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Cómo reunirnospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6637-3
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CAPÍTULO TRES

PRINCIPIOS QUE RIGEN NUESTRAS REUNIONES
ENCONTRADOS EN LOS EVANGELIOS
Y EN HECHOS

PRIMERA PARTE

Hemos visto algo relacionado con el tema de las reuniones empezando desde la sección central del Evangelio de Mateo. Ahora llegamos a la parte final de los Evangelios. Todos sabemos que el relato hallado al final de los Evangelios tiene lugar después de la resurrección del Señor. Ahora llegamos a la resurrección del Señor, y en este relato podemos ver muchas cosas relacionadas con la manera en que debemos reunirnos. ¿Se han dado cuenta de que en el corto lapso después Su resurrección y antes de Su ascensión el Señor celebró un buen número de reuniones con Sus discípulos? En tales relatos podemos ver la manera en que el Señor se reúne con los Suyos. Al final de los cuatro Evangelios encontramos un relato completo que nos muestra cómo debemos reunirnos.

En todos los casos y ejemplos presentados en la Biblia podemos encontrar ciertos principios. Estos casos no son solamente eventos, ni tampoco meras historias de la Biblia. En cada caso debemos ver el principio que nos es presentado, el cual implica algo divino y espiritual, algo más profundo que incluso está oculto. Tenemos que aprender a ver lo que se esconde detrás de los relatos de la Biblia. En esta sección final de los cuatro Evangelios se nos presenta un relato de las muchas reuniones que, después de Su resurrección, el Señor sostuvo con Sus discípulos. Incluso podemos ver que Él convino con ellos en reunirse en cierto lugar que Él mismo designó. Con base en este relato, quisiera presentarles seis principios sobre cómo debemos reunirnos.

Fuera de la religión y sin formalismo alguno

El primer principio es el siguiente: todas las reuniones convocadas y dispuestas por el Señor y en las que Él participó fueron llevadas a cabo fuera de la religión y sin ceñirse a formalismo alguno. Es importante que conozcamos el entorno, es decir, debemos conocer la situación que imperaba en aquel entonces. Todos los discípulos eran judíos, personas piadosas; ellos tenían un templo, el cual era el lugar donde habían de reunirse a fin de rendir adoración a Dios. Conforme a su religión, todo el pueblo de Dios solía ir al templo a fin de reunirse y adorar, para ofrecer sacrificios, cumplir con los rituales requeridos y guardar una serie de formalismos. En aquel entonces, éste era el entorno imperante. Pero ¿habían notado ustedes que todas las reuniones convocadas y dispuestas por el Señor Jesús y a las que Él asistió, fueron celebradas fuera de aquella religión y sin observar de manera alguna los formalismos de la misma? Aquellas reuniones eran totalmente ajenas a formalismo alguno y completamente ajenas a la religión.

En principio, hoy en día nosotros estamos en la misma situación en que se encontraban aquellos primeros discípulos. Nuestro entorno también es un entorno religioso con sus templos, rituales y formalismos. ¿Qué debemos hacer? Les digo esto: para nosotros, la religión tiene que ser algo que pertenece al pasado. Cuando Jesús resucitó, ello significó el fin de la religión. Con la resurrección, ninguna religión es necesaria, pues ahora tenemos al Cristo vivo. Tal vez pregunten ustedes: ¿Pero qué hacemos con el templo? El Cristo vivo es el templo vivo; aquel templo físico era apenas una figura, una foto, del verdadero templo. Si un amigo íntimo de ustedes, o alguien de su familia, no está con ustedes, tal vez ustedes quieran conservar su foto. Pero si la persona viva está en presencia suya, ¿qué necesidad tendrían de la foto? Antes que Jesús viniera en persona y resucitara, el pueblo de Dios necesitaba del templo. Pero ahora el templo vivo está entre nosotros; Cristo, el templo vivo, está aquí. Y ¿qué acerca de las ofrendas: la ofrenda por las transgresiones, la ofrenda por el pecado, la ofrenda de paz, la ofrenda de harina y el holocausto? Todas estas ofrendas son simplemente fotos de los diferentes aspectos de Cristo. Ahora Cristo está entre nosotros; Él es todas estas ofrendas. Puesto que Él está entre nosotros, ¿qué necesidad tenemos de fotos? Puesto que el Cristo resucitado está entre nosotros, no tenemos necesidad de ninguna religión, formalismo o ritual. Cristo es el todo en todos; Cristo lo es todo.

Pero una cosa es saber algo, y otra muy distinta ponerlo en práctica. Pedro, Juan y todos los discípulos entendían claramente que Cristo había resucitado y que ya no necesitaban de la religión. Por la manera en que Cristo se reunía con ellos, el ejemplo apropiado ya había sido establecido. ¿Pero habían notado ustedes que incluso después del día de Pentecostés los primeros cristianos todavía acudían al templo? En cierto sentido, esto era ofensivo para el Señor. Les digo que ésa fue la principal razón por la cual, en el año 70 d. C., poco después de que se celebraran tales reuniones en el templo, el Señor envió al ejército romano para que destruyera el templo y eliminara todo aquel entorno propio de la religión. El Señor Jesús les había mostrado claramente a los discípulos cómo reunirse. Todas las reuniones que Él celebró con ellos fueron absolutamente ajenas a toda religión; no obstante, Sus discípulos continuaron reuniéndose en el templo. Por supuesto, por un lado, el Señor no es estrecho; mas por otro, aquello era una mixtura. Incluso en Hechos 21, después que Pablo había escrito la Epístola a los Romanos y a los Gálatas, él subió a Jerusalén, donde Jacobo, junto con todos los ancianos allí, le aconsejó: “Ya ves, hermano, cuántos millares de judíos hay que han creído; y todos son celosos por la ley”. Y les aconsejaron que hiciera lo mismo. Tenemos que comprender que no era correcto que Pablo hiciera esto, pues ello representaba una especie de degradación en comparación con el ejemplo establecido por el Señor. El Señor había dejado establecidos algunos ejemplos, pero los discípulos pronto los olvidaron. Realmente es muy difícil apartarse de la vieja religión. Es verdaderamente difícil abandonar todos los rituales y formalismos, pues a veces tales cosas están en nuestra propia sangre.

Consideremos la manera en que el Señor se reunía con Sus discípulos después de Su resurrección. Ninguna de estas reuniones se celebró conforme a la antigua religión. Hubo ocasiones en las que, por temor a los judíos, los discípulos cerraban todas las puertas y se reunían en una atmósfera de desilusión; luego de improviso el Señor Jesús venía y se presentaba en medio de ellos (Jn. 20:19-29). Otras veces Él se reunió con ellos a la orilla del mar, cuando ellos se habían descarriado. Él les había dicho que permanecieran en Jerusalén, pero ellos se habían descarriado y habían ido al mar. Pero aun así el Señor se reunió con ellos; Jesús estuvo entre ellos junto al mar como el verdadero templo que es (21:1-22). Hubo ocasiones en las que Él se reunía con ellos en un monte (Mt. 28:16-20). Como pueden ver, no había formalismos; las reuniones eran absolutamente ajenas a la religión. ¿Qué significado tiene esto para nosotros hoy? Esto quiere decir lo siguiente: las reuniones que tenemos que celebrar son reuniones absolutamente ajenas al cristianismo de hoy. ¿Cómo debemos reunirnos? Debemos reunirnos fuera de la religión, separados del cristianismo y sin formalismos. Todavía somos demasiado religiosos, demasiado formales. Tenemos que depurar toda nuestra religiosidad y formalismo. ¿Por qué habríamos de establecer y observar tantos formalismos? El Señor no estableció formalismo alguno. Que el Señor sea misericordioso con nosotros.

Nunca debemos olvidar el principio de la primera mención de un asunto en la Biblia. Éste es un principio sumamente importante, pues siempre nos presenta el principio subyacente a tal asunto y define el camino. Estas reuniones presentadas en la sección final de los cuatro Evangelios y al inicio del libro de Hechos fueron las primeras reuniones de las iglesias. Por tanto, aquí se establece el principio que rige nuestra manera de reunirnos, a saber: tenemos que reunirnos fuera de la religión y sin formalismo alguno.


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