Experiencia subjectiva que tenemos del Cristo que mora en nosotros, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-9033-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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El Dios Triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu— es un misterio. El Padre, el Hijo y el Espíritu, como el Tres en Uno, no tienen por finalidad nuestro entendimiento doctrinal de la teología, sino nuestro disfrute. Dios tiene que ser el Padre, el Hijo y el Espíritu a fin de poder forjarse en nosotros. Yo me reuní en la Asamblea de los Hermanos por muchos años, y los maestros allí me dijeron: “Cuando usted ore, no debería orarle al Espíritu. La forma más acertada para orar es orarle al Padre, en el nombre del Hijo, por la sangre preciosa del Hijo y a través del mover del Espíritu”. Por ende, intenté orar cautelosamente según sus instrucciones. A veces, si cometía un error debido a mi descuido, tenía que confesar mis pecados y corregir mi error. Gradualmente, confirmé con mi propia experiencia y me di cuenta de que eso no era correcto. Sin embargo, los maestros de los Hermanos decían que el Padre celestial está en el cielo, el Hijo está sentado al lado del Padre celestial y el Espíritu es enviado a nosotros. No obstante, ellos no estaban claros acerca de quién es el Espíritu. Si usted lee la versión King James de la Biblia, verá que en inglés Romanos 8:16 usa un pronombre impersonal para referirse al Espíritu, pero este pronombre se refiere a una cosa. Hace más de trescientos años, cuando se tradujo la versión King James, la versión más fidedigna en el inglés, los traductores consideraban que el Espíritu era un poder, una cosa, pero no una persona. En los últimos cien años, cuando se tradujeron otras versiones, los traductores cambiaron el pronombre de uno impersonal a uno personal, con lo que reconocieron que el Espíritu Santo ciertamente es una persona.
Dios el Padre hizo un plan. Dios el Hijo vino para estar entre la humanidad mediante la encarnación y efectuó la gran obra de la redención de Dios mediante Su muerte en la cruz. Después de efectuar la redención, Él entró en la resurrección. En resurrección, como postrer Adán, Él fue hecho Espíritu vivificante. Él tuvo que llegar a ser el Espíritu vivificante para entrar en nosotros. Cuando el Señor Jesús estaba en la tierra, Él estuvo con los discípulos por tres años y medio, y los discípulos disfrutaron Su presencia. Sin embargo, un día el Señor les dijo súbitamente que Él se iría. También dijo que les convenía a ellos que Él se fuera, porque si no se iba, Él sólo podría estar entre ellos, pero no podría entrar en ellos. Por tanto, Él tenía que irse a fin de que otro Consolador fuera enviado a ellos. Este otro Consolador era el Espíritu de realidad, la transfiguración del primer Consolador. El Primero existía en la carne; el Otro era el Primero que fue transfigurado como Espíritu de realidad. Cuando el Espíritu de realidad vino, Él entró en ellos para ser su vida.
Hoy en día Dios no sólo es el Padre y el Hijo, sino que también es el Espíritu. Él no sólo es el Padre que planeó en la eternidad. Él también es el Hijo, quien, en la carne, llevó a cabo el plan de Dios. Ahora Él es el Espíritu que trae y aplica a nosotros lo que el Padre planeó y lo que el Hijo logró. El Espíritu quien es la consumación del Dios Triuno ahora está en nosotros a fin de ser nuestra vida para nuestro disfrute.
Necesitamos disfrutar al Dios Triuno y necesitamos la salvación subjetiva que el Dios Triuno efectúa; no necesitamos la religión. No necesitamos llevar a cabo algo para nosotros mismos o reformar nuestra conducta; necesitamos disfrutar al Dios Triuno. El Dios Triuno es el Espíritu consumado, y Él también es Cristo, quien es Dios mismo. Ahora queremos ver la manera en que podemos disfrutar la salvación subjetiva que nos otorga el Dios Triuno mediante los versículos en el libro de Filipenses. Estos versículos abarcan tres puntos principales: primero con respecto al Espíritu, segundo con respecto a Cristo y tercero con respecto a Dios.
Filipenses 1:19 dice: “Porque sé que por vuestra petición y la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi salvación”. La segunda mitad del versículo 20 continúa, diciendo: “Antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte”. Estos dos versículos contienen significados profundos. Según el contexto, vemos que el Espíritu de Jesucristo es Cristo mismo debido a que la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo nos capacita para que magnifiquemos a Cristo. La abundante suministración del Espíritu de Jesucristo tiene por finalidad que Cristo sea magnificado; por tanto, el Cristo magnificado es el Espíritu de Jesucristo.
La abundante suministración del Espíritu de Jesucristo está en nosotros, pero ¿acaso nosotros magnificamos a Cristo? El secreto para disfrutar la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo es magnificar a Cristo. Por ejemplo, es posible que haya un banquete suntuoso delante de mí, pero si me niego a mover mis manos o abrir mi boca, entonces el suministro abundante no tiene nada que ver conmigo. Igualmente, Dios tiene un rico suministro completamente preparado para nosotros, y Él nos invita a que vengamos al banquete. ¿Estamos dispuestos a aceptar Su invitación y venir a cenar en el banquete? La abundante suministración del Espíritu de Jesucristo es las riquezas del evangelio; todo el evangelio está incorporado en el Espíritu de Jesucristo (Gá. 3:14). Las riquezas del evangelio no sólo están en la Biblia, sino también en el Espíritu. Hoy en día Dios opera a través de la Santa Biblia y por el Espíritu Santo. La Biblia es la palabra clara impresa en letras negras sobre un papel blanco; el Espíritu Santo es la realidad viva que está en nuestro espíritu. Tenemos la Santa Biblia y también tenemos el Espíritu Santo. Lo que predicamos es el contenido del evangelio, y el Espíritu Santo tiene una abundante suministración, la cual también es el contenido del evangelio. Sin embargo, no es suficiente meramente tener la abundante suministración como contenido del evangelio; aún debemos comerla. Es al comer que Cristo puede ser magnificado en nuestro cuerpo.
La verdad contenida en la Biblia es diferente de lo que enseña la religión. La religión les enseña a las personas a hacer el bien y les alienta a que lo hagan por su propia cuenta. Pero éste no es el caso con la Biblia. La verdad hallada en la Biblia es que la abundante suministración de Dios está disponible a través de las palabras de la Biblia y por el Espíritu de Jesucristo. No se requiere que usted haga obra alguna; más bien, usted necesita recibir y disfrutar. La abundante suministración de Jesucristo está aquí. Lo que importa ahora es que usted lo disfrute y permita que Él sea magnificado.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.