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Vivir en el que permanecemos mutuamente con el Señor en el espíritu, Unpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-9118-4
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Actualmente disponible en: Capítulo 3 de 8 Sección 3 de 5

PERMANECER MUTUAMENTE CON EL SEÑOR

Estar “en” es diferente a “permanecer”. En Juan 15 el Señor dijo: “Permaneced en Mí, y Yo en vosotros” (v. 4). Esto es un permanecer mutuo. Sin embargo, la mayoría de nosotros los cristianos entendemos este permanecer mutuo como si fuera el equivalente a morar juntos. Los esposos y las esposas moran juntos, pero nosotros permanecemos mutuamente con el Señor. No es suficiente morar con el Señor; lo que Dios desea es que permanezcamos mutuamente. Esto es algo que muchos cristianos no han visto. En nuestro concepto, o andamos con el Señor o estamos con el Señor, mientras que morar con el Señor es algo mejor y vivir con el Señor es mejor aún. Lo que los cristianos han visto es andar con, estar con, morar con y vivir con. Nuestro concepto natural no excede el “con”. Sin embargo, lo que la Biblia nos dice no es meramente andar con, estar con, morar con o vivir con, sino más aún nos habla de permanecer mutuamente en. Si andamos con el Señor, estamos con Él; si estamos con Él, moramos con Él; si moramos con Él, vivimos con Él; y si vivimos con Él, permanecemos mutuamente con Él. Que nosotros vivamos con el Señor depende de que moremos con Él; el que moremos con Él le sigue a que estemos con Él, y el que estemos con Él requiere que andemos con Él. En el Antiguo Testamento vemos el andar con Dios. En el Nuevo Testamento vemos que se presenta el estar con el Señor. Primero vemos el estar con el Señor, luego vemos el morar con el Señor. Este morar con el Señor debe alcanzar el punto en que permanezcamos mutuamente.

Permanecer mutuamente significa que permanecemos en el Señor y el Señor permanece en nosotros. El Señor Jesús desea permanecer mutuamente con nosotros. Si no existe este mutuo permanecer, el Señor no está satisfecho. ¿Cómo, entonces, podemos permanecer en el Señor, y cómo Él puede permanecer en nosotros? Ésta es la enseñanza más central y misteriosa contenida en la Biblia, pero ha sido la enseñanza más desatendida por los cristianos. La Biblia contiene muchas palabras en la superficie. Muchas veces ilustramos esto utilizando plumas de gallina y cáscaras de ajo. Las plumas de la gallina no son buenas para comer, y las cáscaras de ajo son indeseables. Sin embargo, sin plumas, la gallina no puede sobrevivir, y sin cáscaras, el ajo no puede crecer. El ajo debe tener cáscaras para crecer apropiadamente, y a fin de que la gallina crezca bien, debe tener plumas plenas. Cuando usted compra una gallina, primero debe examinar las plumas. Si las plumas son ralas, no compre la gallina, pues no será una buena. Una gallina puede ser buena únicamente si tiene buenas plumas; las buenas plumas garantizan una buena gallina. No obstante, a la postre nadie se comerá las plumas de la gallina. Si usted me invita a comer pollo, usted no me daría a comer un plato de plumas de gallina. A nosotros los del norte nos encanta comer ajo, pero usted no me daría a comer un montón de cáscaras de ajo. Eso sería un insulto para mí. De forma similar, la vid de la que se habla en la Biblia tiene un tallo principal y pámpanos y hojas suplementarias.

Efesios 5 dice que debemos ser llenos en el espíritu (v. 18), y no sólo llenos, sino incluso rebosantes de toda la plenitud de Dios. Cuando somos llenos hasta toda la plenitud de Dios, lo que rebosa podría ser una “pluma de gallina”, como el que las esposas se sujeten a sus maridos, o podría ser una capa de “cáscara de ajo”, como el que los maridos amen a sus mujeres. Sin embargo, en realidad es la plenitud de Dios lo que nos ha llenado y saturado todo nuestro ser de modo que estamos rebosantes de Dios. Como resultado de esto, las esposas espontáneamente se sujetan a sus maridos, y los maridos espontáneamente aman a sus esposas. ¿Cómo puede crecer el ajo sin una cáscara? Sin embargo, el cristianismo se ha concentrado en los detalles pero ha olvidado el objetivo principal. En vez de hablar de cómo Dios nos llena, ellos hablan acerca de amar a las esposas y someterse a los maridos. Ésta es la condición de muchos cristianos hoy. Ellos no conocen la verdad ni tampoco conocen la realidad del Espíritu; ellos les enseñan a las personas las cáscaras y las plumas de la Biblia a manera de religión.

La economía del Señor, la cual es completamente diferente del cristianismo, consiste en impartir al Señor mismo en nosotros, no sólo para que sea nuestra vida, sino también para que sea nuestro todo, haciendo así que seamos llenos de Él. Después de ser llenos, lo que rebosa desde nuestro interior es Dios mismo. Si usted es una esposa, entonces lo que fluye de usted es sumisión a su marido. Si usted se sujeta a su marido, ello no es su virtud, sino la expresión de Dios, el rebosar de Dios. Si usted es un marido, lo que rebosa es amor para su esposa. Su amor para su esposa no es una característica de usted, sino el desbordar de Dios, el rebosar de Dios. Lo que desborda de la esposa es sumisión; lo que desborda del marido es amor. Sea sumisión o sea amor, ellos constituyen el desbordar de Dios mismo.


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