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Reino, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4708-2
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Actualmente disponible en: Capítulo 5 de 50 Sección 2 de 2

EL BAUTISMO DEL SEÑOR JESÚS

Cuando el Señor Jesús fue bautizado, el Espíritu Santo descendió sobre Él en forma de paloma. Él había sido concebido del Espíritu Santo (Lc. 1:31, 35; Mt. 1:20), y este Espíritu se había mezclado con Su naturaleza humana internamente. Así que, cuando el Señor Jesús vino para ser bautizado, Él ya era una persona cuyo elemento humano estaba mezclado con la divinidad. Puesto que Él ya estaba mezclado con el Espíritu, ¿cómo podría el Espíritu, como una entidad completa, descender sobre Él? ¿Hay acaso dos Espíritus Santos? ¿No poseía ya el Señor Jesús el Espíritu Santo? Aunque Él había sido concebido del Espíritu Santo, sin embargo, el Espíritu Santo descendió de los cielos sobre el Señor Jesús como una entidad completa. ¡El Señor Jesús es maravilloso! Él ya estaba mezclado con el Espíritu Santo, no obstante, el Espíritu Santo descendió sobre Él.

Juan dijo: “Él os bautizará en el Espíritu Santo” (Mt. 3:11). El problema es: ¿Cómo nos bautiza? Y ¿cuándo nos bautiza? Si pudiéramos reunir a todos los maestros cristianos desde el primer siglo hasta ahora, ellos discutirían sobre este tema hasta la eternidad. Nadie puede sistematizar esto ni esclarecerlo completamente. No obstante, sé que el Señor Jesús bautizó a Pedro, sé que Él me bautizó a mí y sé que lo bautizó a usted en el Espíritu Santo. ¿Cómo lo hizo? Nadie puede explicarlo adecuadamente. Salmos 139 nos da a entender que ni siquiera sabemos cómo fuimos formados y creados por Dios. Ciertamente sabemos que Dios nos creó. A usted le sería muy difícil explicarme cómo fue que Dios le creó; pero aun cuando usted no sepa cómo fue creado, ciertamente sabe que fue creado porque está aquí. Asimismo, no sé exactamente cómo el Señor Jesús me bautizó, pero sí sé que he sido bautizado por Él, pues siento una alegría y un entusiasmo extraordinario por Él. Si jamás hubiera sido bautizado por Cristo, no podría sentirme tan entusiasmado. Así pues, hemos sido bautizados; ¿cómo?, no lo sabemos, pero Él nos ha bautizado en el Espíritu Santo. No intente analizar esto, pues sólo le perjudicará. En la Biblia no hay nada que se parezca a la teología sistemática. Sólo sabemos que hemos sido bautizados en el Espíritu y que ahora estamos aquí con la semilla dentro de nosotros. El Señor Jesús ha sido sembrado en nuestro interior de una manera totalmente ajena a toda cultura y religión.

LA SEMILLA VICTORIOSA

Ahora abordaremos el capítulo 4. El Señor Jesús es la semilla del reino a fin de ser sembrada en nuestro ser, pero antes de poder sembrarse en nuestro ser, Él debía pasar la prueba: Él tenía que derrotar al enemigo. Así que, Él se fue al desierto para encontrarse con Su enemigo y fue victorioso. El líder de los demonios fue derrotado. El diablo fue vencido, no directamente por Dios, sino por un hombre, por Jesús el nazareno. El enemigo tentó al Señor Jesús para que no se mantuviese en Su posición de ser humano diciéndole: “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes” (Mt. 4:3). El Señor le respondió: “No sólo de pan vivirá el hombre” (v. 4). Él se mantuvo en Su posición de hombre, con lo cual consiguió derrotar al enemigo.

