Estudio-vida de 1 Corintiospor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-1445-9
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En el versículo 19 Pablo dice: “Pues está escrito: ‘destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé el entendimiento de los entendidos’ ”. Pablo empieza este versículo con la conjunción pues, mostrando así una vez más que éste también es una explicación del versículo anterior. Pablo hace notar que a Dios no le interesa la sabiduría de los sabios ni el entendimiento de los entendidos. Al contrario, El destruirá esa sabiduría y desechará ese entendimiento.
En el versículo 19 la intención de Pablo era dirigirse especialmente a los griegos filosóficos. El parecía decirles: “Ustedes se creen sabios y prudentes. No se dan cuenta de que Dios destruirá la sabiduría de los sabios y desechará el entendimiento de los entendidos. Si se creen sabios, su sabiduría será destruida por Dios; si se creen prudentes, El destruirá su prudencia. Es peligroso creerse sabio o pruden- te, pues corren el riesgo de que Dios los destruya o que los deseche”.
En el versículo 20 Pablo hace varias preguntas: “¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha hecho Dios necia la sabiduría del mundo?” ¿Dónde están los sabios de hoy? ¿Están en Grecia? ¿En Nueva Zelanda? ¿En Estados Unidos? ¿En Taiwán? Los que tienen cierto trasfondo nacional o cultural suelen creerse los más sabios y filosóficos. Tal vez sean más sabios que otros, pero no son más sabios que el Dios que está en los cielos. En la vida de iglesia no se debe adoptar ninguna sabiduría particular. Además, tampoco debemos ser escribas ni disputadores. No obstante, es posible que los que llevan la delantera en algunas localidades se enorgullezcan pensando que los jóvenes que están bajo su entrenamiento son escribas y disputadores. Pero la Biblia pregunta: “¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo?” No cabe duda que Dios ha hecho necia la sabiduría del mundo.
En el versículo 21 Pablo añade: “Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo mediante su propia sabiduría no conoció a Dios, agradó a Dios salvar a los creyentes mediante la necedad de la predicación”. En este contexto, la predicación no se refiere a predicar. Predicar tiene que ver con el medio por el cual se ministra la palabra, mientras que la predicación se refiere a lo que se predica, es decir, el mensaje. Dios se complace en salvar mediante la necedad de la predicación, el mensaje, lo que es predicado, a todo aquel que cree.
En este versículo Pablo se refiere a la necedad del mensaje. Cuando yo hablo y escribo, intencionalmente uso expresiones sencillas. Algunos me han aconsejado no seguir esta práctica, alegando que el uso de expresiones sencillas no atrae a las personas cultas. A pesar de esto, no quiero usar expresiones elocuentes. Esto no es predicar a Cristo ni la cruz. En la predicación de Cristo y la cruz, debemos usar términos y expresiones sencillas. Nosotros no somos los que predican la excelencia de las teorías. Así que, debemos seguir el ejemplo de Juan, quien usó una manera muy sencilla al escribir su evangelio. Por ejemplo, Juan 1:1 dice: “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios”. En el versículo 4 Juan dice: “En El estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”. En el versículo 14 añade de manera sencilla: “Y el Verbo se hizo carne, y fijó tabernáculo entre nosotros”.
Cuando Pablo predicaba a Cristo y la cruz a las personas filosóficas, él hablaba con sencilles. Según nuestro concepto, él debió haber usado su conocimiento para expresar palabras excelentes de teorías filosóficas. Sin embargo, Pablo lo evitó deliberadamente. Cuando fue a Corinto para predicar a Cristo y la cruz, él optó por no ser elocuente y empleó expresiones breves y sencillas, las cuales los griegos filosóficos deben haber considerado como necedad. Sin embargo, Pablo dice que Dios usa la necedad de la predicación para salvar a los que creen. Mediante la predicación de Cristo y la cruz de una manera sencilla, la gente cree y es salva. Como resultado, tenemos la seguridad de que ellos no creen en la excelencia de nuestras palabras, sino en Cristo y en la cruz que predicamos.
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