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Solo Cuerpo, un solo Espíritu, y un solo y nuevo hombre, Unpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4289-6
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EL PROBLEMA DEL CRISTIANISMO ACTUAL

El problema con el cristianismo de hoy es que muchos no conocen al Espíritu de una manera apropiada. El cristianismo enseña que Dios es tres personas —el Padre Santo, el Hijo Santo y el Espíritu Santo— en un solo Cuerpo. Yo entendí claramente esta doctrina desde mi niñez, pero no tuve ninguna experiencia del Espíritu Santo. El Espíritu Santo, el Hijo Santo y el Padre Santo eran simplemente términos para mí. Estos tres términos se usan para describir el Dios Triuno. Ésta es la enseñanza que promueve el cristianismo antiguo y ortodoxo. Después, poco a poco, el movimiento pentecostal introdujo otra enseñanza que confundió a las personas aún más. Según las personas pentecostales, no hay diferencia alguna entre el Espíritu Santo y el Espíritu de Dios. Ellos afirman que si usted habla en lenguas, tiene al Espíritu Santo, y que si no habla en lenguas, no tiene al Espíritu Santo. Yo también estuve en el movimiento pentecostal, y en aquel tiempo incluso ayudé a las personas, les enseñé y las animé para que hablaran en lenguas. Recuerdo que las lenguas siempre eran: “Da, da, da” o “Di, di, da”. ¿Qué clase de lenguas son ésas? Sólo el Señor lo sabe.

En cualquier caso, no podemos estar de acuerdo con esta clase de hablar en lenguas. Por otra parte, en toda la historia ha habido millones de personas que realmente estaban llenas de vida y tenían poder, pero nunca hablaron en lenguas. Son muchas las personas que recibieron ayuda del hermano Watchman Nee, y yo serví al Señor a su lado. Él claramente me dijo que nunca había hablado en lenguas. Además, en 1936 cuando se enteró de que yo estaba en Tientsin hablando en lenguas y que estaba ayudando a otros a hablar en lenguas, de inmediato me envió un telegrama desde Shanghái. El telegrama no tenía ni un saludo ni una despedida formal, sino una sola frase: “No todos hablan en lenguas”. En cuanto lo leí, entendí. Es cierto que no todos hablan en lenguas, y él mismo nunca habló en lenguas. ¿Podrían decir ustedes que una persona como él no tenía al Espíritu Santo? No pueden decir esto.

Debemos olvidarnos de las enseñanzas de este grupo o de aquel grupo en el cristianismo; hay demasiadas enseñanzas. Mucho antes, en el segundo y tercer siglos hubo grandes batallas acerca de las diferentes maneras de presentar las verdades de la Trinidad, y al final se celebraron concilios y sínodos eclesiásticos para resolver dichos desacuerdos. En los pasados treinta a cincuenta años esta batalla ha continuado. Debido a que la vieja enseñanza tradicional acerca del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo era demasiado doctrinal, muerta y ajena a la experiencia, generó una reacción llamada el movimiento pentecostal. Esta reacción empezó a darse en el siglo pasado alrededor del año 1850. Al comienzo, la reacción fue bastante alocada, pues la gente brincaba, rodaba por el suelo y hacía muchas otras cosas. Más recientemente este movimiento se ha convertido en un movimiento de los dones espirituales y es más refinado y moderado, sin las risas ni los brincos ni rodar por el piso. Sin embargo, el énfasis de este movimiento es éste: si usted habla en lenguas, tiene al Espíritu Santo, y si no habla en lenguas, no tiene el Espíritu Santo. Así que, podemos ver estos dos extremos en el cristianismo: uno es el de enseñar doctrinas vanas, y el otro es el de promover el hablar en lenguas.

EL CRISTIANISMO CARECE DE CONOCIMIENTO
EN CUANTO AL ESPÍRITU
Y LAS COSAS QUE HEMOS VISTO

Debido a las doctrinas muertas y a las cosas alocadas del pentecostalismo, sentimos que debíamos hacer un estudio profundo en la Biblia. Puedo decirles que en los pasados cincuenta años, hemos estudiado dos temas muchísimo. El primero de ellos es la iglesia; en estos cincuenta años hemos recibido mucha claridad acerca de la revelación de la iglesia. El segundo tema es el Espíritu Santo. En estos últimos años no sé cuánto tiempo he dedicado al estudio del Espíritu. Leímos y estudiamos la Biblia muchas veces, y ahora tenemos claro casi cada pasaje de la Biblia que habla acerca del Espíritu. Más aún, podemos afirmar que consultamos casi todas las enseñanzas de las mejores escuelas desde el segundo siglo hasta el presente para conocer su explicación y entendimiento acerca del Espíritu. Esto nos permitió descubrir dos carencias en las discusiones que ha habido acerca del Espíritu a lo largo de los siglos.

