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Don sobresliente para edificar la iglesia, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4216-2
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DEBEMOS APRENDER A PROFETIZAR

A fin de reunirnos conforme a lo establecido en 1 Corintios 14:26, debemos anhelar y aprender a profetizar. El propósito de profetizar es que otros aprendan; por lo tanto, el profetizar requiere aprendizaje. Si deseamos decir algo para que otros aprendan, nosotros tenemos que aprenderlo primero. Aprendemos a profetizar por medio de muchas experiencias. Tenemos que amar al Señor, vivirle y disfrutarle. También aprendemos a profetizar siendo equipados con la Palabra (2 Ti. 3:16-17). Debemos profundizar en la Palabra y saturarnos de ella, hasta que seamos uno con la Palabra. Si queremos aprender a profetizar, debemos orar sin cesar (1 Ts. 5:17-20). Debemos entrar en el Espíritu mediante la oración. Esta clase de oración continua nos mantendrá en el Espíritu todo el tiempo. Debemos estar en el Espíritu; pues, de lo contrario, no tendremos el oráculo de Dios. Debemos permanecer en el Espíritu; de otro modo, no podremos hablar nada que sea divino. Aprendemos a profetizar al vivir y andar por el Espíritu (Gá. 5:16, 25). También aprendemos a profetizar con la práctica. El objetivo de aprender a profetizar es que podamos tener reuniones donde haya mutualidad, como se describe en 1 Corintios 14:26.

LLEVAR UNA VIDA
QUE NOS HACE APTOS PARA PROFETIZAR

Si queremos profetizar, debemos llevar una vida que nos haga aptos para profetizar. Primero, debemos ser avivados todas las mañanas (Pr. 4:18; Lm. 3:22-24; Sal. 119:147-148). Proverbios 4:18 dice: “La senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto”. El camino del justo es como la luz de la aurora que aumenta en brillo hasta ser como la luz del mediodía. Cada veinticuatro horas hay un nuevo comienzo, una nueva aurora, un nuevo amanecer. Esto concuerda con la ley natural que rige la creación de Dios. Debemos seguir esta misma ley natural. Todas las mañanas debemos madrugar para tener contacto con el Señor, invocarle y ser avivados por Él. En Lamentaciones 3:22-24 Jeremías dice que las misericordias del Señor son nuevas cada mañana. Sus misericordias son como el rocío fresco de la mañana. Cada mañana debemos disfrutar de este rocío a fin de tener un nuevo comienzo, un avivamiento matutino.

Además de ser avivados cada mañana, también debemos llevar una vida victoriosa todos los días (Ap. 21:7). Después de experimentar el avivamiento en la mañana, no debemos dejar de tener contacto con el Señor. Podemos llevar una vida victoriosa teniendo comunión con el Señor en todo momento (1 Jn. 1:6). También debemos andar conforme al espíritu (Ro. 8:4b) y no hacer nada independientemente del Espíritu. Además debemos hablar la palabra (el Señor) continuamente. Pablo exhortó a Timoteo a proclamar la palabra, a tiempo y fuera de tiempo (2 Ti. 4:2a). No debemos decir: “Ahora no es el momento para hablarles a las personas”. Aunque no nos parezca que es el momento apropiado, tenemos que proclamar la palabra. Ésta es la vida que nos hace aptos para profetizar.

CÓMO PREPARARNOS PARA PROFETIZAR

En Taipéi les di a los santos una comunión práctica en cuanto a cómo prepararse para profetizar en las reuniones de la iglesia en el día del Señor. Les dije que cada semana debían abarcar un capítulo de un determinado libro de la Biblia, y que debían dividir ese capítulo en seis secciones para los seis días. Luego les indiqué que de cada sección, debían escoger dos o tres versículos para orar-leer y disfrutar al Señor usando esos versículos en su avivamiento matutino. Les encargamos a los santos que escribieran unas cuantas líneas sobre la inspiración que recibieran de parte del Señor durante su tiempo de avivamiento matutino. Así, al final de la semana, ellos tendrían seis notas sobre la inspiración que recibieron durante esa semana. Entonces, el sábado por la noche, podrían usar esas notas para preparar una profecía, a fin de hablar por tres minutos. Luego, les recomendé que ensayaran en su casa lo que fueran a compartir. Les dije que no se extendieran mucho ni fueran demasiado breves. Así, al venir a la reunión el día del Señor, tendrían algo que decir y cumplirían lo dicho por el Señor en 1 Corintios 14:26, donde dice: “Cada uno tiene”. Ninguno debe esperar recibir inspiración al momento durante la reunión, sino que deben venir a la reunión preparados con las riquezas de Cristo que han disfrutado. Algunos hermanos que podemos considerar “tutores” deberán pasar tiempo con algunos de los santos después de que ellos compartan el día del Señor, a fin de ayudarlos, corregirlos y perfeccionarlos más. Los santos necesitan ser perfeccionados para que disfruten al Señor, sean saturados de la Palabra, oren sin cesar, tengan comunión con el Señor a cada momento, anden en el Espíritu y proclamen al Señor en el Espíritu continuamente. Finalmente, deben aprender a redactar una profecía para compartirla en las reuniones de la iglesia. Espero que todos tratemos de poner esto en práctica en nuestras reuniones de la iglesia.

Si de cincuenta santos tan sólo quince profetizaran en una reunión de la iglesia, esa reunión estaría en el tercer cielo. Esto es lo que el Señor anhela. Independientemente de cuán largo o cuán bueno sea un mensaje, éste debe abarcar un solo asunto. Así, si quince hermanos profetizan, se abarcarán diferentes puntos. Este profetizar tocará los problemas de las personas de manera particular. Este hablar no sólo nutrirá a los santos, sino que además los edificará. Cuando una sola persona habla, únicamente es liberado lo que ella ha experimentado de las riquezas de Cristo. Pero cuando quince personas hablan, las riquezas de Cristo emanan de quince fuentes diferentes, y quince porciones de Cristo serán ministradas a los demás.

Quisiera repetirles una vez más que no debemos apresurarnos en hacer el cambio de la vieja manera, en la que un sólo hombre habla, a la nueva manera, en la que “cada uno tiene” algo. Por un lado, tenemos que seguir practicando la vieja manera por causa de los santos. Por otro lado, tenemos que sacar tiempo para adiestrarlos y educarlos, a fin de que obtengan una comprensión cabal de que el Señor necesita que Sus santos se reúnan conforme a 1 Corintios 14:26. Nuestra enseñanza despertará su apetito, y surgirá en ellos el deseo de profetizar. Ellos procurarán sobresalir en esto por causa de la edificación de la iglesia. De esta manera, creo que quizás en un año toda la iglesia en nuestro lugar gradualmente experimentará un cambio radical.

El Señor nos ha mostrado un panorama claro en cuanto a cómo predicar el evangelio y cómo realizar las reuniones de la iglesia. Aún no hemos visto con absoluta claridad cómo deben realizarse las reuniones de hogar y las reuniones de los grupos pequeños, ya que el Nuevo Testamento no nos dice mucho al respecto. Sin embargo, lo que sí sabemos basándonos en las Escrituras es que las reuniones de hogar y las reuniones de los grupos pequeños son muy necesarias (Hch. 2:46; 5:42; 12:12). En 1 Corintios 14 y en Efesios 4:11-16 se nos da un panorama muy claro con respecto a cómo realizar las reuniones de la iglesia. Debemos cooperar con el Señor y laborar juntamente con Él hasta que todos estos pasajes de la Palabra se cumplan por el bien de la edificación de la iglesia como el Cuerpo de Cristo.


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