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Línea central de la revelación divina, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-8224-3
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La línea central de la revelación divina

LA ECONOMÍA DIVINA
Y LA IMPARTICIÓN DIVINA

MENSAJE QUINCE

LA TOTALIDAD DE LA BENDICIÓN
QUE TODO LO ABARCA,
LA BENDICIÓN DEL EVANGELIO COMPLETO
DE DIOS EN CRISTO, CON MIRAS A QUE
SE REALICE LA IMPARTICIÓN DIVINA
CONFORME A LA ECONOMÍA DIVINA

(6)

Lectura bíblica: Jn. 1:1, 14, 16

II. LA MANERA DE RECIBIR, EXPERIMENTAR Y DISFRUTAR AL CRISTO TODO-INCLUSIVO
EN SU CALIDAD DE ESPÍRITU TODO-INCLUSIVO
Y VIVIFICANTE, QUIEN ES LA TOTALIDAD
DE LA BENDICIÓN QUE TODO LO ABARCA,
LA BENDICIÓN DEL EVANGELIO COMPLETO DE DIOS

B. La manera presentada en el Evangelio de Juan

La manera de recibir, experimentar y disfrutar al Cristo todo-inclusivo en Su calidad de Espíritu vivificante y todo-inclusivo, quien es la totalidad de la bendición que todo lo abarca, la bendición del evangelio completo de Dios, consta de por lo menos veinticinco puntos en el Evangelio de Juan. En este mensaje abarcaremos los primeros trece.

La mayoría de los cristianos están muy familiarizados con el Evangelio de Juan. Después de ser salvo, yo pasé mucho tiempo en el Evangelio de Juan y encontré que había allí muchas cosas difíciles de entender. Yo tenía muchas preguntas que ni siquiera los obreros cristianos pudieron contestar, preguntas tales como: ¿Qué es la Palabra (1:1)? ¿Qué es la regeneración (3:6)? Y ¿qué es la vida eterna (v. 16)? Tal vez el Evangelio de Juan nos sea familiar, pero no debemos considerarlo un libro sencillo ni superficial. Es un libro lleno de profundidad. Por lo tanto, necesitamos sumergirnos en sus profundidades y extraer los tesoros que se encuentran allí.

El apóstol Juan, en su evangelio, usó palabras y expresiones muy sencillas. Ésta es una característica sobresaliente de sus escritos. El lenguaje que usó es sencillo, pero lo que sus palabras transmiten es profundo. Debido a que muchas de las cosas mencionadas en el Evangelio de Juan son sumamente profundas, muy pocos han dedicado el tiempo para extraerlas. Doy gracias al Señor, porque durante los años, al leer algunos libros de otros autores, nosotros hemos recibido ayuda de ellos. Durante los últimos veinte siglos, vez tras vez, millones de cristianos han leído la Biblia. Estamos apoyados sobre los hombros de todos los santos que nos precedieron. Agradezco al Señor por haber preservado en libros lo mejor del entendimiento de estos santos. Hoy en día, por sus escritos podemos saber lo que entendían los hermanos de los años pasados.

1. Recibimos a Cristo, quien es el Hijo de Dios,
creyendo en Él para nacer de Dios

La primera manera de recibir, experimentar y disfrutar al Cristo todo-inclusivo en Su calidad de Espíritu todo-inclusivo y vivificante en el Evangelio de Juan es recibir a Cristo, el Hijo de Dios, creyendo en Él para nacer de Dios (1:12-13).

En 1964 me invitaron a hablar en una iglesia bíblica independiente, ubicada en la ciudad de Las Vegas. Mientras estaba allí, hablé acerca del corazón y del espíritu del hombre. Les dije que Dios creó al hombre dotándole de un corazón para que le ame y de un espíritu para que le reciba. Les dije que el hombre sólo puede recibir a Dios por medio de su espíritu y que puede amar a Dios con su corazón. Durante mi visita me quedé en la casa de uno de los líderes de la congregación. Me enteré de que a la esposa de ese hermano le perturbó mucho lo que yo había dicho acerca de la diferencia entre el corazón y el espíritu. A su parecer, los dos eran la misma cosa. Le parecía que yo había ido muy lejos al hacer una distinción entre el corazón y el espíritu. A la mañana siguiente nos sirvió el desayuno. Cuando venía a ofrecerme los huevos, le dije: “Hermana, deme un huevo”. Mientras me lo daba, le volví a decir: “Hermana, deme un huevo”. Entonces me dijo: “Hermano Lee, aquí está”. Le dije: “Ciertamente amo los huevos y me gustaría tener uno”. Al decir esto, no extendí mi mano para tomar el huevo. Al principio, ella no entendió lo que yo le quería mostrar. Entonces le dije: “Hermana, quisiera mostrarle la diferencia entre recibir y amar. Uno no puede recibir el huevo con el corazón, ni tampoco puede amarlo con las manos. Para amar el huevo, uno tiene que usar el corazón; pero para recibirlo, uno tiene que usar las manos. Cuando Dios nos creó, nos dio un corazón para que lo pudiéramos amar. Pero, de la misma manera que uno no puede recibir el huevo sin usar las manos, tampoco puede recibir a Dios sin usar un órgano receptor. Ésta es la razón por la cual Dios creó un espíritu en el hombre además de un corazón”. Después de esta breve explicación, la hermana me entendió completamente y se puso muy contenta.

La palabra recibir se usa muy enfáticamente en el Evangelio de Juan. Juan 1:14 y 16 dicen: “Y la Palabra se hizo carne [...] llena de gracia y de realidad [...] Porque de Su plenitud recibimos todos, y gracia sobre gracia”. Muchos cristianos saben que la palabra creer se usa mucho en el Evangelio de Juan, pero pocos saben que la palabra recibir también se usa enfáticamente en este Evangelio. Juan 1:12-13 dice: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en Su nombre, les dio autoridad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”. El versículo 12 primero habla acerca de recibir al Hijo de Dios; luego, habla de creer en el Hijo de Dios. Por lo tanto, recibir a Cristo es creer en Cristo. Cuando creemos en Cristo, lo recibimos y así lo obtenemos.

El propósito de creer en Cristo es nacer de Dios. Antes de experimentar la regeneración, habíamos sido creados por Dios, pero no habíamos nacido de Él. Éramos Sus criaturas, pero no éramos Sus hijos. Juan 1:12-13 dice que aquellos que reciben al Hijo de Dios al creer en Él, son nacidos de Dios para ser hijos de Dios. ¡Qué maravilloso que nosotros, los seres caídos y pecaminosos, podamos nacer de Dios para ser Sus hijos! Cuando el Señor Jesús le dijo a Nicodemo que necesitaba nacer de nuevo (3:3), Nicodemo no entendió bien la palabra del Señor, pues pensó que él necesitaba volver al vientre de su madre y nacer otra vez físicamente. Sin embargo, lo que en realidad necesitaba era recibir a Cristo como Hijo de Dios al creer en Él para poder nacer de Dios como hijo Suyo.


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