Experiencia que tenemos de Cristo, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4619-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Después de esto, Pablo nos presenta a Cristo como el modelo. Cristo existía en forma de Dios y, de hecho, era Dios mismo. Debido a que tenía esta posición, no era un robo que Él tuviera una posición igual a la de Dios. Creo que mientras Pablo escribía estas palabras, en su interior tenía el sentir de que algunos de los santos de Filipos estaban cometiendo un acto de robo. Por ejemplo, supongamos que yo no tengo la capacidad para ser líder y, aún así, deseo serlo. En este respecto, yo les estoy robando a otros el liderazgo. Sin embargo, Cristo no cometió ningún robo al ser igual a Dios. Aunque de ningún modo era robo que Cristo fuera igual a Dios, con todo, Él se despojó a Sí mismo y no se aferró al hecho de ser igual a Dios. Además de esto, se humilló a Sí mismo, tomando forma de esclavo, haciéndose semejante a los hombres. Esto significa que Cristo renunció a Su posición tan elevada y no sólo se hizo semejante a los hombres, sino que además tomó forma de esclavo. Éste es un ejemplo y un modelo para nosotros.
La única manera en que nosotros podemos seguir el ejemplo de Cristo es que recibamos la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo. El Espíritu divino que está en nosotros hoy en día es el Espíritu de Jesús. Cuando hacemos cosas por rivalidad o cuando competimos con otros santos, el Espíritu de Jesús no es expresado. Pero cuando atendemos a la petición del apóstol Pablo y consideramos las virtudes de los demás, disfrutamos de la suministración del Espíritu de Jesucristo. Al hacer esto, espontáneamente renunciamos a nuestras opiniones y somos uno en el alma.
Muchos maestros del cristianismo han alentado a otros a imitar el modelo revelado en Filipenses 2. Sin embargo, es imposible que imitemos a Cristo. Por ejemplo, nosotros jamás podremos ser como un cordero; si queremos ser como un cordero, necesitamos la vida de un cordero. De igual manera, es imposible que imitemos al Señor Jesús. La norma de Su humildad es demasiado elevada para nosotros. ¡Pero aleluya, el Espíritu de Jesús está en nosotros! Por medio del Espíritu de Jesús nosotros podemos ser tan humildes como Él lo fue. Por medio del Espíritu de Jesús, nosotros podemos renunciar a todas nuestras opiniones y tener todos un mismo espíritu y una sola alma. Por medio del Espíritu de Jesús, todos podemos tener el mismo pensamiento y tener el mismo amor. Éste es el testimonio de Jesús, la unidad y la edificación. Ésta es la iglesia en términos prácticos, la iglesia que se manifiesta cuando vivimos por nuestro ser interior. Éste es el recobro del Señor. Por esta razón, todos necesitamos ser uno en el alma.
Si estuviéramos unidos en el alma, disfrutaríamos verdaderamente a Cristo. Pero si entre nosotros hay rivalidades y procuramos la vanagloria, no disfrutaremos al Señor en absoluto; en lugar de ello, habrá enfermedad, sequedad y desolación. Por supuesto, el Espíritu de Jesús no quiere que esto ocurra. Por consiguiente, si queremos experimentar a Cristo como nuestro disfrute en la vida de iglesia, debemos renunciar a nuestras opiniones, estar unidos en el alma, tener el mismo pensamiento y amarnos con el mismo amor.
Experimentamos a Cristo por causa de la vida de iglesia. El Cristo que se revela en el capítulo 2, el mismo que Pablo seguía en el capítulo 3, no nos es dado para que lo experimentemos de manera individual, sino en la vida corporativa propia del Cuerpo. En Filipenses 2 Pablo nos alienta a tener el mismo pensamiento. Este único pensamiento es el pensamiento de experimentar a Cristo por causa de la vida de iglesia. Aunque es cierto que debemos renunciar a nuestras opiniones, es imposible que dejemos nuestra mente vacía y desocupada. Así que ésta necesita ser llena de algo. Si no la llenamos con esta única cosa, algo más la ocupará. Por lo tanto, necesitamos la visión de que la economía de Dios se centra en Cristo como nuestra experiencia por causa de la vida de iglesia. Si nuestra mente es ocupada con este pensamiento, no habrá lugar para otras cosas. Entonces espontáneamente renunciaremos a nuestras opiniones y atenderemos a la petición del apóstol Pablo y cuidaremos de los demás santos. No sólo consideraremos los dones y la gracia que hemos recibido, sino también todas las cualidades, las prerrogativas y los puntos positivos de los demás. Así, de manera espontánea seremos equilibrados.
