Información del libro

Experiencia que tenemos de Cristo, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-4619-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 11 de 23 Sección 3 de 4

SER “PERROS” A LOS OJOS DE DIOS

No adore a Dios en su vida natural. Pablo llama perro a todo aquel que haga esto. Un perro es alguien que trata de adorar a Dios aparte del Espíritu Santo. Si vemos esto, tendremos temor y oraremos así: “Señor, ten misericordia de mí. Cuando ore, no quiero ser un perro, alguien que ora en sí mismo”.

Algunos se preguntarán cómo alguien puede orar a Dios y, aun así, ser un perro a los ojos de Dios. ¿Acaso usted nunca ha acusado a otros ante Dios en sus oraciones? En el pasado yo hice esto muchas veces. Mientras oraba, acusaba a otros. Orar de esa manera definitivamente es no orar por el Espíritu de Dios. Cuando Saulo de Tarso perseguía a aquellos que invocaban el nombre de Jesús, ciertamente debió haber orado. Probablemente oró, diciendo: “Oh Dios, soy celoso por Ti y por Tu ley. Ayúdame a arrestar a todos los que invocan el nombre de Jesús”. La oración de Saulo era semejante a los ladridos de un perro. Por lo tanto, Pablo sabía lo que significaba que los religiosos judíos fueran perros, puesto que él mismo había sido uno de ellos. De hecho, él anteriormente había sido el “perro principal” de la religión judía. Al igual que Saulo de Tarso, muchas veces nuestras oraciones no son hechas por el Espíritu de Dios. Eso significa que nosotros también podemos ser perros que oran. Al escuchar esto, tal vez algunos digan: “No, yo soy un hijo de Dios. Cada vez que oro, yo oro a mi Padre celestial”. Sin embargo, la pregunta es por medio de qué ora usted, ora por su vida natural o por el Espíritu de Dios. Si ora por su vida natural, entonces es un perro. No debemos orar independientemente del Espíritu Santo, ni tampoco debemos adorar a Dios aparte del Espíritu de Dios. Debemos ser cuidadosos en cuanto a nuestra oración y adoración. Debemos orar y adorar no por medio de nuestra vida natural, sino por el Espíritu de Dios.

Cuando el Señor Jesús estuvo en la tierra, Él no se relacionó principalmente con los gentiles sino con los judíos. Más aún, Él habló principalmente con ellos en relación a su adoración a Dios. En una ocasión el Señor incluso los llamó víboras, lo cual es peor que perros (Mt. 23:33). No piense que mientras usted adore a Dios u ore a Dios todo estará bien. Todo estará bien únicamente si usted adora y ora por el Espíritu de Dios.

GLORIARNOS EN CRISTO

El segundo contraste que encontramos en los versículos 2 y 3 es el contraste entre los malos obreros y los que se glorían en Cristo. Todo lo que hagamos por Dios, no importa lo que sea, será una mala obra en tanto que no sea Cristo mismo. En Mateo 7 el Señor Jesús dijo que muchos vendrían a Él y dirían que profetizaron en Su nombre, que echaron fuera demonios en Su nombre e hicieron muchas obras poderosas en Su nombre. Sin embargo, el Señor dirá que ellos fueron inicuos, lo cual significa que lo que ellos hicieron no era Cristo. Por lo tanto, todo lo que hagamos que no sea Cristo mismo es maligno a los ojos de Dios, y mientras hagamos cosas que no son Cristo mismo seremos malos obreros. Por consiguiente, en vez de ser malos obreros, debemos ser de aquellos que se glorían en Cristo. Nuestra jactancia debe ser Cristo mismo, no nada que proceda de nosotros mismos.

No es fácil gloriarnos en Cristo, pues para ello necesitamos recibir la visión de que cualquier cosa que hagamos que no sea Cristo es maligna a los ojos de Dios. La voluntad de Dios no consiste en que nosotros hagamos cosas buenas para Él, sino que nosotros vivamos a Cristo. A Dios únicamente le interesa Cristo. Por lo tanto, cualquier cosa que hagamos que no sea Cristo no agradará a Dios. Al contrario, Dios la considerará maligna porque es una acción nacida de nuestra voluntad, no una acción que lleva a cabo Su voluntad. De hecho, esto es una forma de rebelión. Nuestras obras pueden parecernos buenas, pero si éstas carecen de Cristo, serán rebelión a los ojos de Dios. Si recibimos esta visión, no sólo aborreceremos nuestro odio sino también nuestro amor. Cuando usted esté a punto de expresarle su amor a alguien, debe preguntarse si hace esto por Cristo. No se trata de si amamos u odiamos, sino de si actuamos movidos por Cristo o por nuestra vida natural. Si lo que hacemos es algo que no es Cristo, Dios no lo aceptará. Dios no desea nuestro amor, nuestra humildad, ni nuestra bondad. Dios no quiere nada de nosotros; lo único que Él quiere es Cristo mismo.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top