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Definición breve del reino de los cielos, Unapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1035-2
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CAPITULO CINCO

LAS DIVERSAS MANERAS EN QUE DIOS JUZGA
A DIFERENTES CATEGORIAS DE PERSONAS

Lectura bíblica: 2 Co. 5:10; Ro. 14:10; 1 Co. 10:32; Zac. 13:8-9; 8:20-23; Ap. 14:6-7; Mt. 25:31-46; Ap. 21:24; 22:2-5

Una vez que hemos sido salvos, podemos estar seguros de que nuestra salvación es eterna; sin embargo, debemos entender algunos detalles relacionados con el reino. El reino hoy es un ejercicio y en la próxima era será una recompensa. Si bien tenemos la seguridad eterna respecto de nuestra salvación, aún está por decidirse si hemos de recibir recompensa o sufrir pérdida.

EL TRIBUNAL DE CRISTO

Cuando el Señor regrese, El establecerá Su tribunal en el aire para juzgar a todos los creyentes que habrán sido resucitados y arrebatados. Este juicio no determinará la salvación eterna de ellos, pues ésta ya ha sido asegurada una vez para siempre, sino que determinará si los creyentes son aptos o no para participar en la manifestación del reino de los cielos como recompensa. Además, el tribunal determinará si los creyentes merecen algún castigo, o disciplina, que les ayude a madurar. En 2 Corintios 5:10 y Romanos 14:10 se menciona este tribunal, el cual es distinto del juicio eterno que Dios llevará a cabo en el gran trono blanco (Ap. 20:11-15). El juicio eterno pronunciado en el gran trono blanco tiene como fin juzgar a todos los incrédulos para su castigo eterno en el lago de fuego; pero el tribunal de Cristo no determinará la salvación o perdición eterna de las personas, sino que les otorgará recompensa o les infligirá castigo.

LAS ADVERTENCIAS HALLADAS EN HEBREOS

Las cinco advertencias halladas en el libro de Hebreos también se relacionan con el reino (2:1-4; 3:7—4:13; 5:11—6:20; 10:19-39; 12:1-29). El reposo al que aluden los capítulos tres y cuatro de Hebreos es el reposo del reino que los creyentes vencedores disfrutarán en la manifestación del reino de los cielos. En el Antiguo Testamento los hijos de Israel fueron salvos por medio de la Pascua, y luego fueron liberados de Egipto, pero no todos entraron en la tierra de Canaán, la cual tipifica a Cristo como nuestro reposo (Dt. 12:9; He. 4:8). De entre los muchos hijos de Israel que experimentaron la liberación y el éxodo de Egipto, sólo Josué y Caleb entraron en la buena tierra y participaron de ella; el resto de ellos pereció en el desierto (Nm. 14:30; 1 Co. 10:1-11). Dos israelitas que habían fallecido antes del éxodo de Egipto, Jacob y José, fueron llevados también a la tierra prometida (Gn. 50:5-6; Jos. 24:32). Caleb y Josué representan a los santos vivos, mientras que Jacob y José, a los santos fallecidos; ambos grupos de vencedores disfrutarán a Cristo como su recompensa en el reino. Si no entendemos las verdades del reino, jamás podremos entender plenamente el libro de Hebreos.

LOS VENCEDORES MENCIONADOS EN APOCALIPSIS

En cada una de las siete epístolas de Apocalipsis escritas a las siete iglesias de Asia, se emite un llamamiento a vencer y se promete una recompensa a los que venzan. La recompensa se relaciona con el reino (Ap. 2:7, 10-11, 17, 26-29; 3:4-6, 11-13, 20-22).

COMO EL SEÑOR JUZGA
A LAS TRES CATEGORIAS DE PERSONAS

Según muestra 1 Corintios 10:32, en los tiempos neotestamentarios existen tres categorías de personas: los judíos, el pueblo escogido de Dios; los griegos, los gentiles incrédulos; y la iglesia, los que creen en Cristo.

La iglesia

Por supuesto, la iglesia está compuesta de personas regeneradas, los creyentes, quienes han sido rescatados del mundo. Para el tiempo del milenio, muchos creyentes aún no estarán plenamente transformados, pero los que venzan sí lo estarán. Los vencedores estarán listos para formar parte de la Nueva Jerusalén, la cual es una entidad compuesta de todos los creyentes transformados de la era neotestamentaria y de todos los santos redimidos del Antiguo Testamento. Los creyentes que no sean transformados en la era actual, lo serán en la era venidera. Todas las personas redimidas y transformadas constituirán juntamente la Nueva Jerusalén por la eternidad.


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