En primer lugar, ha habido una carencia de conocimiento en cuanto a cómo el Señor por medio de Su muerte y resurrección llegó a ser el Espíritu vivificante. Nadie ha enseñado claramente este asunto. En el pasado, al parecer nosotros fuimos los únicos que vimos esto y también los únicos que lo dimos a conocer. Todos los que han estado con nosotros por algún tiempo saben que en la China continental no expresamos nada acerca de este asunto. Cuando estuvimos en la China continental, antes de 1949, los libros que publicamos no contenían esta enseñanza, a saber, que el postrer Adán fue hecho Espíritu vivificante. Tampoco dimos ningún mensaje sobre este tema. Fue sólo después que vinimos a Taiwán que empezamos a recalcar que cuando nuestro Señor Jesucristo murió y luego entró en resurrección, Él fue hecho Espíritu vivificante en resurrección. Sin embargo, en los pasados tres o cinco años, descubrimos que en el pasado e incluso hasta la fecha, ha habido muchos grandes maestros de la Biblia que han dicho lo mismo. Algunos han dicho que en la resurrección, Cristo y el Espíritu Santo son iguales; otros han dicho que en la resurrección, Cristo es el Espíritu de poder. Otros han visto estos puntos, pero a lo largo de los siglos nadie ha hecho suficiente hincapié en ellos ni los ha desarrollado.

En segundo lugar, quizás nadie más antes de nosotros prestó la debida atención a los siete Espíritus de Apocalipsis. Hoy en día no sólo vemos que el Espíritu Santo es parte del Dios Triuno —el Padre Santo, el Hijo Santo y el Espíritu Santo— o que el Espíritu de Pentecostés es quien capacita a las personas para que en ellas se manifiesten los diferentes dones, entre ellos el hablar en lenguas, sino que además hemos visto que el Cristo resucitado es el Espíritu vivificante y que en la hora más oscura de la era de la iglesia este Espíritu llegó a ser el Espíritu siete veces intensificado. Dios —el Padre, el Hijo y el Espíritu— es triuno. Doctrinalmente, esto es absolutamente correcto. Además, el Día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo se derramó, las personas recibieron dones y hablaron en lenguas. Esto también es correcto. Sin embargo, no es suficiente ver únicamente estos dos asuntos; debemos avanzar y ver que el Cristo resucitado es el Espíritu vivificante en resurrección. Por un lado, el Señor resucitó y ascendió a los cielos, pero por otro, Él permaneció en la tierra después de Su resurrección. Conforme al aspecto de la ascensión, Él ya fue hecho Señor y Cristo. Conforme al aspecto en que Él todavía permanece en la tierra, Él es el Espíritu vivificante en resurrección. En los cielos Él es el Señor, y en la tierra Él es el Espíritu vivificante. Esto implica mucho más que el simple hecho de ser el Espíritu Santo y Aquel que da los dones en Pentecostés. Además, hoy, en la hora más oscura de la iglesia, Él es el Espíritu siete veces intensificado, los siete Espíritus que están delante del trono de Dios. Debemos juntar estos cuatro aspectos: el Espíritu Santo es el Espíritu de Pentecostés, el Espíritu de Pentecostés es el Espíritu vivificante, y el Espíritu vivificante es los siete Espíritus.

¿Cuál es nuestra conclusión? Nuestra conclusión es que hoy este Dios Triuno es el propio Espíritu. En este Espíritu tenemos al Padre Santo; en este Espíritu tenemos al Hijo Santo; en este Espíritu tenemos al Espíritu Santo; en este Espíritu tenemos la divinidad; en este Espíritu tenemos la humanidad elevada y resucitada; en este Espíritu tenemos la muerte todo-inclusiva del Señor Jesús junto con la eficacia de la misma; y en este Espíritu tenemos Su resurrección con el poder de la misma. En este Espíritu tenemos toda la gloria de la divinidad y todas las virtudes de la humanidad.

Este Espíritu es lo que el Nuevo Testamento llama “el Espíritu”. Juan 7:39 dice: “Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en Él; pues aún no había el Espíritu, porque Jesús no había sido aún glorificado”. Efesios 4:3 dice: “Diligentes en guardar la unidad del Espíritu”. El Espíritu del cual se habla en estos pasajes es el Espíritu Santo, el Espíritu de Pentecostés, el Espíritu vivificante y el Espíritu siete veces intensificado. Cuando hablamos acerca del único Cuerpo, del único nuevo hombre y del único Espíritu, este único Espíritu es el Espíritu. El Espíritu es vida con relación al Cuerpo de Cristo, y el Espíritu es la persona con relación al nuevo hombre. El Espíritu es la vida del Cuerpo y también es la persona del nuevo hombre.


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