Presentación actual de la manera ordenada por Dios y las señales acerca de la venida de Cristo, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6646-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En cuanto a la reedificación del templo, primero tenemos que ver lo relacionado con las dos mitades de la última semana. La última semana será dividida en dos mitades por el anticristo cuando éste invalide el pacto de siete años que hará con Israel. En los primeros tres años y medio, el anticristo apoyará a los hijos de Israel, permitiéndoles adorar libremente a Dios; pero en los últimos tres años y medio, hará cesar el sacrificio y la oblación (Dn. 12:7; 9:27) y los reemplazará con un ídolo de sí mismo. En Mateo 24:15, el lugar santo donde estará erigida la imagen del anticristo se refiere al santuario del templo (Sal. 68:35; Ez. 7:24; 21:2) y la abominación se refiere a la imagen del anticristo como ídolo. En otras palabras, el ídolo permanecerá en el templo por tres años y medio hasta que Cristo destruya al anticristo con la manifestación de Su venida. Por lo tanto, primeramente el templo tendrá que ser reedificado; luego los hijos de Israel podrán adorar a Dios y ofrecerle sacrificios, y entonces el anticristo podrá erigir allí su imagen.
Desde el año 70 d. C., cuando Tito destruyó el templo, el templo nunca volvió a ser edificado. Israel ha recuperado posesión de Jerusalén y ahora está haciendo preparativos para la reedificación del templo. Todos los materiales que son necesarios para la reedificación del templo y todos los utensilios necesarios para los sacrificios ya han sido preparados conforme a lo que está escrito en la Biblia. Ahora ellos solamente están a la espera del momento preciso, y entonces la reedificación del templo será consumada.
La segunda mitad de la última semana, los últimos tres años y medio de esta era, corresponde al período de la gran tribulación, la cual no ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni habrá jamás (Mt. 24:21). Este período empezará con las calamidades sobrenaturales en el sexto de los siete sellos (Ap. 6:12-17) y concluirá con la séptima de las siete copas (16:1-21). Ésta será “la hora de la prueba que está por venir sobre toda la tierra habitada, para probar a los que moran sobre la tierra” (3:10). Esta gran tribulación vendrá de tres direcciones —de parte de Dios, del anticristo y de Satanás— sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra (Lc. 21:35). En aquel tiempo Dios juzgará el universo entero con calamidades sobrenaturales, de tal modo que la tierra dejará de ser apropiada para la existencia del hombre. Es como si Dios dijera a los hombres que están sobre la tierra: “Yo creé todas las cosas para la existencia de ustedes, y Mi propósito es que ustedes me teman, me sirvan, me amen y me sigan; sin embargo, ustedes cooperaron con Satanás para oponerse a Mí y rechazarme. Ahora Yo estoy conmoviendo la tierra y los cielos; miren si después de esto podrán seguir viviendo tranquilamente”.
Además, los vencedores arrojarán a Satanás de los cielos a la tierra, y éste, sabiendo que le queda poco tiempo, colaborará con el anticristo, y los dos harán todo lo posible por destruir y hacer daño al linaje humano, y perseguirán duramente a los judíos y a los cristianos (Ap. 12:7-13, 17). Sin embargo, a fin de preservar a Su pueblo, Dios pondrá un límite al tiempo de la gran tribulación y sólo durará tres años y medio; de lo contrario, ninguna carne sería salva.
Antes de la gran tribulación, los vencedores serán arrebatados, lo cual dejará en la tierra a la mayoría de los creyentes que aún no hayan madurado, los cuales pasarán por la gran tribulación. Mateo 24:40-41 dice: “Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en el molino; la una será tomada, y la otra será dejada”. Esto indica que mientras la gente del mundo está embotada con las cosas materiales, sin percatarse en lo más mínimo del juicio venidero, algunos creyentes que son sobrios y vigilantes serán arrebatados. Para la gente que está embotada y ha perdido la sensibilidad, esto será una señal de la venida de Cristo. Por lo tanto, debemos mirar por nosotros mismos, no sea que nuestros corazones se carguen de disipación y embriaguez y de los afanes de esta vida (Lc. 21:34), y nos perdamos el arrebatamiento y nos volvamos como la esposa de Lot.
En aquel tiempo, la tierra vendrá a ser un lugar terrible e inapropiado para la existencia del hombre. Las calamidades sobrenaturales y la persecución del anticristo harán que los creyentes que aún están en la tierra sufran muchas aflicciones; con todo, Dios los guardará y sustentará (Ap. 12:14). Al final de la gran tribulación, la mayoría de los creyentes, incluyendo a los que sean resucitados y los que queden, serán arrebatados a los aires (1 Ts. 4:16-17) a la venida del Señor (parusía). Luego, Cristo súbitamente aparecerá de manera pública a los que están en la tierra, como el relámpago (Mt. 24:27).
Ésta son las señales de la venida de Cristo y de la consumación de la era. Aunque nadie sabe ni el día ni la hora (Mt. 24:36), el año sí puede ser calculado. Antes de la consumación de esta era, el anticristo vendrá a ser el césar del Imperio romano restaurado. Él hará un pacto de siete años con los hijos de Israel, lo cual marcará el inicio de la última semana. Por lo tanto, si alguno dijera: “¡Mirad, aquí está el Cristo!” o “¡Acá!”, no seremos engañados (Mt. 24:23). Sin embargo, no debemos ser negligentes, ni debemos pensar que, puesto que el Señor se tarda en venir, podemos comer y beber y emborracharnos (vs. 48-49). Debemos, pues, velar y estar preparados para que podamos escapar de todas estas cosas que van a suceder, y estar en pie delante del Hijo del Hombre (Lc. 21:36).
Después de haber visto y haber entendido claramente todas estas profecías, debemos velar y estar atentos a la palabra profética como a una lámpara que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día amanezca y la estrella de la mañana nazca en nuestros corazones (2 P. 1:19). Antes de Su manifestación pública, que será como el sol, el Señor aparecerá como la estrella de la mañana, en la hora más oscura de la noche, a los que anhelan Su manifestación. La palabra profética de las Escrituras, como lámpara brillante para los creyentes, trasmite una luz espiritual que resplandece en las tinieblas que los rodean, guiándolos a que entren en un día brillante, hasta que llegue el día de la manifestación del Señor.
El tiempo se acaba. Al estudiar las profecías de la Biblia y al estudiar la situación mundial actual, sabemos que el día de la venida del Señor está muy cerca y que se aproxima la última semana. La pregunta crucial que debemos plantearnos es ésta: ¿Queremos sepultarnos en el mundo o entregarnos a las manos del Señor? Debemos darnos cuenta de que una vez que nos sepultemos en el mundo y echemos raíces en él, no será fácil desarraigarnos. En los pocos días que faltan, debemos prepararnos. Seamos de aquellos que aman al Señor y le sirven, que diariamente son avivados y vencen, y que no se aferran al mundo y esperan con anhelo la venida del Señor.
(Mensaje dado por el hermano Witness Lee en Kuching, Malasia, el 30 de octubre de 1990).
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