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Espíritu en las epístoles, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7707-2
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Actualmente disponible en: Parte 1 Capítulo 8 de 19 Sección 3 de 3

La santificación en cuanto a la manera de ser:
la adición del elemento de Dios

Hermanos y hermanas, hace más de treinta años cuando hablamos sobre la santificación, enseñamos la misma doctrina que era enseñada por la Asamblea de los Hermanos. Pero al estudiar la Biblia otra vez, gradualmente aprendimos que la palabra santificación no sólo significa separación. La separación es el aspecto negativo, pero la santificación también tiene un significado positivo. En años recientes hemos visto que en verdad no podemos decir que la santificación no incluye el significado que John Wesley enseñó. Lo que la Asamblea de los Hermanos enseñó también es correcto, pero ellos le dieron demasiado énfasis. Es cierto que el oro no tiene pecado, y que el buey, la oveja, el pan y la leche tampoco tienen pecado, pero hoy no podemos decir que nosotros no tenemos el problema del pecado. No hay noción de pecado en la separación del oro y la separación de los bueyes, ovejas, leche y pan. No obstante, usted y yo éramos pecaminosos desde el principio, así que no podemos decir que cuando somos separados para llegar a ser santos, no existe el elemento de ser liberados del pecado. La santificación con respecto al oro, bueyes, ovejas, leche y pan no conlleva el significado de ser libres del pecado, pero con respecto a los pecadores como usted y yo, la separación efectuada por Dios incluye el hecho de que somos separados del pecado y liberados del pecado. Si usted no ha sido liberado del pecado, ¿cómo puede ser separado para Dios? De modo que, esta separación incluye el hecho de que somos liberados del pecado, del mundo, de la carne, y de todas las cosas y asuntos que son contrarios a Dios y se oponen a Él.

Queridos hermanos y hermanas, en los tiempos de John Wesley, el recobro que Dios hizo en cuanto a la verdad de la santificación fue apenas el recobro del primer paso, esto es, de la pureza. Después, en los tiempos de la Asamblea de los Hermanos, fue recobrado el segundo paso, que fue el de la separación. Ahora vemos que esto no es sólo una separación. La Asamblea de los Hermanos habló en gran medida, pero sólo sobre el hecho de ser separados. Ellos olvidaron la verdad de que somos hechos santos. La santificación no solamente nos libera del pecado y nos separa para Dios, sino que también nos hace santos. ¿Cómo podemos ser hechos santos? Es al añadirse Dios mismo en nosotros interiormente. Cuando el elemento de Dios que se nos es añadido aumenta, usted y yo venimos a estar más separados del pecado, del mundo y de la carne. Además de esto, también hay un aumento de la naturaleza e imagen divinas en nosotros. Por tanto, la santificación consiste en poner a Dios y Cristo en nosotros y en liberarnos del pecado, del mundo y de la carne. Él no solamente nos separa, sino que también nos hace santos.

La transformación

Por consiguiente, en su paso final la santificación es simplemente la transformación. En el cristianismo es raro oír un mensaje sobre la transformación. Puede buscar por todas las librerías cristianas, pero difícilmente hallará un libro sobre la transformación. Hay muchos libros que hablan sobre la santidad y también muchos que hablan sobre la separación, pero es difícil hallar un libro sobre la transformación. Esto se debe a que la luz respecto a este asunto no era clara en los primeros días. Ahora esta luz ha venido a ser más y más brillante. La santificación no es sólo cuestión de pureza ni de separación, sino que también es cuestión de que seamos hechos santos.

¿Qué significa ser hechos santos? Ser hechos santos significa que el elemento de Dios y de Cristo es añadido a nuestro ser por medio del Espíritu vivificante. Es de esta manera que somos separados y hechos santos. Además, una vez que el elemento de Dios se nos añade, ocurre una transformación en nuestro interior.

La santificación que enseña la Asamblea de los Hermanos sólo abarca la separación, y realmente sólo abarca la separación posicional y no la separación en cuanto a la manera de ser. Sin embargo, la santificación de la cual hablamos ahora no sólo es un cambio de posición, sino que también es un cambio en nuestra manera de ser. Cuando se toma el oro de las tiendas o de las casas y se pone en el templo, esto es meramente un cambio de posición. Cuando se toman los bueyes y las ovejas de la manada o del rebaño y se ponen sobre el altar, o cuando se toma el pan de la panadería y se pone en el plato de la cena de un cristiano, esto también es meramente un cambio de posición. No ha ocurrido ningún cambio en la manera de ser. Sin embargo, cuando 1 y 2 Tesalonicenses hacen mención del Espíritu de la santificación, esta santificación no es sólo un cambio de posición, sino también un cambio en nuestra manera de ser. Hoy en día el Espíritu vivificante está en nosotros infundiendo y forjando a Cristo en nuestro ser de continuo. Por consiguiente, no sólo experimentamos un cambio de posición, sino que también tenemos un cambio en nuestra manera de ser. Por esta razón, no tenemos apenas una separación, ni sólo tenemos pureza, sino que también tenemos santidad. La verdad de la santificación incluye estos tres asuntos: separación, pureza y santidad.