UNA GRAN LUZ

Después de derrotar al enemigo, el Señor Jesús fue a Galilea de los gentiles (vs. 12-17). Si no fuera por el relato bíblico, jamás nos percataríamos que Su visita a Galilea representaba el resplandor de una gran luz. Él fue allí para resplandecer sobre el pueblo asentado en tinieblas. No se trataba simplemente de una predicación externa, sino de un resplandor. ¿Por qué aquellos jóvenes pescadores siguieron al Señor Jesús cuando todo lo que les dijo fue: “Venid en pos de Mí” (vs. 18-22)? Él no predicó mucho. A Pedro y Andrés simplemente les dijo: “Venid en pos de Mí” y ellos le siguieron. El Señor Jesús, el nazareno, les decía a las personas que le siguieran, y éstas así lo hacían. Pedro y Andrés dejaron sus barcas y el mar; Jacobo y Juan dejaron sus redes e incluso a su padre. ¿Por qué la gente lo abandonaba todo para seguirle? Debido a que el Señor Jesús era una gran luz que resplandecía sobre ellos. Cuando el Señor Jesús visitó ese puerto de pescadores, Él resplandeció sobre aquellos jóvenes pescadores, y éstos le siguieron. Muchos de nosotros hemos experimentado lo mismo. Puedo testificar que he experimentado el resplandor del Señor Jesús como la gran luz. En cierto sentido, Él ha resplandecido sobre todos nosotros. Incluso hoy todavía estamos bajo Su resplandor. Ya jamás podremos apartarnos de Él, puesto que Su resplandor nos enlaza a Él.

El apóstol Pablo, cuando era Saulo de Tarso, perseguía la iglesia. Cuando estaba camino a Damasco, el Señor Jesús, desde los cielos, resplandeció sobre él (Hch. 9:3-5). Saulo dijo: “¿Quién eres, Señor?”. El Señor Jesús le respondió: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues”. Pablo experimentó el resplandor del Señor Jesús y quedó cegado por ello. Todos hemos sido cegados y atraídos por el resplandor del Señor Jesús.

Cuando el Señor Jesús vino a resplandecer sobre el pueblo asentado en tinieblas, únicamente los jóvenes fueron cautivados. Jacobo y Juan estaban remendando sus redes junto a su padre, Zebedeo. Solamente estos dos lo siguieron, pero el padre no. Todos los que Jesús llamó eran jóvenes. Si usted no está lleno de preocupaciones, probablemente sea joven. Cuando el Señor nació, dos viejos buscadores de Dios, Simeón y Ana, estaban en el templo. Ellos amaban al Señor. Sin embargo, el Señor Jesús no fue al templo a llamarlos. Él fue a la orilla del mar y llamó a jóvenes. En todo país, un puerto de pescadores es un lugar muy sucio donde se hallan personas de la clase más baja. No obstante, es allí donde el Señor Jesús fue para encontrarse con los jóvenes pescadores. El Señor Jesús resplandeció sobre estos pescadores jóvenes, quienes no tenían educación y les dijo: “Venid en pos de Mí”. Ellos lo dejaron todo y le siguieron. Fueron estos jóvenes descontrolados, atrasados, incultos, los sucios quienes siguieron al Señor Jesús.

Los jóvenes son las personas apropiadas para el mover del Señor actual, no solamente en los Estados Unidos, sino también en Europa, África y en el mundo entero. Es probable que Simeón y Ana ya hubieran fallecido cuando el Señor Jesús inició Su ministerio. El Señor Jesús no fue al templo a llamar a los viejos para que le siguieran. Más bien, Él fue a un puerto de pescadores para hallar a algunos jóvenes pescadores que no tuviesen preocupaciones. Puede que ellos estuvieran sucios y vacíos, mas no estaban llenos de preocupaciones. Somos viejos cuando estamos llenos de preocupaciones. Pero estos jóvenes no profesaban religión alguna, ni tenían conocimiento de las Escrituras. Lo único que tenían era su pasado como pescadores pobres; aun así el Señor Jesús les llamó a seguirlo. Este mismo principio se cumple en la actualidad. Todos tenemos que ser jóvenes y libres de todo lo que podría ocupar nuestro ser. Para llevar adelante Su mover en la tierra, el Señor jamás usará a alguien que sea viejo y esté lleno de preocupaciones. Todos debemos ser tales pescadores jóvenes, y no predicadores, sacerdotes o fariseos jóvenes, sino jóvenes pescadores, muy sencillos, tan vacíos y libres de ocupación. Éstas son las personas apropiadas para el reino del Señor.


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