Pláticas adicionales sobre el conocimiento de la vidapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7126-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
ISBN: 978-0-7363-7126-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
Font Size
Debido a que somos gobernados por el Señor, en nuestra vida diaria no debemos hacer cosas tales como enojarnos ni reprender airadamente a otros; además, cuando deseemos hablar positivamente de otros, alabarlos, mostrarles nuestro agrado, o incluso amarlos, no debemos ser descuidados, sino consultar con el Señor. Si Él no quiere que le mostremos amor a alguien, no debemos atrevernos a hacerlo. Si le mostramos amor a alguien cuando el Señor no quiere que lo hagamos, somos rebeldes. No debemos pensar que puesto que amar a otros es algo bueno y no tiene nada de malo, podemos mostrar nuestro amor libremente como nos parezca, sin tener en cuenta el sentir del Señor ni Su autoridad como Rey. Debemos recordar que esto es desobediencia; es rebelión y es conducirnos sin restricción.
Si un hermano o una hermana tiene esta actitud e intención, tarde o temprano esta persona se volverá más osada e insumisa delante del Señor, y como resultado, vendrán muchos problemas. Esta actitud insumisa empieza con querer hacer el bien y amar a otros. La insumisión que empieza con el amor traerá una insumisión de odio. Si el amor de una persona no es restringido, gobernado y puesto bajo la autoridad y el reinado del Señor, ella se volverá cada vez más insumisa en lo que se refiere al amor. Finalmente, también en la cuestión del odio, se volverá insumisa, pues no permitirá que el Señor la restrinja.
El Señor dijo en Mateo 7: “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en Tu nombre, y en Tu nombre echamos fuera demonios, y en Tu nombre hicimos muchas obras poderosas?” (v. 22). Profetizar es bueno, echar fuera demonios es bueno y hacer obras poderosas también es bueno. Sin embargo, en respuesta a los que hicieron cosas buenas en Su nombre, el Señor dijo: “Les declararé: Nunca os conocí; apartaos de Mí, hacedores de iniquidad” (v. 23). El Señor llamó a estas personas “hacedores de iniquidad”. Los que profetizaron, echaron fuera demonios e hicieron obras poderosas eran obreros de iniquidad. La palabra griega traducida “iniquidad” indica que ellos hacían las cosas sin que el Señor les mandara hacerlas. Su labor de profetizar, de echar fuera demonios y de hacer obras poderosas no fue lo que el Señor les mandó hacer, pero ellos de todos modos hicieron tales cosas. Aunque las hicieron bien, lo que ellos hicieron fue iniquidad. Aunque hicieron cosas buenas, las hicieron fuera de la restricción del Señor. Aunque hicieron cosas buenas, no estaban sujetos a la autoridad del Señor. Por lo tanto, aunque hicieron algo bueno, fueron rebeles contra el Señor. Esto es iniquidad.
Todos los padres sabemos de este tipo de situación. A veces un niño hace algo bueno, pero lo hace en desobediencia. Aunque hace algo bueno, no está sujeto a la restricción de sus padres. Su actitud, espíritu y expresión es de rebeldía contra sus padres. Tal vez les diga a sus padres: “¿No quieres que haga eso? Yo pienso que es muy bueno y he decidido hacerlo”. Quizás se trate de algo muy bueno, pero los padres no quieren que el hijo lo haga. Sin embargo, él no se somete a su autoridad, a su restricción, e insiste en hacerlo. Para sus padres él es un hijo rebelde, no en las cosas malas que hace, sino en las cosas buenas.
A menudo nos encontramos en esta situación delante del Señor. Algunos dicen que sirven al Señor, pero no son restringidos por el Señor, no están sujetos a Su autoridad ni son gobernados por Él. Aparentemente, sirven al Señor, pero en realidad no están en el reino del Señor ni bajo Su gobierno, y la autoridad del Señor no tiene cabida en ellos. Un día personas como éstas dirán: “Señor, echamos fuera demonios, profetizamos e hicimos obras poderosas en Tu nombre”, y el Señor les dirá: “Nunca os reconocí o aprobé. Para mí, vuestra obra de profetizar, de echar fuera demonios y de hacer obras poderosas son obras de iniquidad. Vosotros sois hacedores de iniquidad”.
Quizás algunos pregunten por qué hacer cosas buenas es iniquidad. Podemos usar un ejemplo para responder a esta pregunta. En un internado los estudiantes viven en un dormitorio. Según las reglas de la escuela, todos deben apagar las luces e irse a acostar a cierta hora. Supongamos que un estudiante es muy diligente y se queda estudiando con las luces prendidas hasta después del tiempo permitido. Esto es iniquidad. Es negarse a guardar la regla, a ser restringido y a someterse a la autoridad de la escuela. Este estudiante quizás cubra la puerta y las ventanas con cortinas negras y estudie secretamente con las luces prendidas en su cuarto. Él no está jugando a las cartas, apostando, contando chismes ni haciendo tonterías; en vez de ello, está estudiando diligentemente. Ser diligente en el estudio es algo bueno. Sin embargo, es en esta buena acción que él no es restringido. Para la escuela él es una persona ingobernable porque viola las reglas de la escuela y hace caso omiso de la autoridad de la escuela. Aunque este ejemplo no es perfecto, más o menos nos muestra cómo el hacer cosas buenas puede ser iniquidad.
A veces cuando los hermanos y hermanas han sido animados, predican fervorosamente el evangelio y laboran para el Señor. A veces tienen tanto celo que no les importa la voluntad de Dios ni Su autoridad; simplemente se proponen predicar el evangelio. Esta clase de celo es insumiso porque no tiene en cuenta al Señor. Los hermanos y hermanas no tienen en cuenta la voluntad del Señor ni tampoco la autoridad y gobierno del Señor. Quizá se justifiquen diciendo: “¿Acaso tiene algo de malo que prediquemos el evangelio?”. Alguien puede exhortarlos, diciendo: “Hermanos, debido a ciertas razones, quizás por ahora ustedes no deben predicar el evangelio”. Pero ellos dirán: “¿Y qué tiene de malo que prediquemos el evangelio? Obviamente es algo bueno que prediquemos el evangelio”. Es cierto que predicar el evangelio es algo bueno, pero aun así debemos predicar el evangelio bajo el gobierno del Señor y Su adiestramiento. En la cuestión de predicar el evangelio, debemos considerar lo siguiente: ¿Me estoy permitiendo hacer lo que me place, o estoy permitiendo que el Señor me restrinja? ¿Estoy haciendo esto bajo la autoridad del Señor o basado en mi celo? Vivir y servir al Señor de la manera apropiada no es simplemente una cuestión de bueno o malo, correcto o incorrecto, sino más bien de si estamos sometidos a la autoridad.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.