Cristo maravilloso en el canon del Nuevo Testamento, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7796-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Las Escrituras son un relato de una persona maravillosa. Creo que en los tres capítulos anteriores, pudimos ver cuán maravilloso es el Señor Jesús. Esta persona maravillosa tiene por meta producir la iglesia, e incluso Él llega a ser la Cabeza de esta entidad. Él es la Cabeza, y la iglesia es el Cuerpo. Esto es lo que el Nuevo Testamento llama el nuevo hombre. Este nuevo hombre es el Cuerpo de Cristo. Antes de producir la iglesia, Él era Cristo en el aspecto individual, pero después de producirla, esta maravillosa persona llega a ser el Cristo-Cuerpo.
Los cristianos han visto que el Señor Jesús se encarnó y llegó a ser un hombre, y han visto que Él murió en la cruz por nuestros pecados, fue sepultado, resucitó y ahora está en el tercer cielo a la diestra de Dios. Más aún, ellos creen que Él regresará. Todas estas cosas son ciertas, pero muy básicas.
Por ejemplo, fuera del hombre podemos ver su nariz, sus oídos, sus ojos y su boca. Podemos ver sus dos hombros, sus brazos y sus manos. Es fácil hablar de todas estas cosas, pero éstas no son su verdadera persona, sino apenas el armazón, la parte superficial externa, la estructura, de su ser. Su verdadera persona es algo más. Es fácil ver su estructura externa, pero no es igual de fácil conocer lo que hay dentro de él.
De la misma manera, no debemos pensar que es fácil conocer al Señor Jesús. El Señor Jesús dijo en el Evangelio de Mateo que únicamente el Padre conoce al Hijo: “Todas las cosas me fueron entregadas por Mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, y nadie conoce al Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar” (11:27). Sólo el Padre conoce al Hijo, y sólo el Hijo conoce al Padre. No es fácil conocer a Jesús de manera profunda.
¿Qué es lo que realmente hay en Jesús? Esto es un océano muy vasto, profundo, insondable, inconmensurable e ilimitado, pero al menos tenemos algunas expresiones en la Biblia. En un libro, en el Evangelio de Mateo, encontramos muchas expresiones acerca de Cristo. Sin embargo, me temo que la mayoría de los cristianos leen este Evangelio con gafas de color, es decir, lo leen conforme al conocimiento tradicional que recibieron en el pasado. No muchos han visto que Jesús es más que Salomón, más que Jonás y mayor que el templo.
En el Evangelio de Mateo, hay muchos nombres que se atribuyen a Cristo. Por supuesto, el primero de ellos es Emanuel, Dios con nosotros. Ya vimos algo acerca de este nombre en los capítulos anteriores. Más aún, Él no es solamente el hijo de David y el hijo de Abraham; también es llamado el hijo del carpintero: “¿No es éste el hijo del carpintero?” (13:55). También es llamado el que es mayor que el templo (12:6), el que es más que Jonás (v. 41) y el que es más que Salomón (v. 42), el Señor del Sábado (v. 8), la gran luz (4:16) y la piedra rechazada por los edificadores (21:42).
También le fueron atribuidos nombres con connotaciones negativas. ¿Sabía usted que Jesús fue llamado un hombre glotón y borracho? También fue llamado amigo de pecadores. Hoy nos gusta escuchar esto, pero en esos días no era algo positivo. “Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: He aquí un hombre glotón y borracho, amigo de recaudadores de impuestos y de pecadores” (11:19). Jesús tuvo toda clase de nombres que no eran muy buenos. Él comía en cualquier lugar con cualquier persona, especialmente con los recaudadores de impuestos y pecadores. Él hizo esto porque Su único propósito era impartirse en el hombre. No importa si se trataba de un pecador, un recaudador de impuestos o un fariseo, Él hacía todo lo posible por impartirse en ellos. Lo que a Él le interesaba no era comer. Comer le brindaba a Él una oportunidad para impartirse en un recaudador de impuestos llamado Mateo. Al parecer Mateo invitó a Jesús a venir a comer con él, y Él fue. Los fariseos lo condenaron por ello, pero a Jesús no le importó. Fue al comer con Mateo que éste fue cautivado y que con el tiempo uno de los principales recaudadores de impuestos llegó a ser uno de los principales discípulos.
Jesús no era legalista ni religioso, sino que era muy flexible. Siempre y cuando pudiera impartirse en alguien, a Él no le importaba lo que tuviera que hacer. Si tenía que comer, comía. Todo lo que Jesús era, y todos los nombres con que fue llamado tenía como único propósito impartirse en el pueblo escogido por Dios, a fin de que ellos se convirtieran y fueran transformados en Su Cuerpo, la iglesia. Su único propósito era producir la iglesia.
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