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Experiencia subjectiva que tenemos del Cristo que mora en nosotros, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-9033-0
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CAPÍTULO OCHO

LA SALVACIÓN SUBJETIVA
QUE EL DIOS TRIUNO EFECTÚA

Lectura bíblica: Fil. 1:19-21; 3:10a; 4:13; 2:12b-13; 4:6-9

EXPERIMENTAR AL DIOS TRIUNO
COMO NUESTRA VIDA
Y EXPRESARLE EN NUESTRAS VIRTUDES HUMANAS

En los capítulos anteriores vimos cómo experimentar a Cristo como nuestra vida y cómo manifestar a Cristo en nuestro vivir mediante nuestras virtudes humanas. En general, los cristianos consideran que las virtudes humanas equivalen a la supuesta ética. Sin embargo, con base en la Palabra de Dios hemos visto que no hablamos sobre la ética. Más bien, hablamos de Cristo como nuestra vida que es manifestado en nuestro vivir, es decir, de Cristo que se manifiesta en nuestro vivir mediante nuestras virtudes humanas y llega a ser la expresión de nuestro vivir perfecto. Por ende, no deberíamos confundir la buena conducta cristiana con la ética del hombre. Las virtudes cristianas son completamente diferentes de la ética convencional que enseñan las personas chinas.

El libro de Filipenses es un libro que trata acerca de experimentar a Cristo. Este libro habla de cómo magnificar a Cristo en nuestro cuerpo. En 1:20 Pablo dijo: “En nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte”. El deseo de Pablo era que Cristo, en quien él creía, a quien él seguía, de quien él dependía y en quien él vivía, no sólo fuese expresado en su cuerpo, sino que también fuese magnificado en el mismo. A la postre, él pudo decir: “Para mí el vivir es Cristo” (v. 21a). El vivir perfecto de Pablo era la expresión de Cristo; por ende, para él, el vivir era Cristo. No obstante, no piense ni por un segundo que hemos deificado a Pablo. Pablo no era Dios, pero él sí era capaz de expresar a Dios. No nos deificamos a nosotros mismos; más bien, tenemos a Cristo como nuestra vida, y Él es manifestado y magnificado en nuestro vivir.

Durante las últimas décadas, yo predicaba sobre la verdad con respecto a vivir a Cristo, pero debido a que aún estaba en gran parte bajo la influencia de mi trasfondo tradicional, no tuve el atrevimiento para conectar el asunto de manifestar en nuestro vivir a Cristo como nuestra vida, con el asunto de nuestras virtudes humanas. Sin embargo, durante estos últimos años, después de haber estudiado cabalmente el libro de Filipenses, me di cuenta de que, por un lado, este libro habla acerca del Dios Triuno como nuestra vida que opera en nuestro interior para ser nuestro todo, y por otro, habla acerca de las virtudes humanas. Desde el capítulo 4 versículo 8, vemos que todo lo verdadero, honorable, justo, puro, amable y de buen nombre, así como cualquier virtud y cualquier alabanza, todo ello constituye nuestras virtudes humanas. No obstante, estas virtudes no son el resultado de nuestra propia obra, sino el resultado de la experiencia que tenemos del Dios Triuno como nuestra vida. Por ende, el libro de Filipenses abarca dos aspectos: un aspecto es que el Dios Triuno es nuestra vida y se manifiesta en nuestro vivir; el otro aspecto es que la buena conducta que manifestamos en nuestro vivir equivale a nuestras virtudes.

EL SER DE DIOS:
AMOR, LUZ, SANTIDAD Y JUSTICIA

Hemos dicho que nuestro Dios es el Creador del universo y de todas las cosas. Él se encarnó para ser un hombre, el Señor Jesús, quien murió y derramó Su sangre por nosotros a fin de ser nuestro Redentor, y fue resucitado para llegar a ser el Cristo pneumático de modo que sea nuestra vida. Tal Dios es amor y luz, y Él también es santo y justo. Dios es amor, y este amor lo trasciende todo y es poderoso. Él puede amar a quien no es digno de ser amado; Él puede amar más allá de lo que el hombre puede amar. Él no sólo es el Dador de amor, sino que Su naturaleza misma es amor. La naturaleza de Dios consiste tanto de amor como de luz. El amor es interno y la luz es externa; el amor está escondido y la luz se expresa. Cuando la naturaleza de Dios está escondida, es amor; cuando es expresada, es luz.

La Biblia también dice que Dios es santo y justo. Dios no sólo es santo, sino que es la santidad misma. Dios no sólo es justo, sino que es la justicia misma. La santidad es Su naturaleza interna, mientras que la justicia es Su expresión externa. La santidad y el amor pertenecen a la misma categoría; ambas son la naturaleza interna de Dios. La justicia y la luz pertenecen a la misma categoría; ambas son la expresión de la naturaleza de Dios. Dios es santidad; esto se relaciona a Sí mismo. Dios es luz; esto se relaciona al hombre. El amor expresado es luz; la santidad expresada es justicia. Estos atributos son lo que Dios es. Nuestro Dios es amor, luz, santidad y justicia. Por ende, el amor, la luz, la santidad y la justicia constituyen el ser mismo de Dios, la imagen de Dios.


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