Iglesia gloriosa, Lapor Watchman Nee
ISBN: 978-0-87083-971-9
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Debemos fijarnos bien en la relación entre la redención y la creación. No deberíamos pensar que la Biblia no habla de nada más que la redención. Damos gracias a Dios porque además de la redención tenemos también la creación. El deseo del corazón de Dios es expresado en la creación. La meta de Dios, Su plan, y Su voluntad predeterminada se dieron a conocer en Su creación. La creación revela el propósito eterno de Dios; nos muestra lo que Dios quiere realmente.
La redención no puede ocupar un lugar más elevado que el de la creación. ¿Qué es la redención? La redención recobra lo que Dios no consiguió por medio de la creación. La redención no nos trae nada nuevo; sólo nos restaura lo que ya es nuestro. Mediante la redención Dios cumple Su propósito en la creación. Redimir significa restaurar y recobrar; crear significa determinar e iniciar. La redención es algo que viene después, para que se cumpla el propósito de Dios en la creación. ¡Oh, que los hijos del Señor no menosprecien la creación, pensando que la redención lo es todo! La redención está relacionada con nosotros; nos beneficia al salvarnos y al traernos vida eterna. Pero la creación está relacionada con Dios y con la obra de Dios. Nuestra relación con la redención beneficia al hombre, mientras que nuestra relación con la creación beneficia la economía de Dios. Que Dios haga algo nuevo en esta tierra, para que el hombre no dé énfasis solamente al evangelio, sino que vaya más allá y se ocupe de la obra de Dios, de los asuntos de Dios, y del plan de Dios. De hecho, nuestra predicación del evangelio debería llevarse a cabo con miras a devolver la tierra a Dios. Debemos exhibir el triunfo de Cristo sobre el reino de Satanás. Si no fuéramos cristianos, ya sería otro asunto. Pero cuando llegamos a ser cristianos, no debemos recibir solamente el beneficio de la redención, sino cumplir también el propósito de Dios en la creación. Sin redención, jamás podríamos relacionarnos con Dios. Pero una vez salvos, debemos ofrecernos a Dios para que se logre la meta por la cual El creó al hombre. Si sólo prestamos atención al evangelio, perdemos la mitad de la meta. Dios requiere la otra mitad: que el hombre tenga dominio sobre la tierra para El y no permita que Satanás quede más tiempo aquí. Esta mitad se requiere también de la iglesia. Hebreos 2 nos muestra que la redención no solamente sirve para perdonar los pecados a fin de que el hombre pueda ser salvo, sino también para restaurar al hombre y volverlo al propósito de la creación.
Podemos comparar la redención al valle que está entre dos cumbres. Mientras uno desciende de una cumbre y se prepara para subir a la otra, encuentra la redención en la parte menos elevada del valle. Redimir significa simplemente impedir que el hombre caiga más, y significa también elevarlo. Por una parte, la voluntad de Dios es eterna y recta, sin ninguna bajada, a fin de que se cumpla el propósito de la creación. Por otra parte, sucedió algo. El hombre cayó, y se apartó de Dios. La distancia entre él y el propósito eterno de Dios se ha alejado cada vez más. La voluntad de Dios desde la eternidad hasta la eternidad es una línea recta, pero desde la caída del hombre, éste no ha podido alcanzarla. Damos gracias a Dios, porque existe un remedio llamado redención. Cuando llegó la redención, el hombre no necesitaba bajar más. Después de la redención, el hombre es cambiado y empieza a subir. Mientras siga subiendo el hombre, un día volverá a tocar la única línea recta. Cuando alcance esta línea, vendrá el día del reino.
Agradecemos a Dios por la redención que tenemos. Fuera de ella nos hundiríamos cada vez más; Satanás no dejaría de oprimirnos hasta que no pudiésemos levantarnos. Alabado sea Dios, la redención nos hizo volver al propósito eterno de Dios. Lo que Dios no consiguió en la creación y lo que el hombre perdió en la caída son completamente recuperados en la redención.
Debemos pedir a Dios que nos abra los ojos para que veamos lo que El ha hecho a fin de que en nuestro vivir y en nuestra obra haya un verdadero cambio. Si toda nuestra obra consiste en salvar a otros, seguiremos siendo fracasos, y no podremos satisfacer el corazón de Dios. Tanto la redención como la creación sirven para obtener la gloria y derrocar todo el poder del diablo. Proclamemos el amor de Dios y la autoridad de Dios mientras vemos el pecado y la caída del hombre. Pero al mismo tiempo, debemos ejercer la autoridad espiritual para derrocar el poder del diablo. La comisión de la iglesia es doble: testificar de la salvación de Cristo y testificar de Su triunfo. Por una parte, el propósito de la iglesia consiste en traerle beneficios al hombre, y por otra parte, consiste en hacer que Satanás sufra pérdida.
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