Estudio-vida de Hebreospor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-3845-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Los coherederos son los compañeros del Heredero designado (1:9). Cristo, como el Hijo primogénito de Dios, es el Heredero que Dios ha designado, y nosotros, como los muchos hijos de Dios, somos Sus coherederos; por tanto, hemos venido a ser Sus compañeros. Él y nosotros, y nosotros y Él, nos hemos asociado y compartimos los mismos intereses en la empresa divina. ¿Habían escuchado antes que somos socios de Cristo? ¡Aleluya, somos Sus socios! Supongamos que usted se asociara con un multimillonario. Eso significaría que usted dispondría de formidables riquezas, ya que todos los bienes del multimillonario serían también suyos. Todo esto se debe a que usted se ha unido a él en una gran empresa. De la misma manera, Dios tiene la empresa más grande del universo. El nombre de esta empresa es: “Cristo y la iglesia”, y en ella nosotros somos socios. No somos meramente empleados que han sido contratados; somos socios. En todo el universo, Dios tiene una sola empresa, “Cristo y la iglesia”, la cual cuenta con millones de ángeles como servidores. Los judíos no deberían gloriarse más en los ángeles, ya que ellos son nuestros servidores (He. 1:14).
Los muchos hijos, quienes son los coherederos y compañeros de Cristo, constituyen la casa de Dios: Bet-el. La casa de Dios está compuesta por todos Sus hijos. Nosotros somos los coherederos y compañeros de Cristo, y también somos los hijos y la casa de Dios. Hebreos 2:10 nos dice que somos los hijos de Dios, y Hebreos 3:6 afirma que somos la casa de Dios. Ésta es una casa viviente porque nosotros, los hijos vivientes del Dios viviente, somos el material del cual está construida. Esto tiene que ver absolutamente con el hecho de que Dios es el Espíritu y que Él mora en nuestro espíritu. El Dios viviente mora como Espíritu en nuestro espíritu regenerado. Ésta es, pues, la casa de Dios en la tierra y, por lo tanto, es la morada de Dios en nuestro espíritu (Ef. 2:22).
La primera vez que se menciona la casa de Dios en la Biblia ocurre en Génesis 28. Es importante recordar que la primera mención de algún asunto en las Escrituras establece un principio para ese asunto. Así, pues, la mención que se hace de la casa de Dios en Génesis 28, sirve para establecer muchos principios espirituales, a saber: que donde esté la casa de Dios, allí también se encontrará la escalera celestial; que la casa de Dios con la escalera celestial es la puerta del cielo; y que donde esté la casa de Dios con la escalera celestial como la puerta del cielo, allí también estarán los ángeles ministradores ascendiendo y descendiendo por esta escalera. Dondequiera que esté la casa de Dios en la tierra, allí también estará la escalera celestial. Esta escalera une la tierra con los cielos y trae los cielos a la tierra. El lugar donde se encuentra la escalera celestial es, por tanto, la puerta del cielo. Es allí donde los ángeles ascienden y descienden efectuando su servicio, que consiste en cuidar de la casa de Dios como puerta del cielo. Éste es el cuadro que se nos presenta de la casa de Dios sobre la tierra.
Debemos recordar que Hebreos nos dice que somos coherederos de Cristo y Sus compañeros, y también la casa de Dios, el Bet-el de hoy sobre la tierra. Dado que somos la casa de Dios, la verdadera Bet-el, entonces la escalera celestial, que es Cristo mismo, también está aquí. Ya que la escalera celestial está aquí, los ángeles ascienden y descienden sobre ella para realizar su servicio. Hoy la iglesia es la casa de Dios, que está compuesta por los muchos hijos de Dios junto con Cristo, el Hijo primogénito de Dios, quien es la escalera celestial. Por lo tanto, la iglesia es la puerta del cielo que tiene a Cristo como la escalera celestial que une la tierra a los cielos y trae los cielos a la tierra. Es sobre esta escalera que los ángeles ministran, ascendiendo y descendiendo.
Lo que fue revelado en Génesis 28 fue confirmado por el Señor Jesús en Juan 1:51, donde dice: “Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: Veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y descender sobre el Hijo del Hombre”. Aquí el Señor Jesús nos dice claramente que Él mismo, como el Hijo del Hombre que nació en Su resurrección para ser el Hijo primogénito de Dios, es la escalera celestial, y que sobre Él los ángeles ministradores ascienden y descienden llevando a cabo su servicio en la casa de Dios, la cual se compone de los muchos hijos de Dios.
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