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Estudio-vida de Hebreospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3845-5
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Actualmente disponible en: Capítulo 17 de 69 Sección 3 de 3

UNA TIERRA ELEVADA

En tiempos de Babel, el hombre se hizo uno con la tierra de Caldea. Dios entonces intervino y llamó a Abraham a salir de la tierra corrupta de Caldea, lo que significa que lo llamaba a salir de la humanidad corrupta. Dios sacó a Abraham de aquella tierra y lo condujo a una tierra elevada, a la buena tierra de Canaán. La tierra de Canaán es una tierra elevada. De acuerdo con la geografía, la tierra de Canaán está rodeada de agua; está rodeada por el mar Mediterráneo, el mar Muerto y el río Jordán. Esto significa que es una tierra que emerge de las aguas de la muerte y se eleva sobre ellas. Ésta es la tierra que simboliza a Cristo junto con el pueblo apropiado de Dios. A los ojos de Dios, Él siempre considera la buena tierra, a Cristo y a Su pueblo genuino como una sola entidad.

LA CONSUMACIÓN MÁXIMA
DE ENTRAR A LA BUENA TIERRA

Abraham entró a la buena tierra de Canaán. Más tarde, cuando sus descendientes cayeron alejándose de esta buena tierra, Dios los rescató sacándolos del lugar donde habían caído y los trajo de regreso a la buena tierra. ¿Cuál fue la consumación máxima de los hijos de Israel al entrar a la buena tierra? Fue el templo. Por un lado, el templo era la expresión de Dios y, por otro, representaba el reino de Dios, Su gobierno y administración. En el templo se puede ver la expresión de Dios y el reino de Dios. En el templo Dios y todo Su pueblo lograron hallar reposo y satisfacción. La buena tierra es una combinación de la tierra apropiada y el pueblo apropiado junto con la morada de Dios que ha sido edificada para expresar a Dios y ejercer Su autoridad en el universo. Ésta es la buena tierra.

Así pues, en el Antiguo Testamento podemos ver una miniatura de la buena tierra: una tierra elevada rodeada por las aguas de la muerte y ocupada plenamente por la morada de Dios. En aquella tierra se encontraba la expresión y la administración de Dios. Éste es el cuadro en miniatura que nos presenta el Antiguo Testamento. El cumplimiento de esta figura se encuentra en el Nuevo Testamento. Finalmente, en el Nuevo Testamento, Dios obtendrá una tierra nueva. Él no sólo obtendrá una franja de tierra, sino toda una tierra nueva, una tierra resucitada que se eleva por encima de toda muerte. En la tierra nueva el mar ya no existirá, ni la muerte, ni la noche (Ap. 21:1, 4, 25). Todo el mar, la muerte y la noche habrán desaparecido para siempre, y sólo existirá una tierra seca, diáfana y limpia con un río puro que fluye en medio de ella. La Nueva Jerusalén estará allí. Aquello será la habitación, expresión y administración eterna de Dios. Allí, Dios será plenamente expresado y Su autoridad será completamente ejercida. Esto será el cumplimiento del tipo de la buena tierra. ¿Dónde está entonces nuestra buena tierra? Está allí en la tierra nueva.

UN ANTICIPO DE LA NUEVA JERUSALÉN

Alabamos al Señor porque la vida de iglesia hoy es un anticipo de la tierra nueva con la Nueva Jerusalén. La vida de iglesia hoy está en la tierra nueva. La ciudad de Anaheim puede ser vieja, pero nosotros estamos en una tierra nueva y elevada. Éste es un anticipo de la Nueva Jerusalén que está por venir. ¿No estamos hoy en la Nueva Jerusalén? Ciertamente lo estamos. Por cierto aún no la gustamos plenamente, pero es un hecho que gozamos de un anticipo de la Nueva Jerusalén: la vida de iglesia. Ésta es nuestra buena tierra hoy en día. Aquello que el pueblo judío poseía era solamente un tipo, una figura anticipada, de la buena tierra. Pero es en la Nueva Jerusalén donde obtendremos el cumplimiento de lo que la buena tierra tipifica y el disfrute completo de ella. El disfrute que tenemos en la vida de iglesia hoy es real, pero no es un disfrute completo. Aquello que disfrutamos hoy no son tipos sino la realidad misma, pero ésta es sólo un anticipo. En naturaleza el anticipo que recibimos tiene el mismo sabor que aquello que disfrutaremos después en plenitud. Por consiguiente, a modo de anticipo ya estamos en la Nueva Jerusalén y en la tierra nueva.

Muchos de nosotros habitábamos en la región de la vieja religión. Algunos estuvimos en el catolicismo y otros en el judaísmo. Mientras ustedes estuvieron en aquella región vieja, en su Caldea, ¿tuvieron acaso la sensación de hallarse en la Nueva Jerusalén? ¿Llegaron a sentir que estaban gustando de la Nueva Jerusalén? En la Nueva Jerusalén principalmente gustamos del agua viva y del árbol de la vida. Allí principalmente disfrutamos del agua viva como nuestra bebida y del árbol de la vida como nuestro alimento. ¡Cuánto hemos disfrutado esta bebida desde que vinimos a la vida de iglesia! El agua que bebemos en la vida de iglesia es mucho mejor que cualquier otra bebida terrenal. Ninguna otra bebida de la tierra puede compararse con lo que bebemos en la vida de iglesia. Aún más, día tras día estamos disfrutando al Señor Jesús como nuestro árbol de vida. ¿Quién podría estar más complacido y gozoso que nosotros? Ciertamente nosotros gustamos de un anticipo de la Nueva Jerusalén. ¿Había usted disfrutado de esto cuando estaba en el judaísmo? ¿Llegó a gustar de la Nueva Jerusalén cuando estaba en el catolicismo encendiendo velas y confesándose a los sacerdotes? ¿Disfrutó de esto mientras estaba sentado en las bancas de las llamadas denominaciones protestantes? ¿Pudo disfrutar esto cuando formaba parte de los grupos libres donde le era tan fácil disentir de los demás? ¿Dónde puede usted gustar de la Nueva Jerusalén? Únicamente en la vida de iglesia apropiada. Para nosotros la vida de iglesia es la buena tierra. En esta buena tierra tenemos la morada, el reposo, la expresión, la autoridad, el reino y el señorío de Dios. Es en la vida de iglesia donde todos podemos descansar. Día tras día, estoy descansando; no estoy trabajando. Mientras trabajo, disfruto del reposo. Por eso estoy muy lejos de sentirme cansado o exhausto; porque no estoy trabajando, sino que estoy descansando. Cada célula de mi cuerpo y cada gota de mi sangre está en reposo. ¡Oh, qué disfrute es éste!

La vida de iglesia es nuestro verdadero reposo y deleite. Ciertamente estamos en la buena tierra, la tierra que fluye leche y miel. La leche y la miel son productos que se derivan de dos clases de vida: la vida animal y la vida vegetal. Esto simboliza las riquezas contenidas en la vida de Cristo. La vida de Cristo es la vida animal, con la cual se logra la redención, y también es la vida vegetal, la vida necesaria para la regeneración. Ahora, nosotros estamos disfrutando de la vida representada por la leche y miel que fluye en la buena tierra.


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