Conocer la vida y la iglesiapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-8903-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Además, la vida que está en cada uno de los santos requiere que seamos espirituales. Cuando estamos en el espíritu, nos sentimos complacidos interiormente. En otras palabras, cuando seguimos los requisitos internos de abandonar el mundo, rechazar la carne y negarnos a nuestro yo, de inmediato nos sentimos contentos interiormente. Sin embargo, si damos rienda suelta a nuestra carne, amamos al mundo y tratamos de preservar nuestro yo, nos sentiremos muy incómodos interiormente. Esto comprueba que la vida en nosotros nos requiere ser espiritual. Este requisito, sin embargo, no solo se aplica a nosotros, sino también a otros.
En nuestras reuniones cuando una persona actúa en su carne y en su yo, no es necesario decir nada porque la vida en los santos se siente muy incómoda ante tales actividades carnales. Asimismo, cuando un santo actúa según el Espíritu Santo mientras ora, habla o elige un himno, todos los santos sienten que están tocando al Espíritu interiormente. Esto es un hecho definitivo. Si a alguno se le ha mostrado misericordia, él ha tenido esta experiencia hasta cierto grado.
La vida en nosotros siempre requiere que exaltemos a Cristo y ensalcemos a Jesús. Si en nuestra vida cotidiana nos encontramos con un santo que vive delante de Dios, que exalta a Cristo, que ha sido quebrantado en su yo y que le permite a Cristo florecer, nos sentiremos gloriosos, radiantes, gozosos y afables. También nos sentimos complacidos en nuestro espíritu. Sin embargo, si nos encontramos con un santo que se gloría de sí mismo y que expresa a su yo y su carne, nos sentiremos incómodos. Esto corresponde al requisito de la vida.
La vida también requiere que hagamos la voluntad de Dios. Cuando seguimos la voluntad de Dios y deseamos hacer la voluntad de Dios, la vida en nosotros se siente muy dulce y placentera. A veces desobedecemos la voluntad de Dios y nos oponemos a ella, pero aun así la vida en nosotros nos exige que sigamos la voluntad de Dios. Este requerimiento es tan fuerte que aun si fallamos y no seguimos la voluntad de Dios, nos sentimos tristes y deprimidos en nuestro espíritu cuando vemos que otros no siguen la voluntad de Dios. Éste es un requisito de la vida en nosotros.
El requerimiento más elevado de la vida es que expresemos a Cristo en nuestro vivir, dejemos que el Espíritu Santo opere en nosotros y permitamos que Cristo gobierne en nosotros en el Espíritu Santo. Todos los requerimientos de la vida están relacionados con la iglesia. Si atendemos a estos requerimientos, no nos será difícil tocar la senda de la iglesia y ver su verdadera condición. Si atendemos al sentir de vida, podemos discernir fácilmente si un grupo cristiano se halla verdaderamente en la realidad de la iglesia; éste es un asunto crucial.
Ahora tenemos que ver algo respecto a la norma para examinar los requerimientos propios de la vida. Ya hablamos del hecho de que la vida nos exige tener comunión. Sin embargo, cuando vamos a un grupo cristiano, con frecuencia, la gente con que nos encontramos no concuerda con nosotros, pese a que estamos abiertos y deseosos de tener comunión. No tenemos comunión con ellos, e incluso nos es imposible tener comunión con ellos. En tales momentos deberíamos examinar el motivo de esto. Deberíamos examinar esto desde dos ángulos. Primero, deberíamos verificar si hay algún problema con nosotros que nos impida tener comunión con otros. Si no tenemos problemas, tales como amar el mundo, vivir en pecado u ocuparnos de la carne, entonces el problema no es de nuestra parte. Aunque en este grupo la gente puede decir que ellos son cristianos, necesitamos constatar si ellos permiten que el Señor gobierne en ellos y si ellos viven en el Señor. Éste es un asunto muy práctico.
En la primavera de 1937, un grupo cristiano me invitó a que diera una palabra. Después que di el mensaje, me invitaron a tener comunión con ellos. En aquel tiempo me sentí como si estaba en el Océano Ártico, porque ellos no me entendían y yo no los entendía a ellos; éramos totalmente incompatibles unos con otros. No obstante, ellos me festejaron un banquete, y algunos incluso dijeron: “Señor Lee, el mensaje que nos dio de verdad nos ayudó. Realmente le apreciamos”. Sin embargo, en lo profundo de mi ser yo estaba sufriendo porque realmente no podíamos compenetrarnos ni tener comunión entre nosotros. Si bien ellos se llamaban cristianos y eran un grupo cristiano, comprendí que ellos no vivían en el Señor ni le seguían lo suficiente, pese a que algunos tenían la vida del Señor. Regresé al norte de China después de la reunión, y más tarde oí que un anciano y algunos de los diáconos y predicadores de ese grupo no habían entendido mis palabras. Entonces entendí por qué no había nada de la cual podíamos tener comunión ni habíamos podido disfrutar de comunión unos con otros, aun cuando ellos habían elogiado mi mensaje.
La vida en nosotros requiere efectivamente que otros vivan en el espíritu para que pueda haber comunión. Por lo tanto, nunca deberíamos asumir que basta con que algunos digan que ellos son cristianos o que son un grupo cristiano. Esto no basta para que les creamos y concluyamos que ellos son una iglesia según la Biblia. Tenemos que aplicar los requerimientos de nuestra vida interior, uno de los cuales es el requisito de la comunión. Con base en esta exigencia, tenemos que comprobar cuál es la verdadera condición del grupo. ¿Cuál es su condición delante del Señor? Si vivimos delante del Señor, si amamos al Señor y rechazamos al mundo y el pecado, pero nos sentimos incómodos y no podemos tener comunión con ellos, esto muestra que ellos han perdido a Cristo y el terreno de la iglesia, y que el Espíritu Santo no está rigiendo en ellos. Ellos pueden tener la Biblia en sus manos, pero la palabra de la Biblia no tiene mucha cabida entre ellos o en ellos. El requisito de la comunión nos permite probar si un grupo cristiano está tomando el camino que le agrada al Señor.
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