Vida cristiana normal de la iglesia, Lapor Watchman Nee
ISBN: 978-0-87083-495-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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No es lícito recibir un salario definido de una iglesia, y a veces ni aun un donativo indefinido. Pablo demostraba este principio en no recibir nada de la iglesia en Corinto. Si alguno nos da un donativo por lástima, entonces por causa del Señor no nos atrevemos aceptarlo; o si se ofrecen donativos, y la aceptación de los tales nos pondría bajo obligación a los donantes o bajo su control, debemos rechazarlos también. Todos los siervos de Dios no sólo deben confiar en El totalmente para el suministro de sus necesidades, sino que aun cuando se ofrecen donativos gratuitamente, deben tener la capacidad de discernir nítidamente si tales donativos pueden ser recibidos por Dios.
En el Antiguo Testamento los diezmos de los israelitas eran entregados a los levitas. Los israelitas hacían sus ofrendas a Dios, no a los levitas, pero éstos estaban en lugar de Dios para recibir las ofrendas. Hoy en día, estamos en el lugar de los levitas, y los donativos que se nos ofrecen son en realidad ofrecidos a Dios. No recibimos obsequios de ningún hombre; por tanto, no tenemos obligación con ninguno. Si alguno desea gratitud, debe buscarla de Dios, porque es Dios quien recibe las ofrendas. Por lo tanto, siempre que se nos dé un donativo es imprescindible que nosotros tengamos claridad si Dios podría recibirlo o no. Si Dios no puede aceptarlo, nosotros no nos atrevemos a hacerlo. No nos atrevemos a recibir donativos indiscriminadamente, no sea que hagamos que Dios quede en una posición falsa. (Digo esto con reverencia). Hay mucha gente cuya vida no es agradable a Dios; ¿cómo podría, entonces, recibir El sus ofrendas? Si El no puede, entonces nosotros no nos atrevemos a hacerlo en Su lugar. Sólo debemos recibir dinero cuando el hecho no involucre obligación alguna por parte nuestra, y por parte de Dios, ninguna impresión equivocada de Su naturaleza.
Puede suceder a veces que el donativo es correcto y asimismo la actitud del dador; pero en virtud de su donativo el dador puede considerarse con derecho a tener voz en la obra. Está perfectamente bien que el donante especifique en qué dirección ha de utilizarse su ofrenda, pero no es correcto que él decida cómo debe ejecutarse la obra. Ningún siervo de Dios debe sacrificar su libertad de seguir la dirección divina aceptando algún dinero que lo coloque bajo control humano. Un dador tiene perfecta libertad de estipular el uso que se deba dar a su donativo, pero tan pronto como lo haya dado, el dador debe soltar las riendas, y no procurar utilizar su donativo como un medio para ejercer control indirecto sobre la obra. Si él puede confiar en un siervo de Dios, que confíe; y si no, entonces no está obligado a darle su dinero.
En el trabajo secular la persona que proporciona los medios ejerce autoridad en la esfera hacia la cual sus bienes están dedicados, pero no es así en la obra espiritual. Toda la autoridad en la obra reposa en aquel que ha sido llamado por Dios para ejecutarla. En el ámbito espiritual el obrero es quien controla el dinero, no el dinero al obrero. Aquel que ha recibido el llamamiento, y a quien Dios ha encomendado la obra, es aquel a quien Dios revelará la forma en que deba realizarse la obra, y él no se atreverá a recibir dinero de alguien que usaría su donativo para interferir con la voluntad del Señor según El se la ha revelado en conexión con la obra. Si un dador es espiritual, con gusto buscaremos su consejo, pero se debe buscar su parecer solamente sobre la base de su espiritualidad, no sobre la base de su donativo. Si puede confiar en nosotros, y si él tiene la certeza de que el Señor le dirige a dárnoslo, podemos entonces recibir su ofrenda; de otra manera, que conserve su dinero, y nosotros sigamos adelante con la obra de Dios en la manera que El nos ha ordenado, acudiendo sólo a El para que provea a las necesidades de la obra y a las nuestras.
En todo nuestro servicio para Dios debemos mantener una actitud de dependencia total de El. Sea que haya fondos en abundancia, o que escaseen, nosotros debemos continuar nuestra obra con constancia, reconociéndola como un cargo encomendado a nosotros por Dios y como un asunto por el cual nosotros somos responsables ante El solamente. “¿Trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no seria siervo de Cristo” (Gá. 1:10). Debemos permanecer absolutamente independientes de los hombres en lo que se refiere al lado financiero de la obra, pero aun en nuestra independencia debemos conservar una actitud verdaderamente humilde y dispuesta, para aceptar los consejos de todo miembro del Cuerpo que esté en íntimo contacto con la Cabeza; y debemos esperar a través de ellos confirmación de la dirección que hemos recibido directamente de Dios. Pero al buscar y recibir consejos de otras personas, debemos hacerlo motivados por la espiritualidad de ellos, y no por su posición financiera. Estamos dispuestos a buscar el consejo del miembro más rico del Cuerpo, no debido a su dinero, ni a pesar de ello, y estamos igualmente dispuestos a buscar el consejo del miembro más pobre, no debido a su pobreza, ni a pesar de ella. En los asuntos de las finanzas debemos mantener este principio: es con Dios solamente con quien tenemos que tratar. ¡Que la gloria de Pablo sea también la nuestra!
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.