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Ejercicio de nuestro espíritu, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4880-5
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CAPÍTULO CINCO

NUESTRO ESPÍRITU REGENERADO
COMO NUESTRA PERSONA
JUNTO CON NUESTRA ALMA
COMO EL ÓRGANO DE ÉSTA

Lectura bíblica: Ro. 7:8, 11, 17, 20, 23; Mt. 16:21-26; Ef. 2:1, 5; Col. 2:13; 1 Co. 2:14-15; 2 Co. 4:16; Ef. 3:16; 4:22-24; Col. 3:9-10; Ro. 6:6; Gá. 5:24; He. 2:14

En la Biblia, la palabra alma puede entenderse de diversas maneras. Primero, el hombre es un alma. Génesis 2:7 dice: “Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra y sopló en su nariz aliento de vida, y llegó a ser el hombre alma viviente”. Dios formó el cuerpo del hombre con el polvo de la tierra, pero el aliento de vida que Dios sopló en el cuerpo del hombre llegó a ser el espíritu del hombre, el espíritu humano (Job 32:8; Pr. 20:27). Como resultado de ello, el hombre llegó a ser alma viviente. En 1 Corintios 15:45a se nos dice: “Así también está escrito: ‘Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente’ ”; además, al referirse a las setenta personas que conformaban la casa de Jacob, Deuteronomio 10:22 dice: “Con setenta almas [heb.] descendieron tus padres a Egipto” (cfr. Gn. 46:27; Éx. 1:5). Todos estos versículos nos dicen que el hombre es un alma. Además, alma en la Biblia se refiere a la parte anímica del ser humano así como a las funciones anímicas del hombre.

Alma también se refiere a la vida del alma que es propia del hombre, pues es en la parte anímica del hombre, donde reside la vida humana. En el Nuevo Testamento, la palabra griega traducida “alma” es psujé, que también puede traducirse “vida del alma”, como sucede en Mateo 16:25-26, donde dice: “El que quiera salvar la vida de su alma, la perderá; y el que la pierda por causa de Mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si gana todo el mundo, y pierde la vida de su alma? ¿O qué dará el hombre a cambio de la vida de su alma?”. Asimismo, Juan 12:25 dice: “El que ama la vida de su alma la perderá; y el que la aborrece en este mundo, para vida eterna la guardará”. Por tanto, en diversos versículos de la Biblia la palabra alma denota el hombre mismo, su parte anímica, las funciones propias del alma y la vida del alma.

LA PERSONA DEL HOMBRE CAÍDO ES SU ALMA

La persona del hombre caído es su alma, el cual tiene un órgano externo y uno interno. El cuerpo físico, el cual fue hecho del polvo de la tierra, es el órgano externo para contactar el mundo físico y material. El espíritu, el cual procede del aliento de la vida espiritual, es el órgano interno para contactar al Señor en la esfera espiritual. No debemos considerar que la persona del hombre natural es su cuerpo ni su espíritu. Ambos son simplemente órganos; el alma es la persona. Debido a que el alma es el ser, la persona, del hombre, en el alma del hombre reside el yo del hombre, su personalidad. Asimismo, todo ser viviente es animado por cierta clase de vida. La vida del hombre natural no reside en su cuerpo ni en su espíritu. La vida humana reside en el alma.

EL CUERPO FUE ARRUINADO POR LA CAÍDA
A FIN DE CONVERTIRSE EN LA CARNE

En el momento de la caída, Satanás, quien es el pecado mismo, entró en el cuerpo del hombre cuando éste comió del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal (Gn. 3:1-6). Romanos 7:17 dice: “De manera que ya no soy yo quien obra aquello, sino el pecado que mora en mí”. Según este versículo y los versículos 8, 11 y 20, el pecado mora en nosotros y opera en nosotros, y según Romanos 6:12 y 14, el pecado reina en nuestro cuerpo mortal y se enseñorea de éste. Estos versículos nos dan a entender que el pecado es una persona, la corporificación de Satanás con su naturaleza maligna. En el Nuevo Testamento, Satanás es llamado “el maligno” (Mt. 13:19, 38; Jn. 17:15; 1 Jn. 2:13-14; 5:18-19). En el idioma griego esta frase significa literalmente “el mal”. Satanás mismo es tanto el pecado como el mal.

Romanos 7:23 nos dice dónde mora este pecado: “Veo otra ley en mis miembros, que está en guerra contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros”. El pecado mora en los miembros de nuestro cuerpo. Esto quiere decir que Satanás entró en el hombre al entrar en su cuerpo. Toda clase de concupiscencia radica en el cuerpo porque la fuente de la concupiscencia —Satanás, el maligno— está en el cuerpo, es decir, en la carne. Originalmente, el cuerpo humano era bueno y puro, pero desde que Satanás entró en él y lo dañó, el cuerpo cambió en su naturaleza para convertirse en la carne. Génesis 6:3 dice: “Dijo Jehová: No contenderá Mi Espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne”. El cuerpo es carne porque se corrompió y se arruinó una vez que Satanás entró en él.


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