Levantarnos para predicar el evangeliopor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-8726-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Ahora queremos ver lo que significa ser salvos. En última instancia ser salvos es recibir al Espíritu. En el día de Pentecostés, aquellos que fueron conmovidos por la predicación de Pedro preguntaron: “¿Qué haremos?”. Pedro les dijo: “Arrepentíos, y bautícese cada uno [...] para perdón de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hch. 2:37-38). Arrepentirse, ser bautizados y recibir al Espíritu Santo es lo que significa ser salvos. El Espíritu Santo que recibimos por medio de la salvación es el Dios Triuno. Él no solamente ha de ser nuestra vida, sino también nuestro poder.
En un sentido doctrinal, recibir al Espíritu conlleva dos aspectos. Sin embargo, hablando en términos de experiencia, los dos aspectos no están en secuencia. Que una persona sea salva no significa que primero tiene la experiencia de Juan 20 en la cual recibe al Espíritu de vida como aliento soplado en su interior y luego tiene que esperar hasta otro día para que el Espíritu de poder descienda sobre él. En doctrina ésta es una secuencia de dos pasos, pero hoy en día en nuestra experiencia no es tan complicado. Esto se debe a que el Espíritu es un Espíritu completo, es decir, Él es el Espíritu de vida y también el Espíritu de poder. Cuando creemos en el Señor e invocamos Su nombre, somos salvos de inmediato, y el Señor como Espíritu entra en nosotros para ser nuestra vida y también desciende sobre nosotros para ser nuestro poder.
El coro del himno #212 del himnario chino dice:
¡Sopla! ¡Sopla! ¡El Espíritu Santo, el gran viento, sopla!
¡Cubre! ¡Cubre! ¡El Espíritu, la gran nube, cubre!
¡Arde! ¡Arde! ¡El fuego santo arde!
¡Brilla! ¡Brilla! ¡El electro de Dios brilla!
El viento, la nube, el fuego y el electro son el contenido del capítulo 1 de Ezequiel. En 1961 tuve un estudio con la iglesia en Taipéi acerca del libro de Ezequiel. Di muchos mensajes acerca de un solo capítulo. Ezequiel comienza con un viento tempestuoso que viene del norte (la morada de Dios). El viento trae una gran nube, y mientras la nube cubre, el fuego comienza a arder. Luego, en cuanto el fuego arde, el electro comienza a aparecer. Esta sección del Antiguo Testamento es una profecía con un tipo. El Espíritu que hemos recibido hoy es un gran viento, una gran nube y un gran fuego, y dentro de ese fuego también está el electro. Él es el viento, la nube, el fuego y el electro.
Por lo tanto, cuando recibimos al Espíritu hoy, llegamos a ser personas de esta índole: somos de viento, nube y fuego. Estas tres cosas —el viento, la nube y el fuego— constantemente crean eventos en el universo. Siempre que el viento y las nubes son suscitados en la situación política mundial, surge la guerra y el fuego comienza a arder. Sin embargo, el ardor del fuego siempre trae consigo algo bueno, que es el electro. Por ende, no le teman a la guerra. La historia comprueba que siempre que hay guerra, el electro es producido. Esto es obra del Señor Jesús. Cuando la situación sea conveniente y la oportunidad surja, Él soplará el viento desde el trono. Cuando el viento sopla, la nube le sigue. Luego, la situación mundial es sacudida: brota la guerra y el fuego arde por todas partes. Después del ardor, el electro es producido. Esto es lo que significa el proverbio chino que dice: “Cuando la agachadiza y la almeja luchan, ambas se vuelven cautivas del pescador”. El Señor Jesús es el “pescador” que “captura” mucho electro como resultado de las guerras.
En 1950 la iglesia en Hong Kong consideraba comprar un pedazo de terreno en Tsim Sha Tsui para construir un salón de reunión. En aquel entonces el hermano Watchman Nee ayudó a formar un grupo para llevar a cabo la adquisición y construcción, y luego exhortó a los hermanos, diciendo: “Hagan caso a todo lo que el hermano Witness les diga acerca del terreno, y cómprenlo rápidamente”. Los hermanos luego me llevaron para ver las tierras. En aquel entonces todavía era un huerto de verduras. Cuando lo vi, dije que Tsim Sha Tsui llegaría a ser el centro de Hong Kong y Kowloon porque está ubicado convenientemente cerca del transbordador. Por ende, compramos el terreno en un corto periodo de tiempo. Fue tal y como lo predije. Cuando los hermanos me preguntaron cuánto terreno ellos debían comprar, dije que debían comprar al menos mil ciento quince metros cuadrados. Los hermanos perdieron la confianza cuando oyeron esto, pues el costo total del terreno era aproximadamente cincuenta mil dólares estadounidenses. Esa cantidad es insignificante en la actualidad, pero en aquel entonces era extremadamente grande. Por causa de esto, me preguntaron si ellos podían reducir la compra a la mitad. Me reí y dije: “Esto es asunto de ustedes; no me pidan que lo reduzca. De todos modos, tengo que decirles que si no lo compran ahora, más adelante se arrepentirán, y cuando sí lo quieran comprar, no podrán hacerlo”. Ellos pensaron que tenían mi consentimiento, así que compraron quinientos cincuenta y siete metros cuadrados. No obstante, cuando comenzaron a construir, se dieron cuenta de que habían comprado una porción muy pequeña de tierra. Por lo tanto, ellos regresaron para comprar más, pero sólo pudieron adquirir otros doscientos setenta y ocho metros cuadrados.
Narro esta historia para ilustrar que la situación mundial siempre está cambiando para producir el electro. Sin embargo, el Señor no recogerá el electro por Su propia cuenta. Él desea que nosotros lo hagamos. Si titubeamos y nos demoramos, sufriremos pérdida. Hemos sido “soplados” a los Estados Unidos por el gran viento. Algunos quizás hayan pensado que ellos vinieron para sencillamente estudiar con miras a obtener un título o para hacer una inversión de negocios. Nunca se les ocurrió que ellos habrían de establecerse aquí permanentemente. Ésta era su perspectiva; no era la perspectiva del Señor. Él nos envió aquí por medio del viento y nos trajo hasta aquí por medio de la nube. ¡Él hizo esto para que pudiésemos predicar el evangelio aquí a fin de ganar el electro!
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