Estudio-vida de Deuteronomiopor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6649-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En los mensajes anteriores abarcamos los consejos y advertencias generales. Antes de abordar en el próximo mensaje la sección de Deuteronomio en la que se proclama nuevamente al pueblo los estatutos generales y las ordenanzas (14:1—26:19), me gustaría dar unas palabras con respecto a la división y la apostasía.
Los consejos y advertencias contenidos en Deuteronomio 5:32—11:32 son bastante generales, mientras que los mencionados en los capítulos 12 y 13 son muy específicos y terminantes. Según lo dicho por Moisés en Deuteronomio 12 y 13, debemos evitar la división y rechazar la apostasía. En el capítulo 12 él nos hace el encargo que guardemos el terreno de la unidad entre el pueblo de Dios, y en el capítulo 13 él condena terminantemente la apostasía. A los hijos de Israel no se les permitía tolerar la apostasía, ni siquiera en alguien tan cercano como un hermano, un hijo, una hija o una esposa (13:6-9). En lugar de amar a los apóstatas, ellos debían tratar con ellos severamente. Dios no tolera la apostasía, y de la misma manera, los hijos de Israel no debían tolerarla. Dios aborrece la apostasía y condena la división.
En cuanto a la apostasía y la división, el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento concuerdan. El término que usa el Nuevo Testamento para referirse a la apostasía es herejía. La apostasía y la herejía insultan la persona de Dios. En el Antiguo Testamento, los apóstatas se apartaron de Dios y fueron en pos de ídolos. Esto fue un insulto para Dios, y Él no lo toleró. En el Nuevo Testamento, los herejes negaron que Jesucristo es el Dios encarnado que se hizo hombre. Negar este hecho es una herejía, la apostasía neotestamentaria. Esta herejía causa perjuicio a la persona de Cristo. Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, Dios no tolera la apostasía ni la herejía.
El Señor tampoco tolerará la división. El Señor aborrece la división porque ella destruye a Su pueblo como expresión Suya. En el Antiguo Testamento, los hijos de Israel eran el pueblo de Dios con miras a Su expresión corporativa. En el Nuevo Testamento, la expresión corporativa del Señor es el Cuerpo de Cristo. Mientras que la herejía insulta y causa perjuicio a la persona de Cristo, la división causa perjuicio al Cuerpo de Cristo. La división aniquila el Cuerpo de Cristo y lo corta en pedazos. Debido a que la herejía causa perjuicio a la Cabeza y la división aniquila el Cuerpo, el Señor, tanto en el Nuevo Testamento como el Antiguo Testamento, deja claro que jamás tolerará la herejía ni la división.
Quizás algunos santos sientan que en lugar de rechazar a quienes causan divisiones, debemos recibirlos y amarlos. Debido a que tienen muy buen corazón, estos santos tal vez digan: “Es cierto que ese hermano está equivocado y es faccioso. Pero ¿por qué deberíamos rechazarle? ¿No deberíamos cubrirle en amor?”. Sin embargo, el asunto crucial aquí es que no debemos tolerar lo que el Señor no tolera.
En cuanto a los que causan divisiones, debemos considerar lo que Pablo dice en Romanos 16:17: “Os exhorto, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la enseñanza que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos”. Romanos 14 y 15 indican que en lo referente a recibir a los creyentes, Pablo era muy generoso, amplio y abarcaba a todos. Sin embargo, después de saludar a tantos santos en el capítulo 16, de repente emite una advertencia acerca de los que causan divisiones, en la que nos dice que nos fijemos en ellos y nos apartemos de ellos. Pablo no nos dice que amemos a estas personas ni que nos compadezcamos de ellas. En lugar de decirnos que nos compadezcamos de los que causan divisiones y tropiezos, Pablo nos manda que nos apartemos de ellos. La razón por la que debemos apartarnos de los que causan divisiones es que la división es extremadamente grave, a saber: la división destruye el Cuerpo de Cristo.
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