. Esto comprueba que la enseñanza de la cual se habla en el versículo 14 no es parte de la fe. Más bien, es un viento que nos aleja de Cristo y del Cuerpo. Hoy día muchos diferentes vientos de doctrinas están alejando a las personas de la vida de iglesia. Debemos guardar la fe, pero tenemos que soltar las doctrinas. Cuando digo esto, algunos podrían decir: “Este hombre enseña una herejía. La Biblia nos dice que aprendamos doctrinas, pero este hombre dice que deberíamos olvidarnos de la doctrina”. No obstante, si dejamos las doctrinas, los vientos de enseñanza, seremos bendecidos por Dios.
Debemos soltar las meras doctrinas y amar al Señor, tener contacto con Él, testificar por Él y vivir en el espíritu con Él. Debemos pelear la batalla, no contra las personas, sino por causa del recobro de la vida del Cuerpo. Tenemos que testificar a los principados y potestades en los lugares celestiales que estamos aquí con ninguna otra meta aparte de Cristo y Su Cuerpo. Si no lo estamos, entonces no podremos enfrentarnos a la situación cuando salgamos. Los vientos de enseñanza son seductivos y sutiles. Cuando leo ciertas enseñanzas, percibo un espíritu seductor. Podrían parecer muy convincentes. Si no hemos establecido un fundamento básico, me temo que no podremos resistirlos. Nosotros también seremos zarandeados.
Le doy gracias al Señor por Su soberanía. Nací en el cristianismo y aprendí todo lo relacionado al cristianismo. También aprendí de la Asamblea de los Hermanos, así que conozco lo que enseñan. Sin embargo, por la misericordia del Señor me percaté de que ésta no era la manera correcta. Ésta no es la manera de la vida, y no es la manera correcta de practicar la vida de iglesia. De ahora en adelante, quiera el Señor que no conozcamos nada aparte de Cristo como nuestra vida, y que podamos juntarnos en Él y con Él para practicar la vida de iglesia, al andar, actuar, obrar y servir en el espíritu, y al ser limitados por el Cuerpo. Esto es todo lo que tenemos que hacer. En el temor de Dios y en el amor del Señor, no queremos tocar nada pecaminoso. Además, nos queremos olvidar de las meras doctrinas, interpretaciones y asuntos similares. Leemos la Palabra no para entender las doctrinas, sino para participar de la vida en Cristo por medio del espíritu. Día tras día leemos la Biblia para alimentarnos del Señor, no para aprender las meras doctrinas.
El versículo 14 habla acerca del viento de enseñanza, no el viento de herejías. Pareciera que las enseñanzas y doctrinas son buenas. No obstante, de ahora en adelante, todos los hermanos que sientan la carga de ministrar entre nosotros tienen que ministrar de modo que puedan alimentar a las personas con vida, y no enseñarles a conocer ciertas exposiciones e interpretaciones. Las hermanas también deberían aprender a no hablar de manera doctrinal. Cada vez que alguien habla meras doctrinas, deberíamos orar, mirar al Señor y decirle al hermano: “Volvamos a Cristo. Volvamos a tener contacto con Él, a seguirle a Él, a alimentarnos de Él. Olvídese de todo el mero entendimiento mental de las letras”. La letra, la doctrina, mata, pero el Espíritu vivifica (2 Co. 3:6). Todos debemos ejercitarnos de esta forma.
Si usted va al Lejano Oriente y tiene contacto con los hermanos, especialmente en Taipéi, tendrá el sentir de que no le prestan mucha atención a las meras doctrinas. Ellos sencillamente están atentos a amar al Señor, vivirle y servirle. Necesitamos crear esta clase de atmósfera entre nosotros. No prestar atención a las doctrinas no significa que somos descuidados en cuanto a la enseñanza adecuada. No somos descuidados con la enseñanza adecuada, pero no prestamos nuestra atención a la mera enseñanza. Por supuesto, no vamos en pos de nada que sea pecaminoso o que hace daño al Cuerpo del Señor. Sin embargo, prestamos toda nuestra atención principalmente al Señor viviente, al Espíritu y a Su iglesia.
Los vientos de enseñanza incluyen muchos asuntos. Si discutimos acerca de una enseñanza, erraremos el blanco. En vez de discutir, debemos siempre centrarnos en el blanco, que es Cristo como Espíritu vivificante en nuestro espíritu. Tenemos que amarle, tener contacto con Él, andar con Él y en Él y estar dispuestos a ser unidos con otros. Entonces tendremos la vida de iglesia y ministraremos Cristo a los demás. Esto es todo lo que necesitamos, y esto es lo que el apóstol enseña en Efesios 4.
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