Reino, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4708-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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¿Qué significa preparar el aceite en las vasijas? Alabamos al Señor por mostrarnos tanto el significado de las lámparas como el de las vasijas. En la Biblia hay tanto lámparas como vasijas. Proverbios 20:27 nos dice que el espíritu del hombre es lámpara del Señor. La lámpara representa el espíritu del hombre. Entonces, ¿qué representan las vasijas? Romanos 9:21 y 23-24 nos dicen que nosotros mismos somos los vasos de Dios, hechos para contener a Dios. Como vasos de Dios somos seres humanos con un alma. Nuestro espíritu es la lámpara, y nuestra alma es el vaso o la vasija.
Según la Biblia, tenemos tres partes: espíritu, alma y cuerpo (1 Ts. 5:23). En el momento en que fuimos salvos, el Señor vino a nuestro espíritu y fuimos regenerados (Jn. 3:6), pero Dios no podría ser expresado únicamente desde nuestro espíritu. Es por esto que tenemos nuestra alma como una vasija para contener a Dios y expresarle. Génesis 1:26-27 nos dice que fuimos hechos a imagen de Dios. Esto no se refiere a nuestro espíritu, sino a nuestra alma. Debido a que Dios es un Dios de amor, tenemos en nuestra alma un órgano capaz de tomar decisiones. Debido a que Dios es un Dios que piensa, tenemos en nuestra alma un órgano capaz de pensar. Debido a que Dios es un Dios que toma decisiones, tenemos en nuestra alma un órgano capaz de tomar decisiones. La imagen de Dios guarda relación con las diferentes partes de nuestra alma. Somos seres vivientes no porque tengamos un cuerpo o un espíritu, sino porque tenemos un alma. El alma es nuestro ser. A veces en la Biblia una persona es llamada un alma. Génesis 46:27 nos dice que las setenta almas de la casa de Jacob descendieron a Egipto. Un alma es un ser humano, una persona. Estrictamente hablando, nuestra alma es el vaso de Dios, pues nuestro espíritu por sí mismo es incapaz de expresar a Dios. Dios tiene que ser expresado mediante nuestra alma: mediante nuestra mente, emoción y voluntad. La manera en que pensamos debe expresar a Dios. La manera en que amamos y odiamos, lo que nos gusta o no nos gusta, debe expresar a Dios. Las decisiones y elecciones que hacemos también deben expresar a Dios. En nuestro espíritu no tenemos la capacidad para expresar a Dios. Las facultades para expresar a Dios se encuentran en nuestra alma. Por tanto, nuestra alma es el vaso. Según la revelación de la Biblia, esto está muy claro. Nuestro espíritu es la lámpara de Dios, y nuestra alma es el vaso de Dios.
Muchas veces hemos usado el diagrama de los tres círculos concéntricos para representar el espíritu, el alma y el cuerpo. El espíritu está en el centro, rodeado por el alma, la cual se compone de la mente, parte emotiva y voluntad. La Biblia considera el alma, con sus tres partes, más una parte del espíritu, la conciencia, como las partes que conforman el corazón. El corazón es muy parecido al alma; pero de alguna manera es más grande, puesto que incluye también la conciencia, la cual es una parte del espíritu. Cuando fuimos salvos, el Señor vino a nuestro espíritu. Sin embargo, Él no se ha expandido mucho en nuestra alma, esto es, en nuestra mente, parte emotiva y voluntad. En algunos de nosotros, el Señor Jesús ni siquiera ha podido entrar en nuestra conciencia, ya que está confinado a una pequeña parte de nuestro espíritu. Pero, por lo menos ha entrado a nuestro espíritu al punto de poder iluminarnos y, ahora, nuestro espíritu está ardiendo como una lámpara.
Antes que fuéramos salvos, nuestro espíritu estaba oscurecido y amortecido (Ef. 2:1, 5). Carecíamos de toda sensación en relación con nuestro espíritu, y parecía que en nuestro ser no había tal espíritu. Cuando escuchamos el evangelio o cuando leímos la palabra del evangelio, algo resplandeció en nuestro interior y recibimos la luz. A medida que esta luz pudo penetrar en nuestro ser, nos arrepentimos e invocamos el nombre del Señor. De inmediato, algo en lo profundo de nuestro ser fue avivado, por lo que comenzó a arder y a resplandecer. Tuvimos la sensación de que en lo profundo de nuestro ser había algo viviente, ardiente y resplandeciente. Esto significa que el Espíritu de Dios había entrado en nuestro espíritu para iluminarnos y vivificarnos (Jn. 3:6).
Aun cuando nuestro espíritu fue avivado, me temo que nuestra mente no haya sido saturada por el Señor y que Él no haya impregnado plenamente nuestras emociones. Mucho me temo que en ciertos asuntos ustedes hayan rechazado al Señor. E incluso algunos no están dispuestos a orar, debido a que temen que el Señor Jesús los atrape en cuanto a cierto asunto en particular que ustedes alojan en su mente o en sus emociones. Tal vez durante los últimos días algunas hermanas resistieron al Señor Jesús cuando Él intentó expanderse en sus emociones con respecto al amor que ellas sienten por ciertas cosas.
Todos los cristianos tienen sus lámparas encendidas, pero son muchos los que no tienen ni el deseo ni la intención de acumular aceite en sus vasijas. Ellos son salvos y tienen al Señor en su ser. Aunque tienen su lámpara encendida, tales creyentes no deberían sentirse en paz. Todavía tienen un problema, no tienen suficiente aceite. Ellos tienen aceite ardiendo en sus lámparas, pero no tienen la porción extra de aceite en todas las partes internas de su ser, esto es, en su mente, parte emotiva, voluntad y conciencia. Es maravilloso que tengan aceite en su lámpara, pero todavía persiste un problema muy grave con respecto a sus almas. Tienen al Señor en su espíritu, pero no en su alma.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.