Por lo general, estamos acostumbrados a considerar nuestras propias capacidades, atributos y facultades. El remedio para esto es considerar las facultades de los demás. Un santo una vez dijo que si nos miramos a nosotros mismos una vez, debemos mirar a Cristo diez veces. Aplicando este mismo principio, si consideramos nuestra propia capacidad una vez, debemos considerar las capacidades de los demás cinco veces más. Esto nos guardará de ir a extremos. Sin embargo, al hombre natural le gusta considerar su propia obra, su propia capacidad y sus propias cualidades, lo cual nos lleva a un extremo. Si todos nos encontramos en este extremo, ¡cuán confusa sería la situación entre nosotros! Pero si todos consideramos los puntos positivos de los demás, más que los nuestros, seremos equilibrados y guardados de los extremos. De este modo, renunciaremos a nuestra manera peculiar de pensar y espontáneamente estaremos unidos en el alma con los demás santos. Cuando todos tengamos una sola alma, no sólo experimentaremos a Cristo, sino que también le disfrutaremos.
Les repito nuevamente que no sólo necesitamos estar en un mismo espíritu, sino también estar unidos en el alma. En lugar de tener tantas opiniones diferentes, debemos tener una sola cosa en la cual pensar. Debemos tener continuamente un solo pensamiento y amar a todos con el mismo amor. Esto rescatará nuestra alma de todas las diferencias y nos permitirá estar unidos en el alma. Si todos estamos unidos en el alma, teniendo este único pensamiento, la situación en la vida de iglesia será celestial. Pero si continuamos teniendo diferentes opiniones, no habrá disfrute entre nosotros. Aunque tal vez experimentemos a Cristo, careceremos del disfrute de Él.
Humanamente es imposible estar unidos en el alma y tener el mismo pensamiento. Sin embargo, esto es fácil de lograr por medio del Espíritu de Jesús. No tenemos simplemente un modelo externo, debido a que este modelo ahora está dentro de nuestro ser y se expresa desde nuestro interior mediante el Espíritu de Jesús. Así que, Él no es simplemente nuestro modelo, sino también nuestra vida. A medida que Él se expresa desde nuestro interior, nos es fácil desechar nuestras opiniones. Todos necesitamos tener la visión de que Cristo, quien es nuestro modelo, está dentro de nosotros como nuestra vida, a fin de expresarse a través de nosotros. Por ejemplo, Él nunca insistió a fin de ser alguien. Así que, ahora nosotros tenemos una vida dentro de nuestro ser que nunca insiste en ser alguien; por el contrario, esta vida siempre se humilla a Sí misma, se despoja de Sí misma y asume una posición humilde. Al final, Dios el Padre exaltó a Cristo hasta lo sumo y le dio un nombre que es sobre todo nombre. Así que, no hay razón para que existan rivalidades, competencia ni búsqueda de vanagloria. Si disfrutamos a Cristo como vida en nosotros, a la postre Dios el Padre nos exaltará y nos conducirá a la gloria. Sin embargo, ni siquiera es necesario que nosotros busquemos esta clase de gloria, pues depende del Padre si nos la da o no. Lo más importante que podemos hacer hoy es experimentar y disfrutar a Cristo, a fin de que la iglesia pueda ser edificada. La edificación de la iglesia es Su gloria. Finalmente, Su gloria llegará a ser la nuestra. Es de esta manera que podremos ser guardados en el recobro del Señor hasta Su regreso.
Si no seguimos este camino, el recobro del Señor sufrirá daño a medida que se acumulen nuestras opiniones a través de los años. Esto acabará por cambiar la naturaleza del recobro y hará que llegue a ser parte del cristianismo actual y sea una continuación de la historia del cristianismo dividido y sectario. Quiera el Señor tener misericordia de nosotros y nos guarde de esto. Debemos orar, diciendo: “Señor, guárdanos y presérvanos por causa de Tu economía. Por causa del cumplimiento de Tu propósito, queremos ser iguales a Ti. No sólo queremos tomarte como nuestro modelo, sino también como la vida que nos capacita para renunciar a nuestras opiniones y para estar unidos en el alma con todos los santos”. Si somos esta clase de personas, el Señor recibirá la gloria, nosotros lo disfrutaremos y la iglesia será edificada. Ésta es la manera apropiada de disfrutar a Cristo.
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