El resultado final de la santificación es la glorificación. Dios ha entrado en nuestro espíritu; ahora Él se está extendiendo al exterior para entrar en nuestra alma y llevar a cabo la obra de transformación, que es también la obra de santificación; y por último Él transfigurará nuestro cuerpo. Ésta es la santificación a un grado máximo y es también la glorificación. La glorificación es Dios expresado, Dios manifestado. Para este tiempo, nuestra condición por dentro y por fuera será Dios manifestado.

EL ESPÍRITU DE SANTIDAD
Y LA SANTIFICACIÓN POR EL ESPÍRITU

Ahora volveremos a 1 y 2 Tesalonicenses. Estos dos libros nos enseñan que la meta de la vida que llevan los creyentes en la tierra es esperar la venida del Señor. Cuando aguardamos la venida del Señor, nuestro espíritu, alma y cuerpo son santificados. ¿Quién lleva a cabo esta obra de santificación? Esta obra la lleva a cabo el Espíritu que se ha mezclado con nuestro espíritu como un solo espíritu. Por tanto, estos dos libros nos muestran que el apóstol nos predicó el evangelio en el Espíritu Santo, y también recibimos el evangelio en el Espíritu Santo, así que Dios puso “el Espíritu el Santo”, Su Espíritu Santo, en nosotros para mezclarse con nuestro espíritu como un solo espíritu. Por tanto, no debemos apagar este Espíritu; antes bien, debemos dejar que este Espíritu lleve a cabo diariamente la obra de santificación en nosotros. Debido a la santificación efectuada por el Espíritu, finalmente seremos completamente salvos, de modo que nuestro espíritu y nuestra alma y nuestro cuerpo serán guardados perfectos e irreprensibles para la venida del Señor (1 Ts. 5:23). Ésta debe ser la manera que esperamos Su regreso. En el proceso de la santificación estamos esperando al Señor.

Esta santificación es efectuada por el Espíritu Santo. No obstante, hay un punto particular que debemos considerar aquí. En Romanos tenemos “el Espíritu de santidad” (1:4), mientras que en 2 Tesalonicenses tenemos la “santificación por el Espíritu” (2:13). Estos dos términos, santidad y santificación, tienen la misma raíz griega con dos terminaciones diferentes. En Romanos, en la frase el Espíritu de santidad, santidad se refiere a la naturaleza del Espíritu. En 2 Tesalonicenses, en la frase santificación por el Espíritu, la palabra santificación se refiere al efecto del Espíritu. El Espíritu de santidad es el Espíritu que tiene la naturaleza santa, mientras que la santificación por el Espíritu se refiere a la santidad producida como resultado de que el Espíritu obre en nosotros.

Damos gracias y alabanzas a Dios porque en el primer libro de las Epístolas tenemos “el Espíritu de santidad”; sin embargo, en 2 Tesalonicenses se ha producido un resultado, esto es, “la santificación por el Espíritu”. En el comienzo mismo estaba el Espíritu de Dios, pero ahora Él es el Espíritu de Jesús, el Espíritu de Cristo, el Espíritu vivificante y el Espíritu de filiación y, como tal, Él efectúa la obra de santificación en nosotros con la naturaleza santa de Dios. Así pues, Él es el Espíritu que, con la naturaleza santa, está efectuando la obra de santificación en nosotros, y una vez que pasemos por el proceso de la santificación, Él producirá el resultado de la misma, a saber: la santificación efectuada por el Espíritu. ¡Damos gracias a Dios que a la postre tendremos no sólo al Espíritu de santidad, sino también la santificación efectuada por el Espíritu! Al comienzo sólo tenemos al Espíritu de santidad que entra en nuestro ser; sin embargo, con el tiempo seremos santificados por este Espíritu. Tenemos el proceso de la santificación y también tenemos el resultado de la santificación. Ésta es la obra que el Espíritu está efectuando en nosotros